»—Estamos en... ¿en dónde mierda dijiste, Freyre?
—¡El mejor lugar del jodido mundo!
—Es su manera de decir que vinimos a la ciudad y encontramos un parque de diversiones. Resulta que ambas tenemos cinco años y llevamos media hora subiendo y bajando del Kamikaze. Esta estúpida me obligó a acompañarla cuatro veces ya.
—Falacias, falacias y más falacias. Tú querías subir primero.
—¿Escuchas algo, Lucifer? Porque yo solo escucho mentiras.
—Cierra la boca, yo nunca miento.
—Ah, además, un chico intentó coquetear contigo.
—Dios, ni me lo recuerdes.
—¿Qué fue lo que te dijo? ¿Que quién pudiera ser tetero para que lo llenen de...?
—Neith, cállate, qué horror.
—Es que es increíble y horrible al mismo tiempo.
—No te rías, fue asqueroso.
—Ajá, pero esos piropos son geniales. No hay nada más icónico que un quién pudiera ser...
—Cuando vienen de la gente correcta son graciosos, sí.
—¿Qué es para ti "la gente correcta"?
—Tú, por ejemplo.
—Muy graciosa.
—Lo digo en serio. Me encantó cuando le dijiste al chico que eras mi novia solo para que me deje en paz.
—A veces es lo único que sirve.
—Odio cuando son así. Pero gracias, de todos modos. Ninguna de mis amigas suele darse cuenta de que ese tipo de cosas me incomodan. Ellas creen que las disfruto, como si viviese por los cumplidos de chicos que no conozco.
—¿Recibes muchos a diario?
—No es eso lo que quise decir...
—Vamos, no intentes ser modesta conmigo, Freyre. Algo me dice que debes de enamorar a cada hombre que se te cruce.
—¿Solo a los hombres?
—Bueno, quizás a las chicas también.
—A lo mejor sí.
—¿Estás interesada en eso?
—¿En qué?
—En enamorar a una chica.
—Ah, pues...
—Olvídalo, no debí preguntar nada.
—Está bien, solo que... nunca me lo planteé.
—¿Hablas en serio?
—Sí. Bea y mis amigas son muy cariñosas entre sí y todo lo que quieras, pero lo hacen solo porque saben que a ninguna nos gustan las mujeres. Es como algo que damos por hecho entre nosotras. Nunca nos lo cuestionamos.
—Ya veo.
—¿Qué hay de ti? ¿Te interesa enamorar a alguna chica?
—Me interesa más no vomitar antes de subir por quinta vez al Kamikaze, pero empiezo a pensar que no fue buena idea comer esas papas fritas...
—Te lo dije, pero la señorita siempretengolarazón no quiso escucharme.
—Es difícil escucharte cuando todo el mundo voltea a vernos. Parecen leones muertos de hambre. ¿Cómo mierda lo toleras?
—No es para tanto.
—Deberías ver lo que me miran a mí. Nadie, pero nadie, voltea a verme como lo hacen contigo.
—Yo sí voltearía a verte.
—Tú y yo somos amigas. Eso no cuenta.
—¿Somos amigas?
—Claro, ¿qué más seríamos, sino?
—Nada, es que pensé...
—...¿que me cuesta mucho empezar amistades?
—No exactamente...
—¿Qué pensaste entonces?
—Nada.
—Vamos, dímelo.
—Después, ¿si? Todavía me queda una entrada al Kamikaze.
—Freyre...
—¿Me acompañas o tienes miedo?
—¿Yo? ¿Tener miedo? Nunca.
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Calma para el caos
KurzgeschichtenTodo el mundo adora a Freyre Haddish, ¿cómo no hacerlo? Si no solo es atractiva, inteligente y carismática; también es divertida, interesante, empática y sabe cómo hacerte sentir que eres única en el universo. Nada en ella es falso, nada en ella est...