Wɪʟʟ II

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Algo bueno de ser doctor, es que pudo excusarse con sus amigos luego del encuentro con Nico, alegando que debía volver al hospital.

Pasó el resto de la tarde de un lado a otro, llenando formas, haciendo sus rondas y todo aquello que le mantuviera la mente ocupada. Lo que menos quería era tiempo para pensar, porque si lo hacía... No, no iba a permitirse el echar abajo la estabilidad emocional que había logrado formar luego de tantos años, aún creyendo que jamás podría recuperarse.

Y pensar que esa tarde se reunió con sus amigos por cuestiones completamente distintas.

Trató de pasar su turno como si fuera un día cualquiera. Claramente, no pudo. A pesar de lo mucho que tuvo por hacer, su turno acabó y volvió a casa.

Se detuvo en el súper que le quedaba de camino para comprar unas cosas que le hacían falta; se paseó por los pasillos con toda la calma del mundo, tomando productos, leyendo la etiqueta y luego dejándolo nuevamente en su sitio. Llevaba cinco minutos revisando una botella de shampoo, cuando su celular sonó marcando un mensaje; lo sacó del bolsillo de su pantalón y luego de desbloquearlo, leyó:

"Llevo la cena, te veo en casa.
Te amo".

Guardó el aparato, sintiéndose como un imbécil por haber estado pensando en otra persona toda la tarde. Pagó las cosas que necesitaba y se fue directo a su departamento, decidido a tener una buena noche.

Nada más pasar la puerta, se sintió tranquilo. Fue recibido con una enorme sonrisa y apresado en un abrazo fuerte.

Dejó sus cosas en el sofá y se encaminó a la cocina.

—Creí que ibas a cocinar, era tu turno —dijo con una sonrisa en los labios, mientras se acercaba a la alacena para sacar un par de platos.

—Compré en ese pequeño restaurante Italiano que te gusta —respondió el joven con un gesto de disculpa —. Se me hizo tarde y no quería que esperamos mucho.

—¿Día difícil? —se acercó un poco a su novio y lo observó detenidamente.

—¿Qué sucede? —preguntó el chico, alzando las cejas y dejando lo que estaba haciendo. Sus ojos verdes brillaban llenos de interés y una sonrisa comenzaba a formarse en sus labios.

—Nada, sólo... Te veo —respondió el rubio con un leve encogimiento de hombros. Alargó una mano para apartar uno de los mechones castaños que le caían por la frente y luego se acercó para besar su mejilla. —No me hagas caso, vamos a cenar.

Pasaron la velada contando cómo había sido su día. Will le habló de como fue el almuerzo con sus amigos y le contó a grandes rasgos que el hermano de Hazel había regresado. Thomas –su novio– se sintió muy feliz por ella, pues la conocía y se llevaban bastante bien. También le puso al corriente sobre las cosas en el hospital; sus nuevos pacientes, los compañeros que tenía y otras cosas que al castaño le interesaba –por alguna extraña razón– saber de su vida.

Por su parte, Thomas le habló sobre el nuevo proyecto que habían tomado en la oficina y estaba muy feliz por haber sido incluido en el equipo de realización. Él era ingeniero estructural y esa presentaba una oportunidad increíble para tomar experiencia y dar a conocer su trabajo. Por supuesto que el rubio lo felicitó y alentó para que en un futuro mostrara los proyectos que ya tenía en mente, alegando lo bueno que era en lo que hacía.

Will ayudó a lavar los platos de la cena y luego vieron un par de episodios de la serie de la que Tom se había enganchado últimamente, abrazados en el sofá de la sala.
Cuando fue lo suficientemente tarde, se prepararon para dormir; mientras su novio estaba en el baño, él aprovechó para tratar de vaciar su mente de todo lo que le daba vueltas. Se acomodó mejor en la cama y se quedó mirando al techo, luchando por no pensar más en el pasado. Estaba tan absorto, que no se dio cuenta cuando el castaño entró a la cama, hasta que lo rodeó con los brazos y besó su mejilla.

Iᴛ·s ʙᴇᴄᴀᴜsᴇ ᴏғ ᴀ ᴘʀᴏᴍɪsᴇ...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora