O34;; H y u n j i n Pt. 2 • 6/8 ¡!

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F I N A L   C O R T O

Tres semanas, tal vez un poco más, habían pasado desde la última vez que viste a Hyunjin. Tu rutina era la misma de todos los días, te levantabas, desayunabas y te ibas a la universidad rogando no cruzarte con el chico que te había hecho derramar tantas lagrimas; cuando finalizabas tu jornada de estudios te dirigías hacia tu trabajo y luego de nuevo a tu departamento, en ocasiones Minho esperaba por ti al finalizar tus horarios laborales, otras veces simplemente tomabas el autobús en plena soledad.

Ya era pasada la media noche y tu seguías sin conciliar el sueño, tus pensamientos eran invadidos por una persona de la cual no querías saber nada. Era horrible tener ese sentimiento de extrañar a alguien, los momentos juntos, las risas, miradas y más. Un vacío se alojaba en tu pecho cada vez que recordabas su nombre.

¿Lo peor de todo?

Lo querías tanto que era imposible odiarlo. No tenían nada formalizado pero él ocupaba un lugar tan grande en tu corazón que muchas veces lo habías puesto a él sobre tu misma felicidad, esperando que algún día todo lo que una vez diste vuelva hacia a ti, pero las cosas no funcionan así, por más que doliera, lloraras o  hicieras el mayor sacrificio del mundo, él no era para ti, pero estabas negada a esa idea.

"¿Y si lo perdono?"

Pensabas continuamente. Los escenarios que creabas fugazmente en tu cabeza te hacían feliz, pero no era nada concreto, solo eran situaciones generadas por ti misma para consolarte y dar una excusa al comportamiento de Hyunjin, creías poder ser feliz a su lado, que él podía hacerte feliz.

La puerta de tu habitación sonó y viste como Minho repentinamente se asomaba desde el marco de la puerta.

- ¿Estás despierta? -susurró mirando a tu dirección-. Claro que estás despierta, eres como un vampiro, ¿por qué pregunté? -encendió la luz del lugar y se acercó a ti hasta sentarse en tu cama-. Estás pensando en él, ¿verdad?

- Sí, per...-

- A mí no me tienes que dar explicaciones -interrumpió con una sonrisa-. ¿Puedo decirte algo? -Asentiste y él sonrió. Minho se quedaba a dormir de vez en cuando, eran como hermanos, aunque sin tantas peleas. Él te cuidaba, tú lo cuidabas, salían juntos, se quedaban en casa del otro y así transcurrían sus días-. Eres una mujer muy fuerte, hermosa, autosuficiente, carismática, inteligen-...

- Basta -dijiste entre pequeñas risas ya que no estabas acostumbrada a tantos halagos-. Ve al punto.

- No puedo aconsejarte, ¿sabes que sí puedo hacer por ti? -lo miraste esperando que siguiera hablando-. Apoyarte en lo que sea que decidas, soy tu amigo, eres como mi hermana menor, no me gusta verte así, pero no puedo interferir en tu vida, si quieres perdonarlo ve y hazlo, no te voy a detener, si te equivocas estaré para ti, no te dejaré sola y podrás llorar cuanto quieras, estaré para escucharte -sonrió y acarició tu pierna por encima de la manta que te cubría-. Lo mismo si decides que lo mejor es dejar las cosas así, él no es ni será el último chico en el mundo, tal vez  duela, pero todo en algún momento tiene que pasar.

Un leve "Gracias" salió de entre tus labios. El castaño se acercó y dejó un suave beso en tu frente, despeinó tu cabello y se dirigió a la puerta.

- Duerme enana, los parciales no se rinden solos -con eso apagó la luz y cerró la puerta.

Esa noche y los siguientes días  reflexionaste la situación, le dabas vuelvas y vueltas, llegando solo a un punto, debías hablar las cosas con Hyunjin.

Cuando lo citaste estabas nerviosa, ni siquiera sabías bien qué le dirías, pero ahí estabas, esperando por su llegada en una cafetería cercana a su universidad. Viste su cabellera a lo lejos y tu corazón se aceleró, los nervios se apoderaron de ti y por inercia quisiste salir corriendo, pero ya estabas ahí y no había vuelta atrás.

- Hola -dijo él con una sonrisa. Tomó asiento frente a ti, se veía normal, ni siquiera se notaban sus nervios si es que los tenía-. ¿Pensaste las cosas?

- Sí -respondiste firme. Jugaste con tus manos sobre tu regazo, sabías a quién de los dos afectaría tu decisión-. Sabes lo mucho que te quiero y que miles de veces te he priorizado a ti sobre todos, pero está vez no puedo, está vez creo que la prioridad debo ser yo -una pequeña y sutil sonrisa se asomó en tus labios-. Me has gustado por mucho tiempo y tú lo sabes, pero ya es momento que vea por mí misma, el estar bien yo es más importante que cualquier amor incierto que pueda llegar a tener.

En ese momento supiste que habías hecho las cosas bien, porque a pesar de esa pequeña presión en el pecho te sentías feliz, saber que estabas empezando a ser tu propia prioridad se sentía demasiado bien para ti y así debía continuar.

- ¡Esa es mi chica! -exclamó en un susurro Minho que se encontraba mirando la escena desde una mesa no tan lejana a la de ustedes.
















































G x n e t i c s

No sé qué esperaban de final de esta historia pero a mí me gustó y estoy conforme con él.


 

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