Capitulo 9 (2/2)

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Narrado por Daniel Valencia

 Hay un motivo por el que les estoy contando estas historias, y es porque lo que ocurrió después simplemente no tiene explicación. Quiero creer que lo que paso luego de dejar a Polo en el centro comercial, y encontrarme en otro con Beatriz es lo que para Juan Carlos fue el inicio abrumador de un amor injustificado, o el inicio de la persistencia que tuvo Felipe por preservar a Tatiana a su lado, a pesar de todo o pudo ser también el amor profundo que Roberto sintió por Laine.

Aún hoy para mi es complejo describir ese momento sin palabras, les he hablado de mí porque para una persona como yo, amar era algo impensable. Algo que simplemente no podía ser, siempre creí que el amor era la acumulación de muchas pequeñas acciones o el producto de la convivencia o del compromiso.

Luego de irme del centro comercial en el que estaba con Polo, fui a mi oficina a buscar unos documentos, mi secretaria me dijo que Roberto me había estado llamando. Sorprendido le repliqué, y él fue bastante directo, y no me costó entender porque me llamaba. Dentro de tres días era el cumpleaños de Laine, y deseaba que yo como siempre lo había estado haciendo desde que se separaron le llevará un presente sin decirle que era de parte de él.

El porque Roberto sigue haciendo eso, es una historia que por el momento no nos incumbe.

Después de buscar aquel regalo, fui a un centro comercial en mi empeño de no tomar ni fumar decidí invertir mi tiempo en mi mayor hobby, la lectura, hay una librería muy solitaria y grande en un centro comercial no tan concurrido en el oeste de la ciudad. Leí en el periodico matutino que llegaron varias obras traducidas de Europa y de Asia, así que aprovechando que era mi día de descanso, fui allí.

Marcos, es el encargo de aquella librería y me conoce de toda la vida, llevo viniendo más de diez años, así que cuando pregunté por un libro de Haruki Murakami, me dijo que estaban en el almacén y que todavía no los venderia, pero por ser yo, me permitiría llevar varios ejemplares, con tal de que los pagara.

El almacén tiene varias entradas y de hecho son varios los que hay, cuando están por sacar una nueva novela, casi siempre la guardan en un espacioso cuarto lleno de mesas al que yo había entrado, fácilmente, más de veinte veces en los últimos 10 años. Entre como solía hacerlo, y me detuve a leer cada uno de los títulos, al final tomé tres libros, uno de Murakami y otros dos de autores independientes que me intrigaron.

La puerta de este almacén está de frente a un librero, uno pequeño, así que hay que salir con cuidado de no tropezarse con nadie, lentamente, sin emitir ningún ruido corrí la manilla, la deje entreabierta al darme cuenta de que una persona estaba allí, por la rejilla vi una larga y alborotada melena.

Yo había visto aquella melena antes.

No, no podía ser ella.

Aun cuando quise creer que no era ella, por la rejilla alcance a ver la forma de su cabeza y la piel descubierta de sus hombros, era ella. Lo que me pasó en aquel momento es insólito, yo desde aquella rejilla, sin que ella notara mi presencia, percibí algo.

Su aroma.

No era la primera vez que estaba con ella, ni nada parecido, pero ella no llevaba perfume, luego de una vida entera siendo un infiel de oficio por mis fosas nasales toda clase de olores habían entrado. Perfumes europeos, nacionales, fuertes, baratos, elegantes, el olor que ella desprendía era único en su categoría, era su olor natural.

Era un delicioso aroma a flores naturales, como a lavanda y con solo sentirlo trague saliva y los ojos se me cerraron, su olor me invadió el cuerpo, me anestesio el sentido común y la conciencia de mi mismo. Fue como una primera vez, donde yo no fui yo, donde no tuve pasado, y solo podía sentir su olor, su presencia a centímetros de mi. Al abrir los ojos ella seguía allí, ojeando un libro, quise acercarme pero no pude, estaba temblando de los nervios y el corazón me latía a mil por hora.

-Podría molestarla, quizás no esté feliz de verme-pensé-.

Veía su largo cabello, su aroma y todo en ella despertó algo en mi, algo que sigo sin saber que es, algo que no puedo controlar, todo empezó por tu aroma, por tu forma discreta de ser, todo empezó ese día. En que yo, el eterno arrogante de las mil respuestas, me volví un temeroso niño, con miedo de acercarme, de molestarte a merced del extraño sentimiento que me hacía temblar y me revolvía el estómago.

-Beatriz-pronuncie con miedo, saliendo escuchando su grito ahogado dejando caer el libro en el piso-.

-¿Es esto acaso una broma de mal gusto?-pregunto asustada poniéndose la mano en el pecho, por el susto que pasó por mi sorpresiva presencia -.

Mi corazón latía demasiado rápido, y aquella cosa que nació en mi vibraba junto con mi alma, y el solo acto de verla agacharse con su largo vestido, recoger el libro mientras distraídamente se ajustaba las gafas. Fue suficiente para que me invadiera una oleada de una sensación que yo rara vez experimentaba, y eso era calor. No era el calor que se genera por el clima, o que nace en el placer de la cama, era un calor muy bonito, precioso que hacía que aquella sensación de desolación que tenía casi cosida con hilo al alma, desapareciera. De repente,no me sentía solo.

Me sentí por un breve segundo, el Daniel que fui antes de la muerte de mi madre.

-Yo...No...quise..asustarte-tartamudee nervioso y dominado por aquel mar de emociones que esa mujer despertó en mí, con algo tan simple como su olor-.

Ella me vio frunciendo el ceño, analizando mi rostro extrañada, y yo además de sentirme ahogado por un mar de emociones me sentí apenado de que ella estuviese viendo a través de mi, que me viera inseguro y sonrojado.

-¿Está usted enfermo señor Valencia?-pregunto genuinamente preocupada-Está usted muy rojo y no para de temblar-susurro acercándose lentamente a mi-.

-No-conteste creyendo que en cualquier momento una arteria del cuello me explotaría por el bombeo tan bestial que mi corazón estaba dando-.

-Espero que alguno de estos no sean parte de sus estúpidos juegos-dijo seria retrocediendo-Hasta luego, señor Valencia-dijo dándose la vuelta-.

-Hasta luee..go Bee..atriz-conteste con la voz quebrada en su susurro mas para mi que para ella-.

Tantos fueron mis sentimientos, mis extrañezas que tardé mucho, mucho tiempo para poder recuperar el movimiento de mis piernas y marcharme de allí.

Bajo el encanto de tu inteligencia-Daniel y BettyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora