Capitulo 10. Brujas a media noche

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Narra Lesedi.

Quién me iba a decir hace unos meses que volver a la Manada me cambiaría tanto. Tantos cambios que aveces hasta me cuesta procesar. Encontrar a mi mate, la cual no venía sola traía consigo a una pequeña.

Ella inevitablemente se ha vuelto mi debilidad, nunca pensé que podría amar tanto a alguien que no fuera de mi sangre, la quiero como si fuera mía. Aunque no nos podríamos parecer menos. Ella de piel pálida, cabellos dorados y ojos del color del mar. Y yo de piel tostada y ojos negros como la noche.

Nuestra familia ha crecido recientemente con la nueva incorporación de West, no podía permitir dejar a ese niño solo y menos llevarlo a un orfanato o con la policía, no hay que olvidar que el no es un niño normal. Si no se cubren sus necesidades puede desatarse su lado salvaje.

Anaís y el se han vuelto inseparables, no se qué va a pasar hoy cuando los abuelos de mi chiquitita vengan a buscarla. Han desarrollado un vínculo muy profundo, no estamos seguros de que el entienda que solo van a estar separados unos días.

El momento que tanto temía ha llegado, los abuelos de Anaís han venido para que pasen con ellos el finde semana. No la traerán hasta el domingo. West está triste y enfadado, no entiende porque tiene que marcharse, se siente abandonado.

El abuelo de Anaís se gira como buscando algo, derrepente fija su mirada en West.

- No puede ser, tú.. tú eres un vampiro pura sangre, pero como puede ser, apenas si hay un puñado de vampiros puros y que haces aquí?

- Bueno eso lo puedo explicar yo. Dice Amalia dando un paso al frente.

Después de unos minutos les explica toda la situación, parecen asombrados, ellos desconocían que una organización estuviera secuestrando y vendiendo a seres sobrenaturales en el mercado negro.

- Está bien, nos llevaremos a West con nosotros, indagaremos sobre su familia y el domingo lo traeremos de vuelta junto con Anaís.

No hay mal que por bien no venga, no están los niños pero al menos tendremos tiempo para estar nosotros dos solos. Claro siempre y cuando no se encierre en el despacho a trabajar.

Esta demasiado rara, al principio pensé que era por el olor a vampiro que emana West, pero una vez que te acostumbras se hace llevadero.

Ya ha pasado medio día desde que los niños se fueron, no queda por ningún rincón de la casa ningún aroma a vampiro y sigue con la nariz tapada y poniendo caras de asco. Además su semblante denota cansancio.

Tengo que hablar con ella, igual es algo más grave. Quizás deberíamos llamar al doctor de la Manada. Si se niega hablaré con mamá. Seguro que a ella no le dira que no.

La encuentro recostada en el sofá,me acerco a ella y la beso, rápidamente se separa y veo como da una arcada. Nunca antes me había rechazo y menos había sentido asco.

Igual he comido que le desagrada?

- Perdóname, no se qué me pasa debo ser víctima de un embrujo, pero no te preocupes está noche vendrán la abuela, Lucas y algunas amigas y romperán el maléfico.

- Estás segura de que no puede tratarse de otra cosa? Pregunto confundido, como puede estar tan segura, igual su enfermedad se debe a otra causa.

He pasado el resto del día, alejado de ella, parece que mi presencia la hace sentirse peor, eso me tiene triste y a la vez enfadado.

Casi es media noche, como ella dijo su abuela, un hombre y otras dos mujeres han llegado a casa. En pocos minutos han dibujado un pentagrama lo han rociado de sal y han metido a Amalia en su interior.

Esto no me gusta demasiado, la magia me pone un poco nervioso hay cosas que no se pueden controlar y tengo miedo a que salga dañada.

El reloj da las doce y con cada campanada, recitan algo, cada vez más alto. Haciendo un bucle de palabras. Una luz azul sale del círculo, me acerco con intención de sacar a Amalia de allí, cosa que no es necesaria, cuando estoy llegando a su altura la luz desaparece y el cántico cesa.

Su abuela frunce el ceño, creo que no ha salido bien por la expresión de su cara.

- Niña, no eres víctima de ningún maléficio, la luz es azul y no roja. Tu problema no tiene nada que ver con lo mágico.

- Pero entonces, porque me encuentro así, estoy cansada, todo me desagrada, no soporto ningún olor, todo me produce arcadas...

- Niña has pensado que quizás tú.. y el .. podéis haber hecho un be...

- Abuela! No.. que verguenza. Dice Amalia sonrojada.

- Bueno, quizás.. hay una probabilidad. Digo avergonzado.

Amalia me mira asombrada, no sabe a lo que me refiero, en ese momento no quise darle importancia y que tuviera que preocuparse sin motivo. Solo paso una vez.

Su abuela y los demás acompañantes se marchan igual que llegaron, crean un vórtice y desaparecen tras él.

- Ven princesa, tenemos que hablar..digo señalando el sillón que hay frente a mí.

Amalia se sienta y me mira desconcertada, esperando mi explicación.

No se por donde empezar, esto me avergüenza demásiado, no pensé las cosas solo las hice.

- Princesa, recuerdas nuestra primera vez? Ella asiente con la cabeza y sus mejillas vuelven a tornarse de un tono carmín. - La cajita que había en el cajón, resulta que no era mía, debió de ser de mi hermano, todo fue tan rápido que no me di cuenta y cuando todo terminó vi como el globito estaba roto. Cogí la caja y pude ver cómo la fecha de caducidad estaba vencida...
No quise preocuparte, nunca pensé que fueras a quedar embarazada en nuestra primera vez. Después de eso tire la caja y compre una nueva. Digo entre avergonzado y arrepentido.

- Está bien, no estoy enfadada. No fue tu culpa. Esto lo hicimos los dos. Se ve que el destino nos tiene muchas cosas preparadas. Mañana llamaré a mamá y le pediré que compruebe si estoy embarazada. Ahora lávate y no uses ningún perfume, quiero unos arrumacos y un abrazo reconfortante.

- Sus deseos son órdenes princesa. Me dirijo a la ducha, voy pensando que nuestra pequeña familia de tres, de repente se convirtió en cuatro y quizás en unos pocos meses seamos cinco.



Lesedi & Amalia. Luchando contra el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora