Quién te crees

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El móvil de Alfonso estaba a punto de colapsar al recibir tantas notificaciones a la vez. La entrevista había ido muy bien y, aunque no había respondido a todas las preguntas que Anahí le iba haciendo, dar a entender que estaba conociendo a una mujer de manera formal había hecho saltar las alarmas de que el soltero más codiciado de América podría no seguir estando soltero.

Anahí había estado más nerviosa que antes de comenzar la entrevista desde que había dicho esas palabras, pero a Alfonso le había encantado verla así porque, por una vez, veía como sus murallas desaparecían y mostraba algún sentimiento. Al terminar la entrevista cada uno se había ido por su lado y, aunque la había escrito, no había recibido respuesta.

— ¿Estás bien? —había preguntado Damiano al entrar en su despacho.
— Si —contestó Olivia—, eso de saber que está conociendo a otra debe ser un bajonazo... ¡Y yo que pensaba que podrías llegar a conquistarlo! Lo siento mucho, Annie...

Anahí estaba callada mientras sus dos amigos hablaban delante de ella. Aun no podía creerse que le hubiese hecho una entrevista a Alfonso Herrera, pero lo que más le costaba creer era que Alfonso Herrera había dado a entender que estaba en una relación con una mujer. Se suponía que era ella, ¿o no? Había estado prácticamente una semana a su lado, yéndola a visitar todos los días, haciendo el amor todos los días, besándose, durmiendo en su casa... Aunque no toda la noche. Hacían el amor hasta caer rendidos y después se quedaban dormidos uno en brazos del otro, pero cuando despertaba estaba sola en la cama.

— ¿Anahí?

La voz profunda y grave de Alfonso resonó en toda la habitación, haciéndole salir de sus pensamientos. Lo miró con una sonrisa y asintió.

— ¿Si?
— Solo quería darte las gracias.
— ¿Las gracias?

Damiano y Olivia pasaban la mirada de uno a otro en silencio, como si fuese un partido de tenis. El partido de tenis más emocionante de la historia, pensó Olivia.

— Claro —sonrió de lado. Le encantaba cuando sonreía de lado, pensó Anahí—. Me lo he pasado muy bien en la entrevista, sabía que había escogido la reportera adecuada para hacerla. También vengo a por mi recompensa.
— ¿Recompensa?
— Si, ya sabes —rió, apoyándose en el marco de la puerta, como había hecho hacía unas semanas—. Te dije que haría esta entrevista si cenabas conmigo un día, y creo recordar que te encantaban los mexicanos. Y eso está muy bien, porque he reservado en el mejor de toda la ciudad dentro de... —miró su reloj con detenimiento—. Dos horas.
— Dos horas.
— Eso es. ¿Crees que podrás estar lista? Por supuesto te iré a buscar a casa y te llevaré de vuelta al terminar.

Olivia miraba la escena con la boca y los ojos abiertos, mientras que Damiano sonreía con suficiencia porque eso demostraba que Anahí era la mujer a la que estaba conociendo y que, al parecer, iba en serio con ella. Al ver que nadie contestaba, tomo la iniciativa. Se puso al lado de Anahí, pasando su brazo por el de ella y, después de darle un leve empujón, habló:

— Estará lista, Alfonso. Gracias por elegir CDN para tu entrevista, estamos muy felices de que nos hayas elegido.
— Gracias a vosotros.

Damiano había elegido todo el vestuario de Anahí, desde el vestido, palabra de honor y bastante ajustado color morado, a los complementos como los pendientes o el collar que llevaba. Se había maquillado ligeramente y el peinado también había estado bajo el cargo de Damiano.

— No sé porqué sigues teniendo esa cara, Annie. Ha dicho delante de todo le país que te está conociendo y que, según él, es serio. ¡Alfonso Herrera jamás ha ido en serio con una mujer! Y mucho menos lo ha hecho público...
— Lo sé, lo sé —susurró Anahí, segundos después—. Es solo que... No sé, se me hace raro. No hemos hablado nada serio como para decir en la televisión que somos pareja... Ni siquiera llevamos viéndonos más de una semana y después de lo de James...
— Anahí Giovanna Puente, disfruta de lo que la vida te ha puesto delante. Alfonso es un bombón y si dice que quiere conocerte es porque de verdad quiere conocerte. Jamás ha perdido el tiempo por una mujer, por muy alta, muy guapa, o delgada o rubia que fuese.