Wɪʟʟ XVI

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—No beberé más de esa cosa, vomitaré —se quejó Nico cuando Will volvió a ofrecerle la cantimplora con agua del pequeño Tiber.
Habían salido a duras penas del museo y ahora estaban en un parque del centro de Berlín curando sus heridas. Percy y Jason se habían ofrecido a buscar comida para el desayuno, alegando que Will debía ayudar a Nico a recuperarse para el siguiente salto, lo cuál era un poco complicado debido a la tensión entre ellos.

—Entonces tumbate un rato y descansa —insistió Will. El italiano le miró de mala gana, pero hizo lo que se le dijo. El rubio lo observó mientras yacía en el pasto, usando su mochila como almohada. Debía admitir que el tiempo había hecho muy buen trabajo con Nico: sus hombros se ensancharon y la línea de su mandíbula se pronunció. La barba de un día era una leve sombra sobre sus mejillas e iba perfectamente con su porte.

—No puedo descansar si me estás viendo de esa forma —el italiano abrió los ojos y le miró fijamente.

—Lo siento, solo estaba pensando.

—¿En qué?

—En la profecía —mintió con descaro. No podía decirle "En tus benditos genes europeos", a demás, también le preocupaba lo que pasaría.

—También yo —admitió Nico, sentándose — Me preocupa quién es el enemigo que va a ayudarnos.

—Tengo varios nombres en mente, pero mejor me dejaré sorprender —dijo Percy, quién al fin llegaba con Jason a su lado, ambos cargando varias bolsas de papel.

Ofio as ofejias —era imposible comprender lo que Percy quería decir, teniendo media hamburguesa semi masticada en la boca.

—Magníficos modales, Jackson —Nico tenía una expresión de asco en la cara. Jason rió y le dió unas palmaditas en la espalda.

—Odio las profecías —pudo decir una vez que tragó. —Quiero decir, siempre hay algo qué hacer para ayudar a los Dioses, y siempre, siempre hay un tiempo límite.

—Sé a lo que te refieres —coincidió Jason y se echó un puño de papas fritas a la boca. Masticó un rato y cuando las hubo pasado, volvió a hablar —. Ahora ¿Qué sigue, Nico?

Tres pares de ojos se concentraron en el Italiano, quién sólo jugaba con su comida. Alzó la vista cuando fue consciente que era el centro de atención, se enderezó e hizo a un lado la hamburguesa casi intacta. Will no pasó ello por alto, ya más tarde le haría comer algo.

—Tenemos que buscar el río Tigris —comenzó con la vista fija nuevamente en el suelo —. Para ser más exactos, el punto donde se une o unía con otros tres ríos más.

—¿Eso alguna vez paso? —preguntó Jason, con voz escéptica.

—Hace miles de año, si no me falla la memoria—respondió Percy para sorpresa de Will. El aludido se encogió de hombros —A veces presto atención a las clases.

—Percy está en lo cierto. Fue en la época de Prometeo, así que hagan cuentas —Nico agregó.

El silencio volvió a reinar. El murmullo de las copas de los árboles siendo mecidas por el viento era todo lo que se escuchaba, acompañado por las charlas lejanas de las personas que atravesaban el parque a esa hora de la mañana. Will no le encontraba motivo para buscar tal río, ni siquiera recordaba dónde estaba situado.

—Ok, tenemos que buscar el Tigris, por favor, dime a dónde hay que ir, porque no soy muy bueno en geografía.

—Debemos ir a Estambul, Turquía. —Nico se puso en pie y se sacudió la tierra de los vaqueros. —Nuevamente debemos esperar a que se haga más tarde. Debo hacer un par de cosas antes de partir, los veo aquí a las 5:00 pm.

Sin más, se dio media vuelta y se alejó. Los otros tres semidioses se miraron entre sí, pero no comentaron nada. Will también se levantó y sacó su teléfono celular.

—Debo hacer un par de llamadas, ya vuelvo.

Tenía que admitir que Berlín era hermoso. Sus calles tranquilas, al igual que sus habitantes. A pesar de estar lleno de turistas de todas partes del mundo, no se sentía un caos como en Nueva York.

Luego de hablar con Tom y de asegurarle que estaba bien y que volvería en un par de días, decidió dar una vuelta por los alrededores. No quería alejarse mucho y perderse o encontrar a algún monstruo como la noche pasada, no ahora que se encontraba solo.

Entró a la primer farmacia que encontró y se encargó de abastecerse de vendas y otras cosas, no sabía si a dónde iban encontrarían dónde comprar. Su siguiente parada fue una tienda de conveniencia.

A las 4:30 ya estaba esperando a que el resto apareciera. Llevaba a la mano todo lo necesario para atender a Nico luego del salto. Estaba seguro que no había comido nada y sabía bien lo que ocasionaban los viajes sombra en él.

Diez minutos antes de la hora, llegaron Jason y Percy, cargados de un par de bolsas, al parecer, también tuvieron la misma idea que él. Cinco minutos después, llegó Nico, tan serio como siempre y con un par de sombras debajo de los ojos.

—Ya casi es hora —ya tenía la atención de los otros tres sobre de él, se acomodó la mochila y justo en ese momento pareció darse cuenta de algo. —Las correas, yo no sé dónde...

—Las guardé anoche en cuanto llegamos —dijo Jackson con una sonrisa y las sacó de su mochila. Le pasó un extremo a cada uno—.

Nico le dio una última mirada a su reloj y cuando la sombra de un árbol cercano pareció alargarse, caminó hacia ella —Mantengan manos y pies dentro.

Sabía que algo andaba mal en cuanto sintió suelo bajo sus pies (o su trasero, ya que cayó muy golpeado). La oscuridad que los rodeaba no era normal, era espesa y a penas eran capaces de ver las estrellas del cielo. Se puso en pie como pudo y guiándose por las correas de su mochila, las cuales aún estaban unidas a los demás, pudo encontrarlos. Jason y Percy llegaron casi al mismo tiempo y los tres juntos pudieron ver o mejor dicho, percibir una mancha aún más oscura en el sitio donde debería estar Nico.

—No puede ser —se abalanzó sobre el italiano, ya con las manos buscando en su riñonera un poco de ambrosía para ayudarlo. Las sombras a penas y dejaban ver bien, pero Nico estaba tan pálido que parecía hecho de mármol, más que de carne. Su respiración era irregular y, lo que más alarmó a Will fue que, al querer tomarlo por los hombros para incorporarlo un poco, sus manos lo atravesaron como si estuviera hecho de humo.
Escuchó maldecir a alguno de los otros dos, pero no sabría decir quién había sido.

—Vamos, Nico, por favor... —las manos le temblaban cuando volvió a acercarlas al azabache, y suspiró de alivio cuando está vez sí pudo tocarlo.

—¿Qué es lo que le pasa? —Jason se había arrodillado a su lado y le ayudó a incorporarlo para que pudiera ponerle un trozo de ambrosía en la boca.

—L-las sombras... lo están absorbiendo —odió la manera en que sonó su voz —. Han sido viajes demasiado largos en muy poco tiempo. Necesita descansar urgentemente.

Podía escuchar a Percy moverse a su alrededor, pero no tenía idea de lo que hacia, ya que toda su concentración estaba en Nico. Éste continuaba inconsciente, pero su respiración se estaba volviendo más uniforme y ya no era incorporeo.

—Traíganlo aquí —Percy había hecho una especie de cama con una bolsa para dormir que había sacado de los Dioses saben dónde y ahora trabajaba en crear una fogata para darle un poco de calor al hijo de Hades.
Con cuidado, Jason y Will acomodaron a Nico y el rubio comenzó a dar vueltas para ayudar a Jackson. Will sólo podía esperar a que Di Angelo abriera los ojos o diera alguna señal de consciencia. Mucho tiempo atrás, le había prohibido a Nico los viajes sombra, ya que cada vez se volvían más peligrosos para él. Solace temía exactamente esto: que se perdiera en la oscuridad.

Iᴛ·s ʙᴇᴄᴀᴜsᴇ ᴏғ ᴀ ᴘʀᴏᴍɪsᴇ...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora