IX. LA PARTIDA DE ASLAN.

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Después de un largo entrenamiento con Peter, había cenado y ya estaba en su tienda con las humanas, a punto de descansar

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Después de un largo entrenamiento con Peter, había cenado y ya estaba en su tienda con las humanas, a punto de descansar.

Aunque ella creyó que el entrenamiento iba a ser agitado, fue todo lo contrario. Los dos se sentaron y hablaron, y Peter le dio algunos consejos que le serviría.—que probablemente se lo dijo Aslan—

Las tres chicas se dieron las buenas noches y se acostaron para dormirse.

Keira no sabía cuánto tiempo había pasado, solo escuchaba gritos de Lucy.

—¡Susan!—Gritó por lo bajo.—. ¡Keira!

Las dos chicas se despertaron y Lucy se levantó rápidamente para salir, Susan y Keira la siguieron preocupadas.

Las chicas salieron de la tienda y vieron que Aslan salía fuera del campamento. Rápidamente ellas lo siguieron, intentando esconderse detrás de árboles para que no se diera cuenta.

—¿No deberíais estar en la cama?—Dijo Aslan sorprendiendo a las tres.

—No podíamos dormir.—Dijo Lucy yendo hacia él.

—Por favor, Aslan, ¿no podemos ir contigo?

—Sí, me gustaría tener compañía —Las chicas se pusieron al lado de él y agarraron su pelaje.—. Gracias.

Los tres empezaron a caminar en un inmenso silencio. Keira sentía que él estaba raro, triste.

Pero lo que más se preguntaba era, ¿por qué estaba yendo fuera del campamento? Tenía muchas ganas de preguntarle, pero prefería el silencio.

—Es la hora. A partir de aquí debo seguir solo.

—Pero, Aslan...

—Confiad en mi, esto debe hacerse. Gracias Susan, gracias Keira, gracias Lucy. Y adiós.

Las tres chicas miraron al gran león irse, Keira sentía que debían ir con él, pero a la vez no, no quería enterarse de lo que él iba hacer.

—¿Podemos ver lo que hará?—Dijo Keira en un susurro.—. Si vemos que es algo importante nos iremos.

Susan asintió mientras le apretaba el hombro a su hermana pequeña, a modo de consuelo.

Las dos mayores empezaron a caminar hacia el lado izquierdo, donde podían ver perfectamente lo que iba a ocurrir. De pronto Keira se arrepintió de haber dicho esas palabras hace menos de cinco minutos.

Habían muchas criaturas con antorchas, había mucho ruido de ellas. Parecía que era un ritual. Que iban a sacrificar a alguien.

A Keira le dolía el pecho, sabían quienes eran esas criaturas, y sabía en el fondo a quien iban a sacrificar.

Aunque las chicas no podían ver bien, podían observar a Aslan subiendo las escaleras hacia la cima. Cuando llegó, lo tumbaron y no podía saber lo que le estaban haciendo con exactitud. Solo escuchaba los gritos de las criaturas. Miró a su madre desde lo lejos, su corazón dolía.

𝐋𝐀𝐒 𝐂𝐈𝐍𝐂𝐎 𝐏𝐎𝐄𝐒Í𝐀𝐒.||. Las Crónicas de Narnia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora