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En el auto no se escuchaba más que el viento golpear la ventana y la música de pop genérico en la radio. Olivia volteaba a ver a Barnes cada cierto tiempo; iba demasiado callado y eso le resultaba preocupante.
—¿Estás bien?—preguntó con tono dulce luego de debatirse internamente sobre si meterse o no. No quería que pensara que era una entrometida.
─¿Por qué preguntas? ─interrogó Barnes, tratando de no responder, pues la respuesta era algo complicada.
Olivia se encogió de hombros y se detuvo en un semáforo. Revisó ambos vidrios para corroborar que nadie los estuviera siguiendo; la paranoia la había acompañado desde chica, aunque sabía ocultarla. Después de notar que Bucky no iba a decir nada, ella habló.
─Te noto callado.
─¿Eso es malo? ─inquirió con voz monótona, viendo por la ventana las ligeras gotas de lluvia que comenzaban a caer por el cristal.
Le estaba comenzando a molestar la indiferencia de Bucky; ahora entendía lo que él había sentido luego de que lo ignorara por semanas.
─Bueno, creí que tendrías algo que contarme.
La luz se puso en verde y Olivia avanzó. Barnes aprovechó que estaba con su vista fija en el camino para mirarla de reojo; le gustaba ver sus manos mientras manejaba, siempre estaban pintadas de color rojo y eso contrarrestaba con su piel almendra; su cabello suelto le proporcionaba a sus fosas nasales un olor a champú de coco gracias al aire acondicionado que les daba de lleno en la cara.
Por unos segundos se sintió en paz, y odiaba sentirse así.
Al pasar por un bache, el auto dio una ligera sacudida, haciendo que una herida en el abdomen de Olivia le doliera; soltó un quejido de dolor, algo que alarmó a Bucky, ya que─perdiendo toda su discreción─ volteó a verla con rostro aparentemente preocupado.
─No es nada─le restó importancia, presionando la zona con su mano libre para apaciguar el ardor─. Te ves cansado, ¿no vas a decirme que pasó en estos tres días?─vaya que parecía cansado, pues unas grandes ojeras moradas descansaban en su rostro.
Bucky regresó a su expresión seria y se giró de nuevo a la ventana. Olivia alzó sus cejas con incredulidad y mordió su labio por dentro, lastimándolo un poco por la fuerza.
Pensaba que Barnes estaba actuando como un niño enojado, pero no lograba descifrar el por qué. Realmente no tenía ni idea de tormento que estaba pasando por su cabeza en esos momentos.
─Bien, ignorarme todo lo que quieras─espetó con algo de molestia. No podía quedarse callada por mucho tiempo─. Creí que ya habíamos superado la estúpida ley del hielo.
