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— ¡Estás en todas las portadas! —chilló Olivia al día siguiente.

Anahí arrugó la nariz. Pues claro que estaba en todas las portadas, Alfonso había dado la exclusiva en su entrevista y estaba claro que desde ese momento lo seguirían sin descanso hasta con dar con la mujer que había robado al sexy soltero de oro. No había dicho que era ella, y parecer los medios no estaban del todo convencidos. Pero ahí estaban los dos, sonrientes en la cena que habían compartido ayer.

«Anahí Puente, reportera de la CDN, ¿la mujer a la que Alfonso Herrera está conociendo formalmente?»

— Por lo menos saben cuál es mi trabajo.

Olivia chistó, poniendo los ojos en blanco.

— Todos piensan que eres la mujer que tiene enamorado a Alfonso Herrera.
— ¿Enamorado?
— ¿Por qué sino iba a estar Alfonso Herrera conociendo a nadie? Las tiene a sus pies con solo dar a un botón, no necesita perder el tiempo con cortejos.

Anahí abrió los ojos sorprendida. Olivia podría tener razón, ¿no? O simplemente era lo que ella creía en realidad, una atracción física casi descontrolada que les impedía a ambos tener las manos quietas más de diez minutos. Cuando estaban en público, como durante la entrevista o la cena del día anterior, Anahí hacía todo lo posible por contenerse lejos de Alfonso, aunque su aroma varonil y su boca se lo ponían muy difícil. Pero cuando estaban a solas... Anahí recordó como habían acabado las cosas en su casa antes de la cena... Y cómo habían acabado después y se ruborizó.

— Anahí —la llamó Olivia— ¿Qué te pasa?¿Te has puesto nerviosa?
— No sé de qué estás hablando —negó con rotundidad—. Y yo no estoy intentando conquistar a nadie.
— No he dicho que lo estuvieses haciendo —sonrió su amiga, cruzándose de brazos—. Pero creo que hay ciertas cosas que me estás ocultando, y no entiendo muy bien porqué. Somos amigas, ¿no?
— Claro que somos amigas —sonrió Anahí, asintiendo—. Pero no te estoy ocultando nada. ¿Qué te podría ocultar?

Alfonso miró la revista que su agente había dejado sobre la mesa por quinta vez. Claro que era la mujer a la que estaba conociendo formalmente, aunque sacarle información personal era un completo quebradero de cabeza. Él tampoco era muy hablador, pero había compartido con ella su infancia y lo difícil que había sido criarse y triunfar bajo la sombra de una persona tan influyente como su padre. Le había contado que había estado a punto de dejarlo pero que comprendió  a tiempo que realmente era a lo que se quería dedicar. Le había contado cosas que jamás había contado a nadie, ni siquiera a su madre. Y lo había hecho por es simple hecho de que la amaba. Abrió los ojos con sorpresa, ¡eso era!

— La amo —susurró para si mismo antes de sonreír.

Agus lo miró sin entender ya que había escuchado como decía algo pero no había comprendido lo que significaba.

— ¿Qué?
— ¿Qué? —repitió Alfonso, confundido.
— ¿Qué has dicho antes? Te he entregado la revista hace diez minutos y todavía no me has dado ninguna explicación. Primero dices en una entrevista en directo que estás conociendo a una mujer de forma formal, como si estuvieses pensando en casarte con ella. Y ahora te ven cenando en un restaurante con la señorita Puente, la reporte de la misma cadena donde sueltas en bombazo. ¿Qué pasa por tu cabeza, Alfonso? Al parecer no solo te teníamos que haber mirado el brazo, creo que tienes un buen golpe en la cabeza. Iremos al médico ahora mismo.

Se encogió de hombros y lo siguió, porque sino no se iba a quedar tranquilo, pero él sabía que no tenía ningún golpe en la cabeza. Básicamente porque ya los había tenido con anterioridad y si ahora lo tuviese, le dolería la cabeza sin parar. Y lo único que tenía en la cabeza era ver a Anahí pronto, besarla, abrazarla, hacerle el amor... Conocerla mejor... Tenía que conseguir que le hablase de ella, tenía que conseguir que se enamorase de él. No sería tan difícil, a él no le había costado.

Quién te creesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora