Wɪʟʟ IV

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¿Qué Hades le pasaba a los días, que se iban tan rápido? Cuando se dio cuenta, ya era la semana del cumpleaños de Jason y seguía sin saber qué regalarle. Sus rondas en el hospital eran cada vez más largas y a duras penas tenía tiempo para estar con Tom o pensar.

Un día antes de la fecha, le pidió a su novio que lo acompañara al centro comercial para buscar algo ideal para su amigo. Tom habló con Piper varias veces en el transcurso de los días pasados y al parecer, él tenía una idea sobre el obsequio, así que se dejó llevar y agradeció a los dioses por eso.

Recorrieron el lugar entero, de arriba abajo, de un lado a otro hasta que encontraron lo que les pareció el regalo perfecto. Para media tarde, ya estaba muerto de cansancio y hambre, así que se detuvieron a comer algo antes de volver a casa.

La vida con Tom era fácil. Tenían discusiones ocasionales al igual que cualquier pareja, pero siempre trataban de resolverlo todo de la mejor manera –cabe decir que esa manera era el sexo–. El castaño era divertido, inteligente e increíblemente guapo; cuando Will lo vio por primera vez, no pudo evitar babear un poco y a pesar de su destacable físico, era sencillo y fácilmente podías hacerte su amigo. Era perfecto.

Will siempre se recordaba a sí mismo todo eso cada vez que sentía que la pena y amargura caían sobre él, en esos días en los que no podía ver el sol brillar, cuando se recostaba sobre su cama en completa soledad y su mente le jugaba sucio, haciéndole pensar en la vida que tuvo y la que jamás podría recuperar. Cuando las preguntas "¿Qué hice mal?" o "¿Pude haber hecho más?" llegaban a cortar su respiración, acompañadas de un frío que calaba hasta los huesos.

Siempre que tenía esa clase de pensamientos, se sentía mal por Tom, pues él le había ayudado de maneras inimaginables, aún sin saber qué fue lo que pasó en su vida.

Luego de que Nico se fuera, Will se alejó también de todos. A penas y salía del hospital, no veía a sus hermanos y amigos como antes. No sonreía con la facilidad con la que solía hacerlo. Detestaba la manera en que el resto lo veía, como si fuera hecho de cristal y al mínimo movimiento se rompería. Por eso prefería estar solo en casa cuando ya no le dejaban tener más turnos y le obligaban a descansar.

Su hermana Kayla aprovechó uno de esos momentos en los que el rubio se quedaba en casa, para –literalmente– patear su puerta y obligarlo a salir con ella. Will tuvo miedo de negarse, así que a pesar de todo, decidió hacerle caso. La pelirroja había quedado con Hazel y Frank para ir a un nuevo lugar en la ciudad del que todos hablaban. Él había rechazado la invitación de sus compañeros tantas veces, que a estas alturas ya nadie se molestaba en invitarlo, lo cual agradecía.

No llevaba ni una hora en el bar y ya quería irse. Se sentía tan fuera de lugar y no soportaba las miradas de compasión del resto. Cansado de una charla que no comprendía, se levantó de la mesa con la excusa de ir al baño, pero se quedó en la barra y pidió un trago; cuando lo acabara, se iría. Cabe señalar que no lo hizo. A penas estaba a la mitad de su bebida, cuando un joven castaño de cabello rizado se sentó a su lado y comenzó a hacerle plática. Era nuevo en la ciudad –y en el país– y seguía pidiendo recomendaciones para visitar lugares. Will pronto se descubrió riendo por las impresiones que ese amigable chico tenía sobre los americanos y sus costumbres, a su vez, él puedo expresar las suyas sobre los británicos. Para la segunda ronda de bebidas, ya estaban enganchados hablando sobre una serie de televisión que Tom amaba y que Will jamás había visto.

Después de esa noche se sintió tan ligero, tan "él", que no dudó en aceptar cuando Tom lo invitó a repetir el encuentro. Está por demás decir que su hermana no cabía en sí de la emoción de verlo sonreír otra vez y lloró parte del camino a su departamento. Hazel le dio un gran abrazo al despedirse y por primera vez, la mirada que le dio reflejaba su sonrisa.





Will respiró profundo varias veces antes de bajar del taxi. Tom lo había devuelto a la realidad al tomar su mano mientras iban de camino al cumpleaños de Jason. Lo había hecho sin ningún propósito; así era él, lo abrazaba o tomaba su mano sólo por querer hacerlo y luego le dedicaba una pequeña sonrisa.

El rubio le dio un pequeño apretón a sus manos unidas y se dejó arrastrar por las escaleras que había en el porche de la casa. El vecindario de Piper y Jason era agradable, lleno de árboles y con vecinos paseando a sus perros por las aceras. Una vez frente a la puerta, alzó el puño para llamar, pero antes de que pudiera hacerlo, la puerta se abrió de golpe y una melena café le cortó la vista del interior. La hija de Afrodita le sonreía de oreja a oreja y antes que pudiera abrir la boca para saludar, ya lo estaba envolviendo en un fuerte abrazo.

Pudo escuchar la risa de Tom, al igual de varias más provenientes del interior. Justo después de eso pudo sentir como todo el estrés acumulado en los días anteriores desaparecía. Al entrar, supo inmediatamente quién había elegido el pastel, pues éste era completamente azul; rió por lo bajo al ver que nada había cambiado.

Jason parecía un niño pequeño cuando recibió su regalo y estaba a punto de abrirlo, pero su novia apareció diciendo que ya habría tiempo para ello luego de la comida. Hazel salió por la puerta de la cocina con un par de bebidas en las manos y se las ofreció antes de darles un fuerte abrazo. Frank llegó segundos después, se veía más grande que nunca y de no conocerlo, habría creído que usaba algún tipo de anabólicos.

Ni siquiera se dio cuenta cuando Tom lo dejó solo para ir con Annabeth y Piper. Él por su parte fue a donde estaba Percy con Leo hablando de sabrán los Dioses qué, pero seguramente era una tontería, pues el hijo de Poseidón se doblaba de risa mientras Calipso le daba una mirada de advertencia.

En eso estaban cuando se escuchó el timbre y vio pasar a Jason con rumbo a la puerta. Se imaginó que sería el delivery con la comida, pues Piper no era muy diestra en eso de cocinar, pero casi se ahoga con su bebida cuando una niña pelirroja apareció con una caja de regalo entre las manos para dejarla junto al resto, luego se quedó quieta, sin saber muy bien qué hacer. Calipso fue la primera en levantarse y acercarse a la pequeña con una enorme sonrisa.

Antes de que Will pudiera prepararse mentalmente, el padre de la niña hizo acto de presencia en la habitación; Jason lo traía abrazado por los hombros y le revolvía el cabello, a él se unió Jackson y fue como ver a un viejo matrimonio contemplando a su hijo adulto. Muy a pesar de sí, no pudo contener una sonrisa.

—Les doy hasta tres para que me dejen en paz... —Dijo Nico con voz calmada, pero peligrosa.— Uno...

Sus "primos" no eran tan tontos como parecían, pues no tuvo que llegar al "dos" para que se alejaran de él, esto causó una carcajada en Leo y llamó la atención del resto, los cuales llegaron preguntándose lo que pasaba, incluído Tom, quien se acomodó pronto al lado del rubio.

Esta sería una fiesta muy divertida, yey.

¿Porqué no moría de una vez?

Iᴛ·s ʙᴇᴄᴀᴜsᴇ ᴏғ ᴀ ᴘʀᴏᴍɪsᴇ...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora