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Olivia se encontraba de regreso a Manhattan luego de una misión en México. Había subido de nivel como agente de S.H.I.E.L.D., para la mala suerte de Tony, a quién no le hacía muy feliz que su pequeña hermanita se arriesgara tanto.
Fury había confiado en ella para deshacerse de un cártel de drogas que estaba comenzando a traspasar su mercancía a Estados Unidos. La misión se había complicado un poco, pero al final habían conseguido capturar a todos los traficantes.
Estaba a una vuelta de la torre de los vengadores cuando el timbre de su celular sonó.
—Señorita Stark, tiene una llamada entrante de la agente Natasha Romanoff—avisó JARVIS, la inteligencia artificial que Tony había creado en honor al antiguo asistente de su padre.
─Contesta—JARVIS aceptó la llamada y puso el altavoz en el auto—. ¿Diga?
—Fury murió.
Es primer instinto de Olivia fue arrugar el ceño y sonreír incrédula. Hubiera creído que se trataba de una broma de no ser por el tono de voz preocupado de la pelirroja. Pareciera que ni ella misma lo creía.
—¿Qué?—preguntó desconcertada.
—Sí, y necesito tu ayuda—eso la sorprendió aún más, en los años que llevaba de conocer a Natasha nunca había pedido ayuda—. Iremos a nueva jersey y tú nos servirías. Necesito que vengas.
—¿Es una petición o una orden?—preguntó burlonamente para aligerar un poco la conversación.
—Un favor para una vieja amiga—Olivia pudo imaginar la sonrisa ladeada tan característica de Natasha.
—Bien, nos vemos allá en unas horas—aceptó para no hacerle perder más tiempo.
Natasha le dio las gracias cortamente y colgó.
—JARVIS, nuestro viaje se retrasará más de lo planeado, cambia la dirección a las coordenadas en el mapa—puso la dirección que ya se encontraba en su celular y una vez que JARVIS le mostró la ruta más corta, condujo un poco más rápido de lo que permitía la ley.
Llevaba media hora de viaje cuando recibió una llamada de Tony; probablemente le extrañó no verla en la torre, como era costumbre.
—¿Dónde estás?—preguntó su hermano en cuanto atendió la llamada.
—Buenos días, yo amanecí bien, ¿y tú?
—No me quieras distraer jovencita, hace 40 minutos que deberías haber llegado a la Torre.
—Me desvié, llegaré tarde—respondió con insolencia mientras daba vuelta en una calle para seguir con el recorrido.
