Wɪʟʟ XVIII

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"No es mi hija"

Esa frase no dejaba de darle vueltas en la mente. Necesitaba saber qué era lo otro que Cupido quería que Nico dijera, algo dentro de él lo pedía a gritos, pero tampoco estaba preparado para afrontar lo que sea que iba a decir. No quería que su corazón sufriera más y sobre todo, no deseaba atormentar más a Nico.

"No es mía"

Sacudió la cabeza, intentando alejar esos pensamientos.
Aún no era lo suficientemente tarde para hacer otro salto, y ninguno de los tres había querido preguntar por el siguiente destino, a decir verdad, no habían cruzado palabra en la última hora.

Nico tropezó por tercera vez y entonces Jason se acercó a él y lo hizo parar tomándolo del brazo.

—Descansemos un poco. Ha sido una tarde bastante interesante.—dudó un segundo en la última palabra —.

Todos estuvieron de acuerdo de inmediato. Comenzaron a moverse, acomodando las cosas bajo la poca sombra de un árbol, sin agregar nada.
De no haber sabido qué pasaba, habría jurado que Nico estaba catatónico, pero sabía bien que solo no estaba listo para hablar.
Se mantuvo sentado, con la mirada fija en el horizonte y los ojos vacíos.
Sólo los Dioses sabían cuánto le dolía verlo así, su corazón se estrujaba.

Percy y Jason hablaban en voz baja, como si estuvieran discutiendo. El rubio negaba con la cabeza y el moreno movía mucho las manos.
Will se sentó cerca de Nico, temiendo que se desmayara o le diera un ataque por el estrés. No se veía para nada bien. Quería decirle tantas cosas, pero ¿Qué? ¿Cómo abordar el tema sin sacar a flote nada más? Sin que sus mismas inseguridades o reclamos brotaran en el calor de la confrontación. Porque podía mentirle al resto, e incluso a sí mismo, de que el asunto con Nico ya estaba saldado y superado, pero no era más que otra de las tantas mentiras que venía arrastrando de un tiempo para acá. Tarde o temprano se iba a tener que abrir esa puerta y entre más demorara, peor sería. Esta nueva información proporcionada por Cupido sólo había logrado avivar (si es que era posible) aún más su incertidumbre sobre lo que pasó en esos años separado.

—Cuando hui del Campamento no sabía a dónde ir —comenzó Nico en voz baja. Aún así, de cierto modo, Percy y Jason lograron escuchar y se acercaron a ellos, acuclillándose al lado, esperando a que continuara —. Hacía tanto tiempo que no me sentía tan solo, tan perdido.
»El Campamento Romano no era una opción, no después de la manera en la que me comporté con Reyna y con Hazel. Fui un verdadero imbécil con ellas, como si tuvieran la culpa de mis acciones... Lo único que me quedaba era ir al Inframundo.

En ningún momento había apartado la mirada del frente, pero, más que evitarlos, era como si estuviera recordando y reuniendo el valor para hablar.

—Pasé algunas semanas con mi padre. Sabía por él que todos me buscaban, pero como el buen cobarde que soy, le supliqué que no dijera a nadie sobre mí —un sonido de disgusto salió de Jason, pero no dijo nada—. Supongo que se hartó de verme no hacer nada y regodearme en mi propia miseria, así que me pidió que le ayudara con sus nuevos asuntos.



Will sabía a grandes rasgos sobre cuáles asuntos se refería. Ese era uno de los pocos temas que podían tocar sin que se sintieran incómodos uno con el otro. Sí los otros sabían o no, no tenía idea, y ellos tampoco dijeron nada. Tal vez temiendo que Nico dejaría de hablar si lo interrumpían para hacer preguntas.

—Llegué a Alemania a principios de otoño. Las calles de Bremen estaban pintadas de todas las tonalidades de rojo. Debió ser una vista increíble —se encogió de hombros—, pero sinceramente, no lo aprecié. Sólo bastaron un par de días para que pensara en establecerme.
Era un nuevo inicio; nadie me conocía, ni yo a ellos. No habría miradas que me juzgaran o me vieran con pena... o temor.
»Cuando conocí a Jenna, Penélope era a penas una bebé de un par de meses, era tan pequeña y sus mejillas tan rosas que quedé maravillado en cuanto la vi.

