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Olivia se encontraba cantando una canción inventada mientras tomaba un baño por la mañana. Sus entrenamientos la dejaban muerta y por pura suerte ese día le tocaba un descanso.
Hacía ya una semana de que su hermano y ella habían hablado por última vez. Aunque no le gustara admitirlo, le molestaba un poco que Tony quisiera experimentar con ella. Entre él y Ethan desarrollaron una máquina que explotaría su potencial, pero ella se negó rotundamente a la idea de tener que pasar por otro proceso doloroso.
Claramente, Tony no lo tomó bien.
─Ya te dije que tenemos que hacerlo─exclamó el mayor de los Stark ese día.
─Y yo ya te dije que no.
─¿Puedes ser más testaruda? Se trata de tu seguridad.
─No, Anthony, se trata de que quieres mostrarte que puedes hacer de mí una más de tus armas, y adivina que, ¡no me interesa!
Natasha intervino, alegando que era decisión de Olivia y de nadie más sobre lo que hacían con su mente y cuerpo. Tony terminó por rendirse, pero le había aplicado la infantil "ley del hielo" a su hermana.
Aunque a ella no le podía importar menos, pues habían hecho lo mismo desde que Olivia había salido del internado. Se peleaban, se ignoraban por un par de días y finalmente volvían a hablarse como si nunca hubiera pasado nada. Además, en esos momentos le resultaba perfecto, pues así tenía una excusa para no hablar con él sobre el tema de sus padres.
Cerró la regadera pulsando un botón y abrió la puerta de cristal. Dejó que su cuerpo se escurriera un poco sobre el tapete, para después tomar su toalla blanca y rodear su cuerpo con ella.
Fue hasta el espejo del baño y quitó algo de vapor en él con su mano. Comenzó a secar su cabello mientras seguía tarareando una letra improvisada.
Aún no se acostumbraba a no escuchar las voces en su cabeza, así que en ocasiones terminaba hablando consigo misma para escuchar algo dentro de su mente. Cualquiera pensaría que estaba enloqueciendo, pues desde pequeña pidió desaparecerlas y cuando por fin lo logró las quería de regreso.
Cuando estuvo completamente seca, colgó la toalla en un tubo pegado en la pared y procedió a vestirse. Había elegido ropa cómoda, pues ese día caminaría demasiado y no quería fastidiarse por las capas de tela. Salió del baño y caminó hasta su habitación. Tomó su mochila y se puso sus gafas de sol. Al pasar de regreso por la sala, Bucky salió del cuarto de invitados. Llevaba una camisa verde militar algo pegada y los pantalones de dormir a cuadros le hacían ver más fornido de lo que ya era. Suponía que hacía ejercicio en casa mientras ella no estaba para matar el tiempo.
Era gracioso para Olivia como pudo haberse visto tan amenazante cuando lo conoció, sin embargo, parecía un niño pequeño por la manera en la que tallaba sus ojos con su mano humana. Pero si quería ser honesta, no podía verlo como un niño, pues resultaría enfermo teniendo en cuenta los miles de escenarios poco apropiados que imagino en cuanto fijó su vista en él.
