Berserk (Guts) TERMINADA

C a p í t u l o 12.

El leve viento abrazaba a la pareja besándose. Delthea se separó sonrojada y con una mirada entre llorosa y tímida. ¿Era esto lo que quería realmente? ¿Podría ver a Griffith como un esposo en vez de aquel maravilloso y elegante soldado?

Griffith analizó su rostro y se separó lentamente de ella.

- Estarás a mi lado, viviremos juntos, siempre. —recalcó la última palabra, provocando que el rostro de Delthea sea más asustado al no saber qué decir o al menos qué decidir.

—Claro. —afirmó, como siempre.

Se llevó su mano derecha a su labio y acarició la zona inferior de este; mientras temblaba el dedo que lo rozaba, era su primer beso.

El peliblanco se dispuso a ordenar su traje y se dio la vuelta.

—Vamos adentro a celebrar; aún no hemos tomado nada. - Su voz clara y amable volvió a resonar.

Delthea le siguió bastante ruborizada a la vez que miraba el suelo; era incapaz de ver la espalda de Griffith.

Volvieron al enorme y lujoso salón, donde estaban todos los miembros de la banda espiando en la entrada, para verlos en el jardín.

Casca estaba atrás de una cortina y ciertamente alejada de ellos, aunque no tan ausente para percatarse de cómo llegaban de nuevo dentro del salón.

La mirada de la morena recayó en la pelirroja y la miró de arriba a abajo, para después ir en busca de Guts.

—¡Anda, estáis aquí todos! ¡Mejor, así no os tenía que buscar! ¿Quién quiere dar un buen brindis por esta noche? El jolgorio del peli blanco, y su tono alto, para que todos escuchen que van a celebrar su victoria, fue oído por la reina.

—¡Oh, claro! —decía gritando para que se le oyera mientras se acercaba a ellos. Su rostro estaba tapado por su abanico que en las puntas llevaba plumas rosadas. Lo cerró de golpe y mostró su enorme sonrisa pintada de rojo—. Vamos a beber por ello, pero permíteme, Fénix Blanco, invitarte al mejor licor que tenemos en Midland, sí, sí... - Miró a un sirviente que le seguía allá donde fuera para que lo trajera.

Griffith hizo una leve inclinación con la cabeza mostrando respeto, mientras Delthea y los demás de la Banda se inclinaron ante ella.

—Muchas gracias, aunque no hace falta tanta atención... esta fiesta ya es mucho para nosotros. - Sonrió levemente.

—¡Bobadas, bobadas! —llegaba el sirviente con la bandeja—. Mira qué delicia, ¿no tiene un color intenso de lo más apetitoso? —sujetó la copa y la meneó en círculos pequeños, para que vea el mismo Griffith el color del delicioso vino.

La boca de Corkus enseguida echaba agua y, al ver que su jefe tardaba tanto en corresponder la bebida, se precipitó.

—Si no la quiere, me lo bebo yo encantado, siempre es un gusto probar la gastronomía de todos los lugares...

Judeau le dio un golpe bajo con su codo justo debajo de las costillas.

Griffith la aceptó y miró la bebida, donde se reflejaba; al verse, sonrió.

—Muchas gracias, reina —miró a sus compañeros—. Pillar también una copa, ¡vamos! ¡Brindemos!

Enseguida se dispusieron a pillar bebidas de los camareros que iban de un lado para otro por todo el salón.

Delthea bebía, pero no era usual; tenía que regularse la cantidad y el alcohol que contenía. A veces le daban dolores terribles y por ello se mezclaba el vino con mucha agua y miel.

Griffith sujetó una copa y echó en la copa de Corkus la mitad, para después llenarla de agua.

—Venga, brindemos, Delthea. - Le dio una mirada tierna.