Capítulo IX

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CAPÍTULO IX: “Hablemos... Pero aquí no...”

AUTORÍA: Regina

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Sus miradas se encontraron como antaño, como cuando ella deliraba de amor por él y, él la necesitaba para vivir, aun sin saberlo, como sin ser conciente de un amor único, que ella le había inspirado. Por unos segundos sus almas se unieron en la más intensa dimensión de un espacio extraño e infinito... ambos supieron que dijeran lo que dijeran volverían a estar juntos.

El esbozo una sonrisa, ella entorno los ojos. Sus rostros comenzaron a acercarse como en cámara lenta hasta que sus labios hicieron contacto, suave, como el roce del viento... Ambos suspiraron y se separaron tan lento como se habían unido. Ambos se sonrojaron, esbozaron una cálida sonrisa con la que obsequiaron al ser amado.

La magia se rompió por unos golpes en la puerta. Ninguno contestó, los golpes volvieron a sonar y una voz más que conocida se escucho:

DH: Mija, esta allí? Hay alguien allí?

Armando abrió la boca para contestar cuando sintió la mano de Betty cubriendo sus labios, la miro, ella sonrió picaramente, tomo con su mano libre la de él y lo condujo al baño de presidencia. Don Hermes abrió la puerta, se asomo, volvió a llamar, entro al hueco y luego se fue diciendo en voz alta:

DH (rascándose la pelada) : Que raro el gigantón ese, dijo que no había visto salir a Betty...

Mientras en el baño de presidencia, Betty se había apoyado con el oído pegado a la puerta y detrás de ella sobre su hombro Armando también pego la oreja. Cuando escucharon cerrarse la puerta permanecieron así, ella apoyada en la puerta y él en su cuerpo. Levanto una mano y en una suave caricia cubrió la de ella, bajo un poco la cabeza y rozo su sien, ella giro despacito su rostro, el beso su mejilla, ella levantó la cara y rozo sus labios cerrando los ojos. Armando se descontroló, la tomo por la cintura, girándola de frente a el y aprisionándola en sus brazos, comenzó a besarla con desesperación, primero dulce, pero a medida que ella respondía, se colgaba de su cuello y acariciaba su nuca el se tornaba más y más apasionado... Sus manos vagaron por su espalda de la cintura al cuello, sus cuerpos se unieron formando una sola masa contra la puerta... Betty pudo sentir la excitación de Armando sobre su vientre. Muy avergonzada, separo su cara y tomo su rostro entre sus manos, sus respiraciones eran entrecortadas y sus corazones desbocados. Como pudo le dijo:

B: Ha... hablemos... pero, aca... aca... no... va... vamos... a... otro lu... lugar...

A (que no puede creer lo que oye y le cuesta reaccionar del momento) : Ya... ya mi amor... lo... lo que... tú quieras... donde tu... quieras...

Lo que siguió fue un abrazo, fuerte, intimo, sin palabras, intentando cada uno controlar la hoguera que se había encendido entre ellos. Salieron del baño tomados de la mano, el tiraba suavemente de ella, recogieron sus pertenencias y con mucho cuidado salieron por la sala de juntas corriendo hasta el ascensor. Bajaron directamente a la cochera y ya en el auto, Betty comenzó a reír a carcajadas, como una niña casi pillada en falta que acaba de librarse del castigo. Armando la miro lleno de ternura.

A: Esa risa, hace tanto que no oía esa risa...

B (lo mira y sigue sonriendo) : Estoy pensando en mi papá Dr. no debe entender nada... ¡Pobre!!! Pero me prometió que no vendría y Wilson le dijo que no me había visto salir, debe estar realmente confundido...

A: Pero que traviesa se volvió mi picarona.

B (poniéndose seria) : Dr. Será mejor que salgamos.

A (extrañado y algo temeroso) : Dije algo malo Betty? ¿Por qué se puso seria de repente?

B: No, no nada doctor pero será mejor que nos vayamos, esto... esto que paso... no, no debería... íbamos... íbamos a hablar...

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