III. MAMÁ.

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—Quiero hablar con la reina

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—Quiero hablar con la reina.—Dijo Keira a un enano. Keira estaba tratando de entrar a la sala del trono, pero ese enano solo le decía que estaba hablando con alguien sumamente importante.

Keira se pasó la mano por el pelo, frustrada.

No entendía el porqué no la dejaban entrar, y no se tragaba el cuento de que estaba hablando con alguien importante, ya que con sus conocimientos pudo deducir que aquí en Narnia solo pasaba problemas con los faunos y cosas especiales.

—Creo que necesita ir a desayunar, señorita Keira —Dijo un criado de la reina, tocándole la espalda, para tranquilizarla.—. En estos momentos la reina no se encuentra disponible.

Keira cerró los ojos con curiosidad.

—¿Con quien?

—Es una información que no podemos revelarle, señorita Keira.—La pelirroja se cansó y se dejó guiar por el criado.

Algo que le extrañaba a la criados, era que aunque la habían traído a fuerza de voluntad, la reina les había ordenado que tenían que tratarla como una princesa —aunque muchos la trataban mejor y peor.—A Keira le encantaba, pero lo que no entendían porque, ya que literalmente es una prisionera, se supone que la tenían que tratar mal. Pero eso era un asunto que que no tienen acceso hablar.

Cuando la llevaron al comedor, la sentaron en la silla de hielo, todos los presentes se morían de frío, pero al parecer Keira tenía demasiado calor, ya que le ofreció su abrigo a el señor Jacobs.

El señor Jacobs era un fauno que había sido arrestado hace más de diez años. Cuando llevaron a Keira a Narnia, la chica no hablo con nadie por un mes entero, le habían sometido a torturas o prohibiéndole comida, pero no hablaba. El señor Jacobs era el primer ser vivo que en el cual Keira habló, la reina al enterarse de lo sucedido ordenó que siempre esté al pendiente de ella, así convirtiéndose en su mejor amigo.

—¿Con quien está hablando mamá?—Dijo Keira para acomodar la silla y ponerse al lado del fauno. El señor Jacobs la miró extrañado, él tampoco sabía, pero tenía varias sospechas.—. Me dijeron que era alguien sumamente importante.

El señor Jacobs la miró, haciéndose el pensativo, Keira empezó a cortar el trozo de carne para metérselo en la boca.

—Tal vez es un fauno, como la de la otra vez.—Dijo quitándole importancia.

Keira rodó los ojos, ¿como era que no le preocupaba?

Mamá me hubiera dejado entrar. Debe ser alguien importante, ¿no tienes ni un poquito de curiosidad?

El señor Jacobs empezó a negar rápidamente.—. No voy hacer nada, Keira. Te recuerdo que soy prisionero y si hago algo mínimo me matan.

Keira se pasó las manos por el cabello, frustrada. Lo que más le molestaba del fauno era que era un aguafiestas, ella sabía que no podía arriesgarse mucho, pero literalmente no quería hacer nada y solo quería hablar con ella. Tal vez sea por la edad.

𝐋𝐀𝐒 𝐂𝐈𝐍𝐂𝐎 𝐏𝐎𝐄𝐒Í𝐀𝐒.||. Las Crónicas de Narnia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora