Capitulo 3

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Narrado por Daniel Valencia

No seguí dándole vueltas a tan extraños pensamientos, luego de cepillarme los dientes busque en el armario una corbata negra, al hacer el nudo por encima de mi camisa blanca, escuche muy lejanamente el sonido de las hornillas y la cocina. María habia llegado, debe estar haciendo el desayuno.

María es mi criada, es una señora mayor a ciencia cierta no se su edad, nunca tuve la necesidad de preguntarle, se que tiene cuatro hijos y que todos ellos comen y estudian de mi bolsillo, como podrán suponer ella está muy agradecida con la oportunidad de poder trabajar para mí. Tiene rasgos oscuros, un cabello negro como la noche y de joven supongo que debió ser una mujer muy guapa, el motivo por el que lleva tanto tiempo trabajando conmigo es porque es una mujer no solo extremadamente eficiente sino también muy prudente.

Ella siempre ha sabido cual es su función, es una mujer que siempre ha estado centrada en lo suyo, lo que más aprecio de ella es como ha sabido mantener mi intimidad, nunca me ha cuestionado acerca de cómo llevo mi vida, ella sabe que cada quien es responsable del barranco donde cae y eso hace que nunca cruce la delgada línea que separa lo laboral de lo personal.

Por supuesto luego de tantos años, creo que unos ocho, hemos desarrollado no una amistad pero si una relación cortes y de lo mas afectuosa, por eso al escuchar el sonido de las hornillas sonrió calzándome los zapatos, luego busque mi saco en el interior del armario.

Mi habitación es bastante amplia pero conserva un estilo de lo más minimalista. Solo tiene lo necesario e indispensable, volviendo a mirarme en el espejo suspiro pesadamente, me coloco mi reloj de mano y me perfumo saliendo por el pasillo de la izquierda con rumbo a mi estudio.

Hoy tengo una reunión muy importante, afortunadamente voy a tiempo, tenía casi todo organizado casi siempre al tener una reunión dejo los documentos encarpetados para solo tener que tomarlos y meterlos en mi maletín. Ojeándolos veo las proyecciones y propuestas de regulación de materia prima, todo parecía estar en orden pero me faltaban mi juego de bolígrafos franceses. Al abrir con la llave los cajones los encuentros junto con ese tan especial listón rojo, tragando tomo ambas cosas entre mis frías manos, deje los bolígrafos caer sin eco en el interior del maletín mientras enredaba por mis largos dedos ese tan característico listón, cerrando los ojos lo aspire, todavía conservaba el olor de su dueña.

"Juliana"

Suspirando abrí los ojos colocándolo nuevamente en el cajón, jurando que por un momento volvía a sentir sus manos en mi rostro y sus senos contra mi pecho, pero sabía que aquello era tan solo un producto imaginativo de mi conciencia, ella ya no está ni jamás volverá a estarlo. Ella lastimosamente no es para mí, ya no más.

Cerrando el maletín y guardando las llaves en mi bolsillo, encendí un cigarrillo saliendo a la gran sala de estar viendo como María silenciosamente habia colocado la mesa, perfectamente presentada como siempre. El desayuno eran unos pastelitos de queso crema, con una pequeña ensalada de frutas, jugo de pera, café con leche y agua.

-Buenos días María, gracias-dije sentándome dejando el maletín y el saco en la otra silla.

-Buenos días, doctor Valencia, espero que le guste-dijo educadamente, inclinando la cabeza dándole un sorbo a su taza de café con leche.

En silencio empecé a deleitarme con su tan conocida y deliciosa comida viendo como de costumbre esa extraña pintura que tantas emociones me despierta, es una pintura extraña que jamás le ha gustado a Marcela ni a nadie que ha venido a mi casa. Es un tanto sórdida, es el relato de un asesinato y la aparente orgia de un corredor, dos mujeres desnudas salpicadas en sangre en una extraña habitación, alumbradas con la luz del día en un desordenado cuarto, habían varios corredores a los alrededores, cuerpos desnudos en las esquinas y un aparente asesino en el medio, las dos mujeres principales están sentadas encima del cuerpo de algún desconocido que según lo que entiendo es la víctima.

Bajo el encanto de tu inteligencia-Daniel y BettyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora