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Anahí se estaba tomando su quinto café cuando Olivia entró en su despacho, sin si quiera llamar antes.

— Vaya cara, Anahí —rió su amiga— ¿alguna actividad extracurricular?
— Olivia, no estoy de humor. Hoy me he dormido y he llegado diez minutos tarde. Y para colmo la fotocopiadora no funciona, ¡cómo siempre! Tengo que entregar unos informes a Lucca antes del medio día y quería salir pronto para...

Frenó lo que estaba a punto de decir. Quería salir pronto para llamar a Alfonso e ir a su casa otra vez. Quería verle y besarle, quería, quería... Suspiró y Olivia la miró divertida.

— Continua. Me muero por oírte decir qué es lo que te hace tener tantas ojeras —Olivia se cruzó de brazos, con una amplia sonrisa en sus labios—. Adelante, continúa.
— No sé que quieres que te diga, yo...
— ¿Qué hiciste anoche?
— Nada especial.
— Oh, ¿de veras?
— Fui a por la cena a mi restaurante favorito —se encogió de hombros.
— Eres imposible —rió.

Anahí golpeó la fotocopiadora de nuevo, suspirando al ver que no le hacía caso. Olivia se sentó en la silla, mirándola vagamente mientras la veía moverse de un lado a otro en sus tacones azules.

— Damiano me ha contado que ayer no hicisteis entrevistas —Anahí contestó distraídamente.
— Si, Alfonso se lesionó y el equipo pidió que se suspendiesen las entrevistas.
— Oh, si, claro. También me dijo eso... No sé muy bien qué le pasó.
— Un jugador del otro equipo lo derribó y cayó sobre su brazo, pero está bien. Ayer cuando fui... —la voz le desapareció cuando se dio cuenta de lo que estaba confirmando.

Cuando se giró, Olivia la miraba con una sonrisa de suficiencia que Anahí hubiese querido borrar de la misma manera que había intentado hacer que la fotocopiadora funcionase.

— Vaya, así que por fin te acostaste con él. ¡Enhorabuena mujer!
— No hice tal cosa —dijo, acalorada—. Le llamé para preguntar qué tal estaba, porque tenía que decirle también la fecha de la entrevista oficial. Y me dijo que necesitaba ayuda para un par de cosas. Así que, como soy buena persona, le llevé algo de cena y le ayudé un poco...
— Y...
— Y lo besé —Olivia aplaudió, sonriente, esperando en el sitio más— ¿Me vas a ayudar?
— ¿A conquistarlo? Dalo por hecho.

Anahí echó la cabeza hacia atrás y se carcajeó.

— No, idiota —negó con la cabeza—. A arreglar la fotocopiadora.

Olivia la miró aburrida, hizo como que se limpiaba las uñas y dijo:

— Llama a Garret, se supone que está aquí para arreglar esos desastres.

Cuando Anahí colgó el teléfono, Olivia ya se había ido de su despacho, aburrida y decepcionada porque no iba a saber más. Estaba a punto de salir de su despacho a por algo de comer cuando escuchó cómo su jefe saludaba a alguien efusivamente.

— ¡Alfonso Herrera!¿Qué te trae por nuestras oficinas un sábado? Espero que esté bien ese brazo, al parecer no ha hecho falta escayolar.

Anahí entrecerró los ojos, ayer estaba escayolado, ¿ya se lo habían quitado? Dudó en salir o no de su despacho, pero decidió quedarse en el un rato más. Solo hasta que Lucca o Alfonso desapareciesen de allí, o los dos.

— Está bien, en unas semanas volveré a jugar. Venía a ver a la señorita Puente, aun debe decirme cuando será mi entrevista.

Lucca asintió sonriente, guiándole hasta su oficina.

— Estupendo, estupendo —asintió—. Pase por aquí, lo discutiremos los tres juntos, así será mucho más fácil.

Así que Anahí estaba trabajando, pensó. Mejor porque su idea había sido subir allí y preguntar a todo el mundo por la dirección de la rubia.

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