Capítulo I

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CAPÍTULO I: “Hablemos de dolor...”

AUTORÍA: Regina


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BEATRIZ...

El dolor es inmenso, las palabras de la carta de Mario Calderón, son dardos que se clavan una y otra vez en su cerebro, dejándola sin pensamientos y en su corazón provocando una opresión insoportable y en su alma, arrancándola del cuerpo que queda vacío...

ARMANDO...

Las lágrimas ahogan, la culpa ahoga, el dolor por el dolor producido al ser que se ama, quema y no hay bálsamo que lo alivie. Ella lo sabía y aun así, estaba dispuesta a jugarse por él... CERDO, ESTUPIDO, INSENSIBLE, BASURA, es lo menos que te mereces, despreciarte por haber perdido a la única mujer que amaste y amaras el resto de tu vida. Ese será tu castigo, el dolor y la culpa...

BEATRIZ...

Ya no quedan lágrimas. No existe la rabia que la consumió... Ni el deseo de venganza... Solo queda el dolor y... los interrogantes... ¿Por qué? ¿Por qué a ella? ¿Por qué otra vez a ella? Siempre seria así. Y la decisión... Tomar de una vez las riendas de su vida...

ARMANDO...

Eso no basta, no bastara nunca, hay que pagar tanto dolor y lo pagaras el resto de tu vida, con tu vida misma, y tu peor castigo será verla feliz, en brazos de un hombre, de un hombre de verdad, que la merezca, que la ame, que le de lo mejor que se le puede dar a un ser de luz como es ella... debes hacerlo...

BEATRIZ...

Renacer... Comenzar a vivir, para ello es necesario morir: ¿Por qué no? Desde el mismo día que encontró la carta, desde el mismo instante que confirmo sus dudas al ver a Armando, seguir al pie de la letra las instrucciones, ¿no es que comenzó su agonía? Cada uno de sus actos no incrementaba su dolor...

ARMANDO...

Ella lo supo todo el tiempo y en su desesperación lo lleno de dudas, de celos, pero seguro que no creyó que fueran verdaderos, ni el los reconoció al principio... “Todo es por la empresa, por no perder la empresa”.
Cuantas veces se lo dijo, cuantas veces intento mentirse a sí mismo, diciendo que eran remordimientos y culpa lo que sentía... Cuantas veces negó amarla.

BEATRIZ...

Ya no queda nada, su muerte se concreto en el ultimo abrazo que el le dio después de entregarlo a la junta y sus palabras fueron su epitafio: “Porque Beatriz, porque no me dijo que conocía esa carta”. Y de que hubiera servido, en que hubiera cambiado el dolor, la mentira...? “¡Tenemos que hablar!, no se vaya mi vida, yo la amo”.
Aún no cejaba, seguía produciéndole dolor .

ARMANDO...

Ella lo amo, con sus ojos, con su piel, con su alma. Él lo era todo para ella, sacrifico sus principios, se convirtió en su amante, día a día le demostró su amor, el amor más puro, sincero y desinteresado que persona alguna le diera y él, él que hizo... La destruyo, la mato, se burlo de ella tanto tiempo. Ya tenia lo que merecía: AMAR INMENSURABLEMENTE A QUIEN JAMAS, JAMAS VOLVERIA A CONFIAR EN EL.

BEATRIZ...

Pero su entierro definitivo se concreto al tener que dejar la bolsa de sus engañosos pero únicos recuerdos con doña Marcela. Así se despidió de todo, con lágrimas, con dolor, con impotencia, tal y cual había vivido desde que nació.

SEGUIREMOS CONVERSANDO...

Continuará...

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