Loto Rojo, era como llamaban a aquel par de hermanas que acababan con cualquier banda de delincuentes que estuviese en su camino. Dos chicas que debieron dependerse de ellas mismas si querían sobrevivir en las frías calles de Yokohama. No eran amant...
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Pov Draken
Desperté normal sin ánimos a nada no quería levantarme y al verla a ella en mi pecho durmiendo mucho menos, sonreí pasando mi mano por sus cabellos aquel rojo como contrarresta a con el azul cielo en ellos, era extraña aquella elección de colores y me gustaba como se veía en ella ¿Por qué siempre al dormir quedábamos en este tipo de posiciones? Siempre de acostarnos de espaldas terminábamos así, no me molestaba al contrario me alegraba que ella pudiera dormir bien sin preocuparse de nada. Llevé mi mano a su frente y la toqué levemente sintiéndola caliente, me preocupé un poco por la temperatura que la aquejaba.
—Hana-chan ¿Te encuentras bien? —Le pregunté algo asustado a la chica y ella solamente negaba con la cabeza, no sabía si era porque estaba despierta o porque estaba mintiendo.
—Calla me duele la cabeza —habló en voz baja casi ronca, debía buscar un termómetro o llevarla al hospital.
—Voy a levantarme quédate aquí. —Ella se movió dejándome espacio a pararme mientras se acomodaba en la cama.
—Draken... No le digas a Harumi. —Miré a sus ojos color miel, estaban aguados si se sentía mal y me dice que no alerte a su hermana.
—Tienes temperatura alta, ahora vuelvo voy a buscar unos medicamentos. —La pelirroja asintió tapándose con las sábanas, de seguro se enfermó por la lluvia de ayer más el frío de ir en la moto ¡Qué irresponsable fui!
Salí de la habitación apresurado para ver si alguna de las chicas poseía algún termómetro para tomarle la temperatura. Miré alguna a ver si estaban en el pasillo pero parecían ocupadas en sus habitaciones desde temprano, era la primera vez que cuidaba a una persona enferma y no sabía qué hacer. Nervioso me dirigí hacia el elevador para ir a una tienda de conveniencia y comprar algunas cosas para ella, además de medicamentos para bajarle la fiebre.
Había pasado media hora desde que dejé la habitación, casi había volado en mi motocicleta directo a verla, quién seguía en cama tapada. En lo particular no suelo enfermarme tan grave y su eso pasa casi nunca sufro de fiebre, pero ella con la fuerza que tenía no podía creer que era débil ante estas enfermedades. Miré con atención sus mejillas sonrojadas por la fiebre sacando del bolso unas compresas frías para ponérselas en la frente. Nunca me imaginé a mi mismo cuidando de una chica como ella, no me gustaba la situación pero tampoco podía decir que me desagradara del todo.
—Iré a hacerle unas gachas —hablé para mí mismo mientras veía como temblaba, debía llamar a su hermana aunque ella no quisiese.
Salí de la habitación con los ingredientes para aquella comida típica de enfermos, caliente y casera siempre es mejor que algo comprado en la calle. Por suerte se me daba bien cocinar, no obstante antes de cualquier cosa llamaré a Harumi debe saberlo después de todo es su hermana menor. Tomé mi teléfono para marcar el número de la chica habíamos intercambiado información hace unos días, solo miraba esperando que la llamada callera.
