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𝟎𝟎𝟓. estás muerto para mí ─────────────
Lia
Me pasé toda la noche en el ordenador, estaba investigando sobre todo lo que sabía, mordidas, perdidas de memoria, desapariciones, estar en un lugar y en otro justamente al mismo tiempo...
Habían muchas cosas sueltas y internet no llegaba a ninguna parte, lo único que me faltaba era la página de los fundadores y está claro que no se podía acceder así como así pero mi padre me dio una de las contraseñas hace un tiempo.
Accedí a la página y empecé a buscar.
—Hace miles de años los fundadores se reunieron para acabar con una raza muy peligrosa— leí. —Velocidad, desaparición, sangre, mordeduras...— todo lo que estaba buscando estaba aquí.
Había imágenes de Stefan, de un Stefan de hace cien años en la misma casa, la firma en la casa de los Lockwood.. cuando dijeron que eran los antepasados, Damