Un pueblo chico rodeado de personas raras.

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Apenaz fui capaz de dar un paso dentro de la casa cuando un torbellino de emoción me atacó. Ese torbellino era Dane, la hermana mayor de mi mamá, y la que yo catalogaba como la menos cuerda de la familia. Aunque a decir verdad, Dane era la única familia que yo conocía por parte de mamá.

— ¡pero mirate nada más Brookely, eres toda una señorita! —Ella se soltó diciendo, mirandome con ojos cristalinos y una sonrisa extraña en el rostro —. La última vez que te vi aún no tenías pechos.

Abrí la boca, y un abrasador sonrojo se apoderó de mi rostro entero subiendo desde mi cuello hasta mis mejillas. Si bien era cierto que yo no había florecido hasta después de los trece, ella no tenía porque soltar algo como eso así como así. Detrás de mi, Lessa hacia lo posible para no estallar en carcajadas. 

— la última vez que me viste tenía once tía Dane —murmure de vuelta a ella, con una apretada sonrisa en los labios. Ella me devolvio la mirada con los ojos llorosos. Podía llegar a ser tan sensible algunas veces...

— El tiempo pasa tan rápido ¿no es así? —ella me sonrió aún más antes de volver su exuberante alegría a Lessa. Aproveche para buscar a la desaparecida Sarah en la habitación—. Seguro eres Lessa ¿verdad? Annabeth me dijo que Brookely  traería una amiga.

No escuche la respuesta de Lessa, porque justo en ese momento Sarah apareció por las escaleras con una sonrisa entre divertida y avergonzada en el rostro.

— mamá, si no te molesta voy a llevar a las chicas a sus cuartos —le informó a su progenitora y esta asintió sonriente.

— Claro, cielo —le dijo a su hija, y luego se dirgio a lessa y a mi—. Cuando hayan dejado sus maletas bajen a cenar.

—gracias.

Sarah nos llevó por las escaleras y a través de todo el pasillo hacía las últimas dos puertas al final de este. Nos detuvimos frente a la puerta del lado derecho del corredor con Sarah comunicándonos que esa era la habitación de Lessa por el resto del verano. Ella sonrió encantada. La habitación era espaciosa y la cama era hancha, cubierta de sabanas blancas. Había una ventana justo enfrente de la cama, y a través de ellas podía ver hacía el exterior, donde las casas de los demás habitantes se encontraban, acompañada de las calles vacías y los  variados colores del ocaso en el cielo. Las cortinas ondeaban, y sarah se apresuró hasta ellas para cerrar y asegurar las ventanas. 

— Les recomiendo cerrarlas durante la noche —sugirió con una sonrisa. Frunci el ceño extrañada, pero asenti al igual que Lessa.

— esta habitación es magnífica—Lessa halago, a lo que Sarah sonrió y asintió de acuerdo.

— lo es —se volvio hacía mi —. Creo que supones cual es la tuya.

Presione mis labios en una línea  y me limite a asentir. Salí fuera de la habitación con Sarah diciéndole a Lessa que bajara después para cenar. Camine el par de pasos que separaban la puerta de Lessa de la otra rústica enfrente de la suya. Era la misma habitación en la que solía quedarme cuando era una niña; antes de que papá muriera, antes de que el padre de Sarah muriera también. Abrí la puerta, y un escalofrío me recorrió la piel de los brazos. La última vez que había estado aquí, mi madre había llegado histérica de dios sabe donde, arrojando ropa de vuelta a la maleta y diciendo incoherencias. Lo siguiente que supe, fue que salíamos a toda prisa de ahí y que mi padre estaba muerto. Inhale una brusca respiración y me permití cerrar los ojos por cinco efímeros segundos. Cuando todo aquello había ocurrido, tommy solo contaba con un año, y en ese momento yo había decidido que todos en ese pueblo estaban locos. Jamás volví. Hasta ahora, claro.

Recorrí con la mirada cada pared de la habitación. Todo estaba casi como lo recordaba. La cama al costado del closet con las puertas de madera, con un mueble de noche situado en medio de estos. La ventana estaba al extremo derecho de la habitación, unos pasos al sur de la cama. Me adentre en la habitación con la suela de mis zapatos golpeando contra el piso con cada paso que daba. Pase el sencillo tocador y me dirigí hasta la ventana resguardada tras la cortina oscura colgando tranquila sobre la ventana. Corrí unos centímetros de esta hasta que el exterior quedo expuesto a mi vista. Me sorprendió ver nada más que oscuridad más alla del estrecho balcón, cuando apenas unos segundos antes el cielo aún conservaba los matices del atardecer. La ventana daba hacía la vacía parte del pueblo donde las personas no habitaban. Pero aún así, era demasiado raro. Suspire y dejé caer la cortina. Sarah ya no estaba en la habitación. La puerta estaba entre abierta y me encontraba sola entre las cuatro paredes. Dirigí mis pasos hacia la puerta blanca tras la cual se encontraba el baño. Lo habían instalado en la habitación cuando —después de escuchar la historia del padre de Sarah—, yo no había querido salir de mi habitación ni para ir al baño, que se encontraba hasta el otro extremo del pasillo. Me reí al recordar aquello y negué con la cabeza. La historia de Will había sido una de las tantas que se contaban en el pueblo, y que ahora me parecían ridículas.  Volví a cerrar la puerta del baño, al mismo tiempo que la de la habitación se abría.

— ¿Bajaras a cenar? —Lessa asomó su cabeza dentro de la habitación. Asenti y salí de la habitación para dirigirme junto a ella al primer piso.

En la cocina, los platos ya estaban puestos, y Dane estaba apenaz ocupando su lugar.

— ¡que bueno que bajan!—sonrió en cuanto nos vio —. Anden, tomen asiento porfavor.

Me senté al lado derecho de Dane, frente a Sarah y con Lessa a un lado de mi. Le di una rápida mirada a la ventana detrás de Sarah, donde no se veía más que la oscuridad de la noche. Demasiado oscuro para ser apenas las nueve.

— Entonces —volví la mirada hacia Dane—. ¿Qué tal estuvo el vuelo?

Frunci los labio y piquetee mi comida con el tenedor. Me llevé un pedazo de comida a la boca para excusarme de hablar. Todavía estaba triste y enfadada por tener que pasar todo mi verano aquí y no quería decir algo que después pudiera lamentar

— cansado e interesante —Lessa respondió por mi. Dane puso una mirada curiosa en ella—. Había un chico que nos dijo un par de cosas sobre el lugar

Las cejas de Dane se arquearon con una sonrisa, y por la mirada de Sarah cruzó una emoción que me fue difícil discernir, porque se fue tan rápido como vino. Guardé silencio y me limité a comer. Le había advertido a Lessa sobre eso, ahora el ridículo iba a ser completamente suyo.

— Las personas dicen muchas cosas sobre este lugar —apuntó Sarah y puso una sonrisa divertida en su rostro.

— como que esta maldito, ¿es cierto?

Una sonora carcajada salió de la boca de mi tía, y Sarah le hizo compañía. Entorne los ojos y negué. Le había dicho a Lessa lo falsas que eran esas historias. Nunca me escuchaba.

—Es solo porque estamos alejados de la ciudad que las personas dicen esas cosas —Mi tía le dijo a Lessa.

La decepción cruzó la mirada de Lessa, pero ella se recuperó rápido.

—Tiene pinta de terror, sin embargo.

Ella apuntó, sarah sonrio.

—Es un pueblo chico rodeado de personas raras. Nada más que eso.

—Lessa ama las historias de terror, los...lugares desolados como estos llaman mucho la atención.

Le di a Lessa una mirada burlona y ella me devolvió una similar. Dane se encogió de hombros comprensiva, ignorando el hecho de que había llamado a su amado pueblo desolado.

— a todos nos atrae una buena historia de terror.

Lessa miró a ambas mujeres, y supe que ella no iba a creerles y abandonar su idea así de fácil. Eso era algo que ella y yo teniamos en común, podíamos llegar a ser demasiado tercas. Al final, ella decidió solo encogerse de hombros y sonreir.

—es cierto.

La cena después de eso transcurrió con tranquilidad, y Lessa no volvió a tocar el tema por el resto de ella. Cuando todos nos marchamos a nuestras respectivas habitaciones, y estaba a punto de adentrarme en la mía, Lessa me detuvo.

— no creo que sea verdad, Brooke—ella murmuró desde el umbral de su habitación—. Creo que si hay algo que ocultar aquí.

Solté un pesado suspiro por lo bajo. 
— y yo creo que necesitas dormir—Lessa arrugo el ceño—. Ya verás que no hay nada raro aquí aparte de las personas.

Lessa negó con la cabeza pero se limito a adentrarse en la habitación y no responder. Hice exactamente lo mismo.

Mientras cambiaba mi ropa por un pijama de algodón, recordé que se suponia tenía que llamar a mamá tan pronto como llegara, sin importar la hora que fuera, pero dado que seguía enfadada con ella decidí que la llamaría el día de mañana, como un pequeño acto de rebeldía.

Apagué las luces y me metí dentro de las sabanas, con estas cubriendome hasta el cuello. No paso mucho tiempo hasta que caí rendida en los brazos de morfeo.

Red ||Pausada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora