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Keira miraba sus manos con tristeza. Ya no tenía poderes. Ya no podía ayudar a su pueblo.
Le costaba caminar, no tenía sus poderes, no era perfecta con la espada, ¿qué iba a ser de ella?
—Te quedarás aquí, ¿no?—Dijo la reina Lucy mirando a su amiga.
Keira asintió.
Hace unos minutos atrás habían decidido el plan. Peter iba a tener un duelo con Lord Miraz, Edmund en esos instantes estaba comunicándole el plan a Miraz.
Las dos reinas se estaban preparando ya que las dos iban a buscar al león... mientras la reina Keira iba a permanecer en La Fortaleza. Por petición de Peter. Keira odiaba quedarse sin hacer nada mientras los demás estaban dando su vida por el reino. Pero era lo mejor, en el fondo ella lo sabía.
—Ten cuidado, Lu —La castaña le restó importancia con la mano.
—Iré con mi hermana, estaré bien. Pero, ¿tú lo estarás?
Keira intentó no maldecir. Odiaba que se preocuparan por ella en exceso.
—Permaneceré aquí. Estaré bien.
Lucy asintió y se acercó a su amiga para darle un pequeño abrazo, intentando no tocarle mucho la espalda.
Keira vio salir a su amiga. La pelirroja se levantó para acercarse al espejo y mirar sus heridas. Bajó su vestido y al ver sus heridas cerró los ojos con fuerza.
Eran horribles.
Intentó no llorar, aunque había perdido su magia, todavía podía luchar. Todavía podía ser reina.
—Mi reina —Escuchó detrás suya. La chica no se inmutó al ver que era su esposo. El rubio subió su vestido con cuidado.—. ¿Cómo te encuentras?
Keira hizo una mueca al escucharlo.—. ¿Quieres que te sea sincera, mi rey? Me siento pésima.
Peter le dio un corto beso en sus labios.
—Es la hora.
—Quiero estar a tu lado en ese momento, Pet.
El rubio negó.—. No podemos —La chica intentó retener sus lágrimas.—. Te amo, lo sabes, ¿verdad?
Keira asintió.—. Lo sé —La chica agarró las mejillas de su novio y lo atrajo hacia ella, así para dar un beso largo.—. Tal como yo te amo a ti.
—No salgas de aquí, ¿de acuerdo?
La chica rodó los ojos.—. No saldré de aquí, ¿feliz?
