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Después de cuatro largas horas de viaje y varias multas de tránsito, Olivia logró llegar con vida a New Jersey. Las coordenadas que le había mandado Natasha la llevaron hasta una especie de campamento militar, el cual parecía abandonado desde hace años.
Frente a ella se encontraba la viuda y el Capitán América.
A Natasha la había conocido cuando fue contratada para ser su nueva asistente, aunque en realidad estaba encubierta y había sido mandada por Fury para monitorear a los hermanos Stark. A Steve, por otra parte, lo conoció luego de que S.H.I.E.L.D. lo trajera a la nueva época y lo hicieran su primer vengador.
Rogers fue el que se mostró más sorprendido ante la noticia de que Stark tenía una hermana, sin embargo, desarrolló un especial cariño hacia la pelinegra, a la cual le contó que había conocido a su padre, Howard Stark, del cual ella tenía casi ningún recuerdo, pues era muy pequeña cuando murieron él y su madre.
Bajó de su auto y el sonido de la puerta cerrándose fue lo que sacó al Capitán de su mente, la cual parecía estar llena de nostalgia.
─Es malo soñar despierto, Capitán─canturreó Olivia, caminando tranquilamente hacia ellos.
─Recordaba algunas cosas─respondió Steve con una sonrisa. Cuando la pelinegra llegó hasta ellos la saludó con un medio abrazo, el cual correspondió con gusto─. Es bueno volver a verte, Olivia.
─Creí haberle dicho que me dijera Liv.
─Y yo creí haberte dicho que me tutearas─contraatacó el rubio, alzando ambas cejas en su dirección.
─Lo haces sentir viejo─dijo Natasha, quien los veía divertida.
Olivia se separó de Rogers para saludar a la pelirroja con un beso en la mejilla cortamente y regresar la mirada a él.
─Según google, tener más de 90 años es estar ya en la tercera edad─formó un puchero y ladeó la cabeza con falsa pena─. Pronto tendremos que pagar un asilo.
Steve la miró, severo, y ella reprimió una carcajada. Por más que le agradara Olivia, le recordaba mucho a Tony, y él no caía mucho en su gracia. Sin una palabra más, se dio la vuelta para comenzar a caminar, con ambas chicas siguiéndolo por detrás.
Cuando la noche se hizo presente, Olivia comenzó a sentir una ansiedad abrumadora que solo se manifestaba cuando el sol se ocultaba. Empezó a escuchar pequeños susurros provenientes de las sombras, las cuales habían sido sus compañeras desde que tenía memoria. Estaba acostumbrada, sin embargo, a veces solían ser molestas.
Natasha sacó una especie de medidor térmico y comenzó a analizar la estructura, mientras que Olivia se movía de un lado a otro buscando una entrada.
─Aquí acaba el rastro─informó Natasha rendida─. No hay firma de calor, ni de satélite, ni siquiera de radio. Quién creó el archivo, creó un diccionario para despistarnos.
