La voz de Eric retumbó en su interior, haciendo eco en esos sitios tan prohibidos que daba miedo lo excitado que se podía poner por solo escucharle. Su solo sonido era tan caliente que hasta podría quemar el invierno más frío.
Miró al contrario con varias dudas, aún tenía mucho miedo por toda la situación, y enfado por su estúpido comentario...
Le daba asco...
No sabía porqué se molestaba tanto cuando era cierto...
Daba asco.
Quizás por eso mismo se había enfadado... Aquel desconocido había sido tan certero que le había dolido.
Aiden no sabía dónde concentrarse, en su mente era testigo de una gran batalla entre su razón y su deseo... Su razón imploraba por huir de allí. Si no escapaba rápido de aquella cueva, esa persona lo llevaría de vuelta a su tribu, que al juzgar por como le había tratado antes del problema de las feromonas, se tomaba bastante en serio el pacto y las delimitaciones, y eso solo significaba su sentencia de muerte... Pero... Por otro lado estaba su estúpido omega, que por el simple hecho de sentir su muñeca fuertemente agarrada por Eric, le provocaba pequeñas corrientes eléctricas que recorrían todo su cuerpo, haciendo que su respiración volviera a acelerarse, y su rostro se enrojeciera.
Sabía a quién debía hacer caso, no obstante... La sola idea de escaparse de él y no poder verlo más le hacía sentir demasiado miserable, pero ¿por qué?
Desde pequeño había estudiado la historia de su gente y cómo Atzemeral, Hazernia, Meria y la isla de los tres grandes, se defendieron de los salvajes lobos del norte que buscaban el dominio de todas las tribus. Ellos habían masacrado poblados enteros a sangre fría... Habían acabado con la vida de muchos inocentes, incluso sacrificaron a muchos de los suyos. Eran seres sin corazón.
Quiso soltarse de su agarre.
Era peligroso.
Ese hombre era peligroso, y aún así su cuerpo le pedía a gritos estar con él... No podía permitírselo a su omega... Sentir ese indebido deseo por un cruel asesino, un desconocido, le provocaba miedo... ¿Desde cuándo su ser primitivo era más fuerte que su propia persona?
Sentía una opresión bastante fuerte en el pecho. Su omega le suplicaba algo, y ya se iba haciendo a la idea de lo que era... En un principio se encontraba muy confuso, ¿el golpe en la cabeza había sido tan grande como para provocarle fallos motores y cognitivos en su cuerpo? Pero después, al sentir como su entrada se humedecía de forma alarmante ante las feromonas de aquel lobo, supo al instante que su omega lo quería a él, lo quería dentro de él, lo quería oliendo a él...
Definitivamente estaba en celo.
Muy en celo...
Se había adelantado, y estaba a punto de sufrirlo por completo.
Ante esa revelación no pudo evitar entrar en pánico absoluto. Aiden sabía perfectamente como era su comportamiento bajo los efectos del celo, había sido llamado demonio, íncubo, entre muchos otros insultos. En su propia tribu pensaban que los linajes reales eran seres celestiales, y eran valiosos objetos de adoración, pero por alguna razón a él lo comenzaron a llamar impuro, pero solo dentro del Santuario... Supuso que era por sus ciclos de celo y lo que sucedía durante ellos... Un escalofrío lo recorrió y tuvo ganas de vomitar al recordar las imágenes grabadas en su cuerpo.
Lo odiaba. Odiaba que su omega lo hiciera ser tan sumiso, odiaba que se aprovecharan de su estado. Odiaba a su omega con todo su ser, y más en ese momento al buscar controlar su mente y sus acciones... Pero lo que más odiaba era que ante aquella situación, su corazón se encontraba tranquilo y aliviado al ser Eric quien se encontraba frente a él.
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Tu Dulce Aroma
RomanceAiden, un ciervo blanco, en su búsqueda de libertad se topa cara a cara con uno de sus mayores enemigos, y ¿su destinado? Su encuentro accidentado con un lobo oscuro provocará que un sentimiento profundo y extraño se apodere de ambos. Un omega en ti...