CONVERSACIONES

Capítulo VIII

CAPÍTULO VIII: “Hablemos de arriesgarse...”

AUTORÍA: Regina

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B: En...

La cara de ilusión y ansiedad de Armando la llenan de ternura.

B: Dr. ¿Qué le parece que lo resolvamos juntos en cuanto termine la jornada de trabajo?

A (pasmado) : ¿Coooomo? (Baja el tono)... Como usted desee Betty.

B (mirándolo con un delicado rubor en sus mejillas) : Hasta la tarde Don Armando

Se ha puesto de pie y se retuerce las manos nervioso, ella apoya una mano sobre las suyas, lo mira a los ojos y sonriendo le dice:

B: Tranquilo doctor, todo saldrá bien.

Ante un atónito Armando se retira.
El no puede creer en esa nueva Betty...

A: Es que acaso le coqueteo? (Piensa)... Noooo, son ideas suyas, Mendoza, es su deseo de ser perdonado y fundirla nuevamente en sus brazos y comérsela a besos y que vuelva a ser MI BETTY. Pero.... fue tan dulce... Ella siempre fue dulce, que dices Mendoza? No,  si esta mujer te va a enloquecer, pero bueno toca esperar, total el “no” esta presente, trabajaremos duro por el “si”, por el perdón, vamos animo Mendoza, levante ese espíritu, vamos Tigre.

Mientras se dirige a la empresa no puede evitar pensar en lo que le espera, en la reacción de doña Marcela, en como la humilló haciéndole mostrar la bolsa negra, tratándola de ladrona, recuerda la desesperación de Armando cuando ella se iba, su pedido desgarrador que lo esperase, sabe que ese mismo día la fue a buscar y se canso de pedir que ella se comunicara con el. Encontrarlo casi muerto en ese bar cuidando con veneración su foto, “la foto de Betty la Fea”, pidiendo en su inconciencia por ella, por su perdón, entender que a pesar del engaño, llego a amarla, basto ver su ansiedad, su angustia cuando la encontró esa mañana, sus nervios a la espera de su respuesta... Quien lo hubiera pensado!, el gran Armando Mendoza, el Tigre de Bogotá, nervioso por una conversación con “Betty la fea”. Quien lo creería. Ni en sus mejores sueños imagino que eso podía suceder. ¡Pobrecillo! Además todo golpeadito, si lo único que hubiera deseado en ese momento era estrecharlo en sus brazos, decirle que lo amaba, besar cada uno de sus lunares y perderse en esa mirada profunda, tanto como el mar que adora.

B: Para Betty, para allí, estas yendo demasiado rápido, el solo quiere hablar contigo, seguro que no se animará a nada más, solo a pedirte perdón, ¡se lo ve tan frágil!.

Inmersa en estos pensamientos llego a la empresa y sus compañeras la reciben con tremendo griterío y algarabía, hasta que se oye la voz de Marcela.

MV: Será que las secretarias pueden volver a su trabajo? ¿Qué es esta gritadera?

B (se gira y la mira de frente) : Buenos días Doña Marcela.

MV: Usted quien es? Que hace aquí?

A.M: Doctora, es Betty...

Todas: Si Doña Marcela, Betty.

MV: ¿Quéééé? (Sorprendida, histérica y abochornada)... Ud... usted como se atreve a volver a Ecomoda? Yo le prohibí poner un pie en esta empresa, usted se fue como lo que es, ¡una ladrona!

DR (sale de presidencia ante tanto griterío y alcanza a escuchar lo que dice) : ¡Marcela! (Grita)... Yo le pedí a la doctora Pinzón que viniera y hazme un favor, cállate y entra a la sala de juntas con nosotros.

Así fue el regreso de Betty a la empresa. Se realizó la junta extraordinaria donde muchas cosas se pusieron en su lugar. Ante la nueva propuesta Marcela renuncio y cosa rara, nadie se opuso, ni Roberto. Daniel salió furioso, sin siquiera poder amenazar con la venta de sus acciones, ya que la empresa, legalmente era de Betty. Ante la renuncia de Marcela se acordó que Mario Calderón tomaría su puesto y con el nuevo proyecto de franquicias, estaría bastante alejado de la empresa, para comenzar al día siguiente viajaría a Palm Beach a solucionar los temas de aquel punto de venta. Con esta perspectiva, Mariana pasaría a ser su asistente con lo cual se haría cargo de los puntos de ventas de Bogota. Nicolás como vicepresidente comercial, ocuparía el puesto anterior de Mario. Betty, vicepresidente financiera, tomaría el lugar y la oficina de Olarte. Armando nuevamente la presidencia y Betty seria la veedora dentro de la empresa.
Roberto comunico que Don Hermes seria el veedor externo, trabajando para él.