No pertences a ese mundo

38 5 1
                                    

—¿hablando sola?

Di un salto sobre mi lugar, girando mi cuerpo 180° y llevando mi mano al pecho debido al susto que me había propinado. Kaidan estaba parado en el alfeizar de la ventana, y me miraba con una ceja arqueada y una media sonrisa burlona.
—¡maldición, Kaidan! ¿porqué demonios no dejas de entrar así a mi habitación?
—sigues sin cerrar la ventana—se encogió de hombros con simpleza, y yo entorne los ojos en respuesta.
—creo que ni siquiera eso podría detenerte —murmure por lo bajo, pero no lo suficiente bajo para que él no me escuchara. Sonrió divertido y dijo:
—puedes apostarlo.
Yo bufe, porque en realidad a mi no me hacía ningun gracía. Un día de estos sus "entraditas" iban a matarme de un susto.
—si, como sea. Vete, ¿quieres?
—no quiero, en realidad.
—pues no me importa. Largo.
—¡oh, vamos! —se quejó, empujandose lejos de el marco de la ventana—. Te he traido una ofrenda de paz, ¿eso no es suficiente para ti?
—pue no —me cruze de brazos y lo mire enfadada—. Una flor no recompensa lo idiota que has sido, que eres.
Un suspiro resignado salió expulsado de sus labios. Levantó sus ojos hacia mi y me observó con detenimiento.
—lamento haber sido un idiota, ¿si?—presione mis labios en una línea—. Los amigos solemos ser idiotas, ¿sabes?
Estreche los ojos en su dirección, mirandole con fijeza por más de un par de segundos. Finalmente él revoloteo los ojos divertido y elevó las manos a la altura de su rostró en señal de rendición.
—muy bien, de acuerdo —me miró—, no tengo justificación, pero tú eres mucho mejor persona que yo. No más sexy y atractiva, pero si mejor persona.
—si, buen intento. Idiota—murmure y negué con la cabeza, cosa que saco una suave risa de él.

¿Dios, porqué su risa me hacia estremecer de esta forma?

—así que... ¿que estas leyendo?—se inclino cerca de mi para poder mirar el libro que aún sostenía en mi regazo. Contuve la respiración no solo por su cercanía, sino porque Kaidan tratando de hacer conversación me ponía nerviosa.
—un poco de... seres de fantasía—sonreí a medias y le deje inclinarse para poder leer lo que decía el libro. Parecía como si yo simplemente no pudiera molestarme demasiado con él. Lo escuche murmurar las primeras palabras y luego callar de golpe. Lleve mis ojos hasta él, apreciando la manera en la que sus rasgos se habían ensombrecido. Sus largas pestañas se elevaron cuando levantó la mirada para verme. Sus ojos verdes demandaban mi atención, y había en ellos una emoción a la que me era difícil darle nombre.
—¿dónde conseguiste este libro?—me preguntó, con casi demasiada seriedad. Le mire desconcertada y me limité a darle una respuesta simple y breve.
—lo encontré por ahí.
—pensé que no creías en estas cosas—dijo, y aunque trato de sonar relajado, pude encontrar en su voz un matiz de esa emoción extraña que seguía sin poder identificar. Me removí con incomodidad y cerre el libro alejandolo de él, y de mi.
—no lo hago. Tan solo quería algo que leer.
Kaidan me miró con suma seriedad antes de asentir con brevedad. Paseo sus orbes verdes por mi habitación mientras los dos nos encontrabamos sumidos en un silencio. Aproveche ese momento para observarle más de cerca. Sus pestañas negras y abundantes, tan largas como un rascacielos subían y bajaban con cada parpadeo que él daba; la curva suave y masculina de sus pómulos parecía llamarme con fuerza a tocarlo; su nariz aguileña, me di cuenta, no podía haber quedado mejor con la forma de su rostro, y sus labios, ¡bendito dios!, sus labios eran perfectos: el superior era un tanto más delgado que el inferior, y este último era carnoso y tentador.

Oh, santa patata ¿porqué tenía que ser tan guapo y tan idiota?

— ... el baile de mañana?
Volví a la realidad, totalmente perdida acerca de lo que Kaidan me había estado diciendo. Abrí y cerre mi boca, parpadeando más de una vez tratando de recordar lo que él había dicho.
—¿qué?
Tuve que inquirir al final, aceptando que no había estado prestando atención. Kaidan me dio una sonrisa burlona mientras se inclinaba hacia atrás sosteniendose con su mano.
—sabía que no podías mantener tus ojos alejados de mi, pero no pensé que pudiera tenerte tan perdida.

Ugh. Entorne los ojos y deje que de mis labios saliera un bufido.
—eso quisieras tú.
Kaidan rió, y sentí como comenzaba a sonrojarme. Odiaba sonrojarme, esa sensación de ardor en mis meijllas me hacía sentir tonta y vulnerable. Afortunadamente, Kaidan no ahondo más en ese tema.
—estaba preguntandote si planeas ir al baile de mañana—ladeo una sonrisa y sus ojos se dirigieron al antifaz que sarah y Lessa habían conseguido para mi en el centro comercial. Me mordí el labio y arrugue la nariz.
—si por mi fuera no pondría ni un pie a menos de 10 metro de allí.
La risa de Kaidan resonó en mis oidos y me encontre a mi misma tratando de luchar contra la sonrisa que quería abrirse paso en mis labios.
—me imaginaba algo como eso viniendo de ti —esta vez si esboze una sonrisa—. ¿que es lo que te hace ir?
—una prima y mejor amiga con buenas tácticas de chantaje—murmure—. Además le prometí a Nathan que iría y...
—¿vas a ir con el idiota?—Kaidan me interrumpió, frunciendo el ceño con esa expresión de desagrado dibujada en su rostro. Aunque él no tenía porque sentirse agusto con nada de lo que yo decidiera hacer. Entorne los ojos y le di una mala mirada.
—él no es un idiota, en realidad, creo que el único idiota aquí has sido tú.
Y era cierto. Nathan era tremendamente dulce y divertido, y me agradaba más de lo que cualquier chico a quien hubiera conocido por menos de dos semanas alguna vez lo hizo.  Kaidan en cambio, entornó los ojos y bufo.
—eso no le quita lo idiota.
—¿acaso estás celoso?
Enarque una ceja y cruze los brazos por debajo mi pecho. Por un segundo vi sus ojos desviarse con rapidez hacia mis pechos y sentí la calidez de un sonrojo asentuarse en mis mejillas. Kaidan ladeo una sonrisa de esas que lo hacian lucir jodidamente sexy y respondió con sarcasmo.
—oh si, porque yo tengo tantas cosas que envidiarle a ese. Preciosa, ¿es que no me has visto?
—exactamente porque te he visto es que te lo digo—ladeo una sonrisa que a él le hace fruncir el ceño. Claramente a Kaidan no le gustaba el hecho de que yo insinuara que Nathan era mejor que él. Enarque una ceja en su dirección mientras él me miraba directamente a los ojos. En menos de dos segundos yo lo tenía inclinado sobre mi, y mi espalda casi estaba pegada a la cama. Los nervios fluyeron de inmediato por todo mi cuerpo. Él estaba demasiado cerca. Sobre mi.
—k... kaidan, que estas...?
—¿quieres ver que tan bueno soy, Brookely?
Oh, mierda.
Mi nombre saliendo de sus labios hizo a mi corazón explotar.
Brookely no era un apodo, pero la manera en la que él lo decía lo hacía sonar tan único que parecía como si nunca lo hubiera escuchado antes. Como si no hubiera pasado toda una vida con él. Me gustaba. Y eso era algo que solo él podía conseguir.
—kaidan
Una media sonrisa se formó en sus labios, y yo completamente estaba muriendo allí. El corazón me latia tan fuerte que pensé que en cualquier momento este podría llegar a detenerse, y mis manos estaban frías y temblorosas por mis crecientes nervios.
—¿es el idiota mejor que yo, Brookely? —susurro y se inclino para rozar sus labios contra los míos. Un pequeño y casi inexistente roze, pero madre mia, aquello se sintio como si él hubiera hecho mucho más que eso—. Dime, Brookely, ¿que debo envidiar exactamente?
De mis labios entre abiertos salió un suspiro que no pude evitar, y por un escaso segundo cerre los ojos abrumada.
—si, eso creí —murmuro, volviendo a establecer la anterior distancia entre nosotros, sonriendo satisfecho y divertido—. Debo irme, trata de no dejar más tus ventanas abiertas.
Abrí la boca sin poder creer nada de lo que estaba pasando mientras el caminaba de nuevo hacia la ventana.
—oh, y Brookely —se detuvo frente a esta y me miró sobre su hombro, con suma seriedad—, deberías dejar de intentar descubrir cosas que en realidad no quieres saber. Tú no perteneces a ese mundo, porfavor, no intentes entrar en él.
Y salto por la ventana, desapareciendo de mi campo de visión, dejandome totalmente aturdida y deseosa, y avergonzada, y curiosa. Si él creía que eso me iba a hacer desistir, el totalmente se había equivocado. 

Red ||Pausada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora