Narra Amalia
Hace un rato que mamá llegó, lo primero que hizo fue hacerme muchas preguntas. Esta vez no ha venido la abuela a sido Lucas el que la ha traído atraves de un vórtice.
Me siento culpable, se que hay médicos aquí pero ninguno de ellos son mi madre o mi tío. Gracias a la diosa existe la magia y pueden venir en pocos minutos hasta aquí.
Mamá ha traído una prueba de embarazo de esas que puedes comprar en cualquier farmacia, si es positiva ya tendré que realizarme unos análisis de sangre, me ha oscultado, me ha tomado la tensión y también me ha mirado el nivel de azúcar.
Todo está en parámetros normales. Al fin han pasado los dichosos cinco minutos, me aterra mirar la prueba. Siempre quise tener más hijos, pero después de lo de Anaís, simplemente olvide esas ideas, nunca podría tener una relación, ni experimentar el amor.
Le pido a Lesedi que sea él, el compruebe el resultado. Coge la prueba y la mira después coge la caja y parece estar comparando. Me va a dar un ataque como no diga nada!
- Qué salió? Digo caso gritando.
- Es positivo, vamos a tener un bebé.
Esas palabras caen sobre mi, como un jarro de agua fría. Bueno al menos se que no estoy enferma y que estos síntomas pasarán. Ahora mismo solo tengo ganas de llorar, mis hormonas están haciendo una fiesta en mi cuerpo.
Empezar de nuevo con pañales, noches sin dormir, cólicos...
No me arrepiento, es más ya lo amo, lo ame desde que dijeron que había una posibilidad de que él estuviera creciendo dentro de mi. Pero no puedo evitar sentir miedo.Mamá y Lucas ya de han ido, de nuevo una sensación de soledad me embarga, los niños no vuelven hasta mañana en la noche. Lesedi me mira desde la puerta, está feliz una gran sonrisa ilumina su cara.
- Que pasa hombretón, puedo ver cómo estás feliz. Digo esbozando media sonrisa.
- Puedo abrazar a la mamá de mis hijos? Me he duchado, no me he puesto perfume y en mi ropa no he utilizado suavizante.
Extiendo los brazos, esa es señal suficiente para que en menos de diez segundos este siendo abrazada por el amor de mi vida. El me da la calma y la paz que tanto necesito.
- Si te encuentras bien, hay algo que te quiero enseñar.
- Estoy bien a dónde me llevas? Pregunto curiosa.
- Al cementerio. Dice mientras agarra mi mano.
Ha dicho al cementerio? Igual no lo he escuchado bien, cada vez me doy más cuenta de que me ha tocado el compañero menos romántico del mundo. Aún así lo sigo curiosa.
Aún es pronto, todavía faltan varias horas para que la noche empiece a caer. Me separo un poco de él. Me distraigo leyendo las inscripciones grabadas sobre las lápidas.
Si lo sé, soy un poco rara desde pequeña siempre me ha gustado ver las tumbas y saber quién las habita, una vez lo que ahora son huesos fueron de una persona con sueños, con ilusiones y con vida.
Llegamos a lo que parece un mausoleo, no sé muy bien si es lo que es. Lesedi saca una llave de su bolsillo y abre una vieja cerradura. La puerta de hierro chirria al ser empujada.
Dentro huele humedad y a podredumbre, espero poder soportarlo sin vomitar toda la comida. A medida que caminamos va encendiendo unas antorchas que reposan sobre las paredes. Aquí no hay electricidad, las paredes en su mayoría están cubiertas de telarañas.
Comenzamos a descender por unas angostas escaleras, la sensación de ahogo se hace presente en mi cuerpo, siento una pesadez y un frío que se instala poco a poco en mi cuerpo.
Llegamos a una sala, puedo ver muchas losas, cada una contiene un nombre y una fecha. Pero no son inscripciones normales en ninguna está grabada la fecha de la defunción.
Lesedi parece darse cuenta de lo que me preocupa y antes de que hable él se adelanta a darme una explicación.
- Aquí, es donde vienen a rendir un sentido homenaje a las personas que una vez desaparecieron, ahora sabemos que fueron esos malditos los que los secuestraron. No sabemos si viven todavía, ojalá podamos borrar casi todos los nombres. Eso significaría que vuelven a casa con sus seres queridos.
- Es algo muy bonito. Digo abrazando a mi hombreton.
Un ruido sordo se hace presente y por las escaleras algo baja a toda velocidad. Cae cerca de nosotros, todo está lleno de polvo, no puedo dejar de toser.
Cuando el polvo cae al suelo puedo ver un ataúd hecho pedazos a nuestros pies. La calavera de lo que antaño fue una persona me mira fijamente, bueno no me mira porque las cuencas de sus ojos están vacías. Los huesos están desperdigados por toda la sala.
Pero no es eso lo que de verdad me extraña en una de las manos lleva atada una daga de plata.
Esto es una amenaza, para que no continúe con mi investigación, de eso estoy segura. Creo que están más cerca de lo que en un principio creía. No quiero que Lesedi entre en modo sobreprotector, así que no le digo nada.
El cree que una de las lápidas ha debido de ceder, subimos por las escaleras, me fijo en los arañazos de la pared y en un pequeño trozo de tela que hay en la viaje enganchada. Cojo el trocito de tela roja la guardo en mi bolsillo.
Tengo que andar con mil ojos, mis enemigos están cerca, hoy solo nos han dado un aviso, pero quién sabe lo que pueden llegar a hacer mañana.
Se que alguien nos observa entre las sombras, Lesedi no parece haberse percatado y si lo ha hecho disimula muy bien.
Ya me he cansado, hago lo que nunca se debe hacer. Me convierto en loba y salto sobre esa sombra. La tengo en el suelo inmovilizada, si quiero le puedo arrancar la cabeza de un solo movimiento.
Pero no, mi hombreton me lo impide, en ese momento de confusión el pequeño hombre que tenía bajo mis patas sale huyendo.
- Eres bobo! No lo iba a matar, solo quería asustarlo y saber porque nos estaba siguiendo.
- No es una amenaza, es solo Owen. Es algo así como mi primo, el se encarga de la seguridad de la casa de los abuelos, lo que no se es que hacia aquí. Creo que le debes una disculpa.
- No, creo que el me debe una explicación. Digo enfadada.
- Está bien, como quieras. Pero vamos ahora mismo a hablar con él. Uno no puedo ir atacando a las personas sin una razón. Dice Lesedi muy serio.
Si tan solo supiera que si tengo una razón, quizás no tenga nada que ver y sea y inocente. Aún así uno no puede ir siguiendo así a la gente. Ese hombre debe de ser un loco o un suicida.
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Lesedi & Amalia. Luchando contra el destino
Người sóiLesedi es el próximo Alfa de la Manada, lleva fuera muchos años, ahora que ha terminado sus estudios es hora de volver a su hogar. Pronto descubrirá que esa niña con la que jugaba a ser novios, esa niña que lleva años sin ver, es su mate, su alma ge...