Luna Sangrienta

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Tenía que estar loca. Eso era, el sol y las altas temperaturas habían terminado por tostar la buena parte de mis neuronas y ahora estaba escuchando voces. Claro esta, que no le dije a nadie lo sucedido, ni siquiera a Lessa. Ellos crearían que estaba loca, y yo misma ya lo creía.
El resto del día no pude sacar aquel suceso de mi cabeza, aquel hombre torturaba mi mente y sus palabras me llenaban de angustia. Ni siquiera en el regreso al pueblo fui capaz de poner un poco de atención, estaba totalmente fuera de ahí. Cuando Nathan me dejo frente a la casa de mi tía ni siquiera recuerdo haberle dicho adiós. Me senté en el pequeño sofa en la estancia y recargué la cabeza en el respaldo con un suspiro pesado saliendo de mis labios. Lessa había subido a su habitación a colgar el nuevo vestido para el baile, y tía Dane la había acompañado para ayudarle con cualquier cosa que ella le hubiera pedido.
—¿estas bien? —escuche que Sarah preguntaba, y levante la cabeza para poder mirarla.
—¿porque no lo estaría? —Ella se encogio de hombros y miro de soslayo a la ventana.
—has estado rara todo el día, callada y distraída, más aun de lo normal.
Mordisquee mi labio, y por un lapso muy escaso de tiempo me plantee contarle lo sucedido, sin embargo decidí no hacerlo. Aquella cosa en la tienda no había sido real. Así de simple.
—solo estoy cansada —murmure, y me puse de pie acompañada de un suspiro—. Estaré arriba.
Ella no puso objeción mientras hacia mi camino a las escaleras y subía estas de uno en uno hasta llegar a la segunda planta. A través de la puerta de Lessa podía escuchar el parloteo de esta y las murmuradas respuestas de mi tía. Suspire con cansancio y me adentre en mi habitación. La planta de los pies me dolía con cada paso que daba, y cuando me deje caer en la cama rendida, estos de inmediato clamaron con alivio. No recordaba la última vez que había caminado tanto. Estaba exhausta, fastidiada y enloqueciendo. Realmente no era una buena combinación.
Me deje caer de espaldas sobre el colchón y mis manos calleron inhertes extendidas hacia los costados. Fue gracias a esa acción que escuche el crujir endeble de una hoja de papel bajo mi mano. Con el ceño fruncido me levante de a poco sobre mis codos localizando con la mirada la pequeña nota sobre mi cama. Sin embargo, lo que más me desconcertó fue la rara y hermosa flor descansando junto a esta. Me sente en el borde y tome la nota entre mis dedos.

Siento haber sido un idiota. Esto es un obsequio de paz.
Kaidan.

Totalmente soprendida y sin saber si todo esto se trataba de una broma, tome de sobre la cima de la almohada la metalizada flor que allí descansaba. Era un tallo mediano y de tonos verde brillante que giraba en suaves curvas hacia arriba, enlazandose con al menos unos dos más, como si fueran una enredadera. Con la llema de mi dedo pulgar traze la línea del tallo, hasta donde el relieve cambiaba con la forma de las pequeñas flores moradas, que brillaban como si tuvieran su propio brillo. Era simplemente hermosa, a pesar del afable y poco perceptivo olor que esta desprendía entre las cuatro paredes de mi habitación y que de alguna forma conseguía ponerme en un ligero malestar. Sin embargo, sabía que no podía tirarla, pues siempre me habían encantado las cosas bellas y raras como estas. O eso fue lo que me dije a mi misma antes de colocar la flor junto a la nota en el interior de mi cajón. Si sarah lo veía estaba segura de que iba a enloquecer.
Me sente de nuevo en el borde de la cama, con mi estómago revoloteando y enviando nervios a todo rincón de mi cuerpo.

«Siento haber sido un idiota.»

Él había escrito en la nota con tinta negra y una letra medio cursiva. Sabía que era un idiota, me lo había demostrado desde el momento en que me tope con él. Me había creado una perspectiva de él desde entonces y me había prometido a mi misma que no esperaría nada de él —cosa que no cumplia del todo bien—, pero esta vez, en realidad, yo no había esperado que él se disculpara.
Me mordi el labio sin saber exactamente que pensar acerca de eso. Quería no perdonarlo, definitivamente debía dejarlo de lado y hacer caso a lo que todos me habían dicho, pero no podía. Ahora sabía el porque, y a pesar de que eso no me hacia sentir muy comoda, no podía solo ignorar el hecho de que aquellos sentimientos estaban ahí, taladrandome.
Aprete mis parpados y mis labios se fruncieron juntos en una arrugada línea mientras nuevamente me dejaba caer de espaldas sobre la cama.
Odiaba sentirme así y no saber como remediarlo. Ni siquiera podía distraer mi mente con otros pensamientos por que los únicos que tenía para ofrecer eran los del hombre en el centro comercial, y ponerme a pensar en ello me causaba mucho escalofrío.
Así que en su lugar, con los brazos cruzados sobre mi frente, me puse a tararear una canción.
Había repetido el coro al menos dos veces cuando escuche la puerta abrirse y la voz de Lessa decir:
—acabo de tener el momento más raro de mi vida —camino hasta donde yo estaba y se sento en el vacío junto a mi—. Tu tía es bastante buena sonrojando a la gente con alagos.
Reí y le di una mirada de soslayo antes de volver la vista al techo.
—si, ella lo es —Dije, y añadí con una sonrisa que guardaba uno de mis más viejos recuerdos—. Ella incluso podía hacer sonrojar a papá.
Lessa rió, negando con la cabeza como si no le sorprendiera, pero bueno, ella ya había conocido de tía Dane lo suficiente.
—no lo dudo. Esa mujer es un caso.
—no sé porque presiento que estan hablando de mi madre aquí —levante la cabeza para mirar a sarah observarnos divertida a unos pasos de la cama. Sonreí y volvi a descansar mi cabeza. No escuche lo que Lessa murmuró en respuesta, pero lo que sea que fuera logro hacer reir a Sarah—. El baile es mañana en la noche, por si lo habían olvidado.
Lessa esbozo una sonrisa fascinada y llena de emoción. Al contrario, yo frunci los labios antes de murmurar una excusa para intentar salir por la tangente.
—es una pena que no tenga ningún vestido —murmure—. Quizá debería quedarme aquí, y esperarlas.
—no vas a salirte de esta, Brooke—Sarah, echandome una mirada burlona y petulante, dijo:—. Tengo el vestido perfecto para ti. Sé que te va a gustar.
—lo dudo —murmure tras un suspiro resignado. Ella negó con la cabeza, y Lessa dejo salir una suave risa a mi lado.
—No seas tan pesismista, Brooke, que esto es mejor que un baile de graduación.
Y lo era, supuse, según lo que Lessa me había contado cuando yo me había quedado en casa mientras ella iba sola al baile previo a su graduación.
Aún así, toda esta cosa del baile seguía sin causarme mucha emoción.
—bien, pero recuerda, sarah —me volví hacia ella y esboze una sonrisa—, que prometiste aceptar la invitación del chico.
El rostro de ella se tenso, y vi apenas la manera en la que trato de sonreir, o al menos verse no tan afectada.
—si, bueno —torcio los labios—, ire abajo a ver a mamá. Buenas noches.
Tanto Lessa como yo nos despedimos con una sacudida de mano. Tan pronto como Sarah cerro la puerta detrás de ella, Lessa se volvió hacia mi con su rostro serio y sin ningun tipo de alegría en sus facciones. Se veía dudosa y conmocionada.
—¿que pasa?
Pregunte extrañada por su repentino cambio de humor. Me gire sobre la cama de manera que ambas pudieramos vernos a la cara.
—hable con tu tía —dijo con más seriedad de la que pretendía, seguro—. Yo... trate de preguntarle acerca de las cosas que se dicen por aquí.
—¡lessaa !—lloriquee decepcionada.
—escucha, no le dije todo lo que creíamos saber —espetó—, tan solo trataba de deducir si podría haber sido ella quien tomo el libro.
Suspire
—¿y?
—y... ella me dijo que dejaramos de intentar descubrir —sentí que mi ceño  se fruncia, con una mirada incrédula grabada en mis ojos—. ¡Ella lo sabía! Ella ni siquiera trato de hacerse la loca, Brooke. Me dijo clara y firmemente que nos detuvieramos con esto.
—¿que?
—ella dijo que no era el momento—Lessa apreto sus parpados y negó con la cabeza—. ¿cuál es el momento entonces, Brooke?¿siquiera hay un momento?
—Lessa, relajate ¿bien? —ordene, y ella exhalo un suspiro y asintió—. Ella quizá no se refería a lo que tú crees.
—¡pero claro que lo hacía! —exclamó, y añadió después en un susurro—. Brooke, ella casi enloquece cuando mencione a Logan
—¡¿que?! —masculle—. ¡por la virgen, Lessa! ¿porqué le hablaste sobre él? Ahora sabe que tan profundo hemos ido.
—ella no tiene idea que tú sabes, sobre Logan, en todo caso —mordió su labio pensativa—. Ella me dijo que no debía hablar de eso con nadie, mucho menos contigo, lo cual es estúpido porque eres mi mejor amiga, ¿pero no tienes curiosidad del porque ella no quiere que tú sepas?
La tenía, de hecho. Sin embargo, no podía ir y preguntárselo, y tenía el vago presentimiento de que averiguarlo sería mucho más difícil. La única oportunidad que tenía era el libro que había mágicamente desaparecido. Ahora no tenía nada.
—siento que esto está volviendome loca —gruñi, pasando las manos por mi frustrado rostro. Había tantos secretos, como un océano de ellos, y ni siquiera podía descubrir el más sencillo: ¿Quién era Damian?
Cada día se sentía como si algo más estuviera creciendo a mi alrededor. Comenzaba a sentirme agobiada, asechada y rodeada de un ambiente escalofriante que me erizaba los bellos de los brazos.
—y hay algo más —Lessa añadió. No pude hacer más que morder mi labio inferior y mirarla expectante—. El baile, y la fiesta después de este, son tradicionales, según me dijo Jay.
—¿y?, todo el mundo tiene tradiciones, Lessa.
Intente convencerla, pero ella de inmediato negó con la cabeza declinando mi comentario.
—no lo entiendes —dijo. Miró a su alrededor como si buscara algo, entonces levantó su dedo índice a señal de que debía esperar ahí mientras ella salía de la habitación sin decir nada más. Fruncí el ceño y la mire irse. Aquello estaba empezando a preocuparme, quiero decir, sabía que ella era en extremo curiosa y que quería descubrir lo que aquí ocultaban tanto como yo, pero ella simplemente se estaba adentrando demasiado en ello. No iba a mentir: yo temía que ella estuviera tomando esto demasiado en serio.
Suspire, y veinte segundos después ella volvió. Cerró la puerta detrás de sí y camino hasta mi con un libro negro en sus manos.
—es la luna sangrienta, la que ellos festejan —murmuro mientras pasaba rápidamente las páginas del libro—. Hacen esto cada año, dos días antes de que suceda. Aquí.
Extendió el libro hacia mi con su dedo apuntando un lugar en específico. Un tema en especial. Abandoné la pregunta acerca de donde había conseguido Lessa este libro al comenzar a leer.

Los varulvs: La luna sangrienta.

Los varulvs no han sido como los hombres lobos comunes: siendo estos descendientes de una mezcla rara y mágica de seres subterráneos, sus capacidades y naturaleza no se asemeja a la de licantropos comunes. Los varulvs pueden convertirse a voluntad, y controlar los cambios de fase de manera más fácil que un licantropo. Sin embargo, debido a la maldición puesta en ellos durante los años veinte, están condenados a perder el control sobre su cuerpo durante las noches de luna sangrienta. Sus cambios son consecutivos e inadvertidos, por lo que durante dos días se mantienen encerrados y alejados de la civilización.

Sentí como una sensación de frío se colaba en mis huesos mientras mi cerebro procesaba las palabras. La usualmente lógica vocecita en mi cabeza se encontro susurrando de inmediato lo imposibles que eran esas palabras. Hombres lobos. Eso era fantasía pura, seres inventados para los cuentos y novelas juveniles. No existían. Jamás lo harian.
Me mordi el labio y leí la nota garabateada al final con lapicero de tinta azul.

Concentración de población en londres: a las afueras y al sur. Pueblo de red.

—no, es imposible —levante mi atención del libro para mirar a Lessa, quien me miraba expectante y con un atisbo de preocupación en su rostro—. Lessa, tú sabes que los vampiros no existen, ni las hadas, ni los gnomos, y mucho menos los hombres lobos. Esto es la vida real.
Ella entorno los ojos con exasperación. Podía ver en su expresión que quería darme con el libro en la cabeza, pero se contenía.
—Brooke, porfavor, por un momento deja de ser tan lógica y piensa —se lamio los labios y añadió con palabras susurradas—, ¿y si fuera real?
—no lo es.
Negué y Lessa revoloteo los ojos de nuevo.
—bueno, ¿y si lo fuera?
—Lessa, yo... no puedo creer en algo como esto —le dije, con una expresión de disculpa dibujada en mi rostro. La vi desanimarse un poco, pero entonces ella suspiro y esbozó una media sonrisa triste.
—si, quizá tengas razón—murmuro—. Deberíamos hablarlo en otro momento.
—Les...
—ire a dormir, Brooke —me dijo y sonrió con un poco más de seguridad—. Apuesto que mañana sera un día largo.
Asentí, mordiendo mi labio sin decir una sola palabra. Ella se despidio con la mano y tres segundos después salió de la habitación. Suspire tratando de hacer a un lado la culpa. Baje la vista al libro, que aún se encontraba abierto en mi regazo en la página que Lessa me había dado. Un nuevo suspiro salió de entre mis labios, y una única pregunta se repetía en mi mente:
—¿y ahora que hago?

Red ||Pausada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora