Si fueras inteligente

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Para cuando estuvimos a mitad de camino de vuelta a la casa, el sol ya estaba a pocos segundos de ocultarse. Caminaba con Sarah a un lado de mi, y por detrás de nosotras Lessa y Jayden entablaban una amigable conversación. No me sorprendía para nada que ellos se hubieran llevado tan bien al instante pues, para empezar, Lessa era una persona bastante sociable. Hacer amigos no presentaba ningún problema para ella. Yo por el contario, solía dar siempre la impresión de ser una perra sangrona, pues no era muy abierta ni muy amable con las personas que recién conocía. Mantenía mi distancia, por así decirlo.
Mientras caminaba podía escuchar el ritmo de la conversación que Lessa mantenía con Jayden, el sonido de sus risas se abría paso en mis oidos.
Mis ojos alternaban del color gris de la graba del suelo al tono color naranja del atardecer en el cielo. Había superado un poco mi enfado por el viaje, pero no podía evitar sentirme frustrada por estar allí. El estúpido toque de queda no ayudaba a mi reprimida frustración.
— es ridículo que tengamos que irnos a casa tan pronto —me atreví a comentar, pateando una pequeña piedresilla con la punta de mi zapato.
—es por nuestra seguridad—Sarah me respondió, como si aquello compensara el horario.
— ¿Seguridad de que? —bufe y puse los ojos en blanco—. Este lugar no es tan grande, no puede pasar nada malo.
Sarah fruncio sus labios, y por un efímero momento, una arruga se formo en su rostro, como si estuviera pensando en algo desagradable. Fue solo un momento, pues luego desapareció.
—Estamos barados frente a una carretera, a kilometros de la ciudad, cualquier persona puede entrar aquí.
—las únicas personas que vienen aquí son turistas, turistas curiosos y tontos
—bueno, es aquí donde me marcho—Jayden interrumpió detrás de nosotras, deteniendo a Sarah de contestar. Las tres nos detuvimos junto a él, quien nos dio a todas una sonrisa—. Supongo que nos vemos mañana
—claro —confirmo de inmediato Lessa, con una abierta sonrisa en sus labios.
Esperamos unos segundos a que Jayden se alejara para continuar con nuestro camino a casa.
El camino fue rápido y congelado, debido a la costumbre que tenía Red de bajar un par de grados en el clima durante la noche. Para cuando estuvimos cruzando el umbral de la puerta, toda mi piel estaba erizada por el frío aire. Tirite un suspiro, y frote mis brazos de arriba a abajo con mis manos.
— ¿Cómo es posible que los grados bajen tanto de un minuto a otro?—Lessa se quejó, aplicando a la piel de sus brazos la misma acción que yo a los míos. Sarah esbozó una media sonrisa.
—te sorprendería lo que puede pasar aquí
Ambas arqueamos una ceja,una manera de decir que quizá no nos sorprendería del todo.
—hay calefacción ¿cierto?
Intervine entonces, rezando por que lo hubiera. Aunque a decir verdad, ellas no podían no tener, pues con este clima terminarían por congelarse.
—claro
Sarah asintió, y acto seguido, desapareció en algún lugar de la casa.  Unos cuantos segundos después, la temperatura dentro de la casa empezó a subir. Suspire con satisfacción, sintiendo como mi piel empezaba a volverse cálida.
—mucho mejor
Lessa suspiró, y yo sonreí a medias.
—¿Qué tal si vemos una película?—escuché que Sarah sugería cuando volvió a la estancia con nosotras. Miré a Lessa, y ella me miró. Encogimos nuestros hombros y aceptamos.
—excelente, porque tengo una perfecta.

(...)

—sabía que no tenía que haberte dejado verla.
Murmure para Lessa, quien se encontraba acurrucada en la esquina de mi cama, contra la pared. Ella entorno los ojos a la vez que un bufido salia fuera de sus labios. Ella no iba a aceptarlo, pero yo sabía que estaba asustada, como siempre que veia alguna película de terror.
—por supuesto que tenía que verla—ella protestó, luciendo falsamente ofendida—. Las cosas que sé ahora gracias a ella...
—¡por favor, Lessa! —exclame con exaspero—. Era solo una película, tú no puedes tomarte enserio nada de eso.
— y eso es exactamente lo que las personas en las películas dicen—argumentó, reacomodandose sobre sus piernas cruzadas—. Esas personas son siempre las primeras en morir.
Entorne los ojos. Aquello era no solo ridículo, también resultaba improbable.
— aún si así fuera —proteste—, eso no pasaría nunca en la vida real.
—podría pasar...aquí
Ella se removió nerviosa sobre sus piernas, mirando fugazmente hacía la ventana. Abrí los labios incrédula.
—oh por dios
—estoy hablando enserio Brooke—me dijo ceñuda, cruzando los brazos sobre su pecho—. Si no como explicas el estúpido toque de queda, no lo pondrían a menos que algo malo sucediera aquí.
—¡porque estan locos!—solté con incrédula diversión. Ella no podía estar creyendose eso ¡Ella había visto a las personas!
—muy bien, entonces, si tan segura estás de que no hay nada malo aquí—hizo una pausa, y sus ojos se encontraron directamente con los míos, enarque una ceja expectante—, te reto a ir afuera. Justo ahora.
Frunci el ceño, y lo considere un momento. Sarah se había ido a dormir hacía algunas horas ya, lo que me aseguraba que saldría librada de alguno de sus sermones. Sonreí.
—bien
Me levanté de la cama, tomé del respaldo de la silla mi sudadera y atravese la habitación hasta salir por la puerta hacía el pasillo. Escuché los rápidos movimientos de Lessa al levantarse, y luego la escuche viniendo tras de mi hacia la puerta.
—¡estas loca! —grito en un susurro, mirandome con los ojos abiertos como platos—. No puedes salir.
—¿porqué?
Inquiri despreocupada. Lessa abrió la boca, y luego la volvió a cerrar.
—no estás vestida
Se excusó patéticamente. Puse los ojos en blanco, sin evitar echarle un vistazo a mi vestimenta. Llevaba unos pantalones de algodón que bien podían pasar por deportivos, las balerinas rosas que había dejado junto a mi cama, y mi sudadera. Miré de nuevo a Lessa, y sonreí con los labios cerrados.
—ya verás que tengo razón.
Murmure, y sin más giré el pestillo de la puerta, desbloqueandola.
—Brooke —Lessa murmuró una súplica. La miré sobre mi hombro.
—manten la puerta sin llave.
Y salí hacía la fría intemperie. Las calles delante de mi estaban vacías y un poco oscuras. Lo único que proporcionaba un poco de luz era la luna que se alzaba en el cielo. Hice mi camino hacía delante, con los brazos cruzados sobre mi estómago para resguardarme del frío. Miré a ambos lados, de repente, sintiéndome observada. No había ruido alguno ahí afuera, nada más que el golpeteo de mis pasos al caminar, y el sonido de mis respiraciones constantes.
Llegué hasta la heladería a la que Sarah nos había llevado el día anterior, con mis facciones congeladas por el frío. Suspire por lo bajo, deteniendome un instante sobre mis pies, en medio del  desconocido silencio.
Estaba a punto de girar para volver, cuando sentí algo moverse a unos metros de mi. Me detuve tensa en mi lugar, recorriendo con la mirada el espacio frente a mi. No había nada. Inhale con profundidad y comencé a caminar.

Red ||Pausada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora