Iᴛ·s ʙᴇᴄᴀᴜsᴇ ᴏғ ᴀ ᴘʀᴏᴍɪsᴇ...

Wıʟʟ XIV

Uno nunca termina de acostumbrarse a los viajes sombra. No importa cuántas veces los hagas, jamás se vuelve más fácil. Era como sumergirse en agua helada o peor, la sensación de vacío en el estómago y la presión en los oídos era desesperante. Pero, aún así, era mejor que todo lo que escuchabas: voces murmurando en infinidad de idiomas, lamentos, gritos. Incluso a veces podías sentir manos tocándote. Todo esto lo sentías en los segundos que duraba el viaje, después de eso, nada.

Era muy entrada la noche cuando cayeron de bruces sobre lo que podía sentirse como hierba y hojas secas. Alguna clase de animal se escabulló entre unos arbustos cerca de ahí, fuera de eso, no había nadie más.
Escuchó las voces de Percy y Jason en alguna parte cerca, pero la vista aún no se acostumbra a la penumbra. Si no le fallaba, era pasada media noche, tomando en cuenta las horas de diferencia entre Nueva York y Berlín.
Se puse de pie y se sacudió un poco los vaqueros.

—¿Estás bien, Will? —Jason preguntó. Ahora podía verlo un poco mejor.

—Creo que sí, ¿Y los demás? —en realidad estaba buscando a Nico.

Percy estaba de cuclillas al lado del Italiano, el cual parecía brillar por lo pálido que estaba. La oscuridad que había a su alrededor era más densa que el resto y el pasto a su alrededor parecía absorberla y secarse a su paso. Jackson intentó darle la mano para que se apoyará, pero él negó con la cabeza, alegando que sólo necesitaba un momento.

—Traje agua del pequeño Tíber —Jason sacó un termo de su mochila —Reyna me lo dio después de que supo que habías vuelto —le entregó el recipiente y le hizo dar un trago. Will estaba agradecido, sabía bien que para Nico era más eficiente que el néctar.

—Así que... ¿Llegamos a Alemania? —Percy preguntó poniéndose en pie luego de guardar los arneses en su mochila. —La verdad, no me gustaría saber que llegamos al país equivocado.

—Es Berlín —dijo Nico al fin, se veía un poco más compuesto —Estamos a las afueras, no muy lejos del museo de Pérgamo. Si nos damos prisa, podremos llegar antes de que abran. Otro salto nos acercará y-

—Nada de saltos por hoy, Di Angelo. Necesitas guardar energías para después. —metió la mano en uno de sus bolsillos y sacó un paquete de chicles, pero no eran chicles cualquiera, éstos habían sido creados especialmente para Nico hacía varios años atrás —. Come uno y calla.

Percy y Jason estaban intentando no reír de la expresión indignada del azabache. Will tenía razón, debían guardar todas sus energías, ya que no tenían idea de lo que encontrarían en Pérgamo, o en el camino a éste. La noche estaba muy tranquila, pero nunca debían confiarse.

Se pusieron en marcha aproximadamente quince minutos después. Jason abría la comitiva, seguido por Nico, quién lo guiaba, después seguían Will y Percy.

—No me gusta —murmuró Percy un rato después.

—¿Cuál cosa? —Como Will iba a su lado, pudo oírlo sin problema.

—Tanta tranquilidad —ahora los dos de enfrente parecían ponerle atención—. ¿A qué hora van a salir los-

—No te atrevas a terminar esa frase, Jackson —amenazó Nico dándose media vuelta para quedar frente a él—. Recuerda dónde estás.

—Ya, no te pongas así, sólo decía que me inquieta que nada haya pasado aún, es todo.

—Mejor sigamos —sugirió Jason, dándole una mirada ambos semidioses. Lo que menos necesitaban era que comenzaran una discusión.

Will aplaudió el haber empacado una buena chaqueta, porque el aire era helado y le hacía daño en las mejillas. Conforme avanzaban, un brillo anaranjado se vislumbra en el horizonte, lo que les indicaba que la ciudad está cerca.
En cualquier otra circunstancia, diría que la ciudad era linda, pero ahora, sus nervios (y la oscuridad) no le dejaban apreciarla.
A pesar de la hora, había gente transitando las calles, la música sonaba apagada dentro de los establecimientos abiertos, bares, en su mayoría. Los jóvenes salían con las mejillas rojas, nada que ver con el frío, riendo y haciendo bromas o al menos eso creía, ya que no comprendía el alemán.