Todo al rededor parecía estar en silencio, expectante a lo que Nico tenía que decir, como si el tiempo mismo hubiera esperado a que el italiano se desahogara.

—Sería muy hipócrita de mi parte decir que no sentí nada por Jenna —por primera vez en horas, miró a Will. Su mirada buscaba transmitir tantas cosas, entre ellas una disculpa —. Era una mujer extraordinaria, inteligente e increíblemente hermosa y se notaba a kilómetros lo mucho que amaba a su hija.
»Al principio pensé que eran humanos normales, no había nada que mostrara lo contrario —conforme hablaba, sus hombros se iban hundiendo, como si todo su pasado de pronto le cayera encima—, hasta que una noche, al volver juntos, nos atacaron. No era nada que no pudiera resolver, sería fácil para mí convencerla que no era nada, pero no contaba con que ella pudiera ver a través de "La Niebla". Imaginen mi sorpresa.

Se quedó en silencio un momento, como si estuviera ordenando sus pensamientos. A este punto, Percy, Jason y él estaban tan cerca de Nico que sus hombros se rozaban. Cada uno tenía una expresión distinta en su rostro.
Will sentía la boca seca, pastosa y amarga. No podía evitar imaginar todo lo que escuchaba.

—Tuve que contarle lo que era, pero ella no se sorprendió. Ella misma había tenido tiempo atrás un encuentro con un Dios —Nico apretó los dientes en la última palabra, lleno de rabia —. Cupido es el padre de Penélope —escupió y jamás se había visto tan derrotado—. Jenna jamás se recuperó de su partida. Juro que trató de salir adelante, juro que yo traté de ayudarla a hacerlo... pero tenía roto el corazón.

Will y los otros apartaron la mirada cuando los ojos de Nico se llenaron de lágrimas. Sabían que si algo era difícil para el italiano, era demostrar sus emociones, así que decidieron darle un poco de privacidad.
Si Nico decidía no continuar hablando estaba bien por ellos, no tenía que explicar nada, pero sabían que eso estaba siendo de mucha ayuda para él. Will se preguntó si ésta era la primera vez que Nico hablaba de ello.

Era tan triste. Jenna había muerto de amor. Cualquiera que escuchara tal cosa, podría pensar que era poético, incluso romántico, pero era devastador.

—Nos casamos cuando ella enfermó. No tenía a nadie y temía lo que pasaría con Penélope cuando ella... —su voz se quebró un poco—. Es mi hija —dijo en voz baja, como si suplicara que le creyeran—. Le prometí a Jenna que nada le pasaría, que la protegería de quién fuera, incluso ( y sobre todo) del mismo Cupido, y que, llegado el momento, le diría la verdad.

Will sentía sus lágrimas recorrer sus mejillas y estaba molesto por eso, porque el único que debía estar llorando era Nico y él tenía que ser fuerte para apoyarlo y consolarlo. Se limpió la cara sin cuidado y tomó las manos de Nico entre las suyas. Temblaban.

—Vamos a terminar esta misión para que vuelvas con esa pequeña que tanto te ama, así sea lo último que haga —jamás había estado más convencido de nada. Iba a regresarle a su padre a Penélope.
Nico abrió mucho los ojos ante lo dicho, lleno de temor y apretó sus manos, estaban heladas.

—No quiero imaginar lo que nos haría Hazel si volvemos sin ti, "Huesitos" —Percy trató que su voz no sonara ahogada y se puso en pie con convicción.

Jason no pronunció palabra, sólo se secó las lágrimas y sonrió poniéndose al lado de Nico, dándole un abrazo de oso.
Will estaba harto de los Dioses y esa manera tan egoísta e irresponsable de tener hijos por doquier. Al menos Penélope tenía un padre que estaba dispuesto a todo por ella. Y sí, ese era Nico, nadie más.

Iᴛ·s ʙᴇᴄᴀᴜsᴇ ᴏғ ᴀ ᴘʀᴏᴍɪsᴇ...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora