14. Señal de advertencia.

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Aiden se incorporó para alcanzar su ropa encontrándose con un conjunto suave de un color azul muy bonito que tenía motivos dorados haciéndolo ver costoso. Definitivamente no podía ponerse eso, pero su ropa no estaba por ningún lugar.

—¡Eric!— La voz femenina atravesaba la madera, y ponía de peor humor al alfa, quien trataba de vestirse también.

—Oye, mi ropa...

Eric lo miró demandante, casi podía leer un "póntelo" en sus ojos, así que le hizo caso de inmediato, y rápidamente el ciervo se levantó colocando con mucha delicadeza cada prenda en su cuerpo.

¿Lo habrá elegido él para mí?— pensó con cierta ilusión, admirando la belleza del atuendo en el espejo. Era sencillo, y se ceñía a su cintura a la perfección, las mangas caían suavemente por sus brazos y la tela era bastante agradable. Aunque... Se quedaba algo ajustado en su trasero y eso le incomodaba un poco. Mientras, el lobo se encargó de abrir la puerta que resonaba con más fuerza al punto de ser molesto.

—¡Abre la puerta, estú-

—¿Qué quieres Kara?— preguntó con el ceño fruncido, sin dejarle pasar.

—¿No puedo entrar?

—Si es por una tontería no, por supuesto.

—Es por Mila.— Eric aún estaba semidesnudo dejando ver su imponente torso, aunque su amiga no parecía sorprendida, lo impedía su falta de vergüenza y pudor. El mayor cedió y permitió que empujara la puerta para adentrarse en la modesta habitación dirigiéndose directamente al interior con elegancia, a la vez que se ponía una camisa. 

—La dejaste fuera de tu cuarto y ha estado llorando sin parar. Nos ha despertado a todos. Me sorprende que no te hayas dado cuenta.

—¿Dónde está ahora?— preguntó relajando su expresión, preocupado. Al estar pendiente del ciervo olvidó dejarla pasar en la noche.

—¿Eh? Ah... Sobre eso... No te preocupes, está con Theo. Realmente no ha sido tan grave... Bueno, sí se ha puesto muy triste, pero se ha portado bien. Solo quería entrar para comentarte lo importante...

—Fuera del cuarto.— dijo tajante, empujándola ligeramente hacia la puerta. No obstante, la loba se zafó con agilidad y fue directa hacia Aiden, quien le saludó con alegría.

—Buenos días, Kara.

—Buenos días mi pequeño.

La loba extendió sus brazos en un abrazo que casi deja sin aire al ciervo.

—He dicho que fuera.— volvió a repetir, esta vez irritado.

—No. Lamento informarte de que la cosa no va contigo.

—Me concierne cuando Aiden está implicado.

El alfa interrumpió su abrazo y colocó al ciervo tras él, quien chocó contra su gran espalda. Podía sentir sus latidos en su cabeza, tanto ruido y movimientos bruscos hacían que volvieran los mareos. Estaba claro, ya no volvería a beber de nuevo. Cuando se aferró a la camisa del mayor, recordó la noche anterior, de nuevo, ante la cercanía, y la vergüenza volvió a apoderarse de él marcando cierta distancia con el lobo.

Kara estaba frente a ellos, y no dudó en poner sus ojos en blanco de forma evidente debido a las negativas y a lo hostil que estaba siendo el lobo con ella.

—Es urgente, tengo que llevarlo ante mis discípulos. Se niegan a entrenar si no les presento a Aiden.

—¿Y eso es una urgencia? Si les das lo que quieren siempre que te lo piden, comenzarán con más y más demandas estúpidas.

Tu Dulce AromaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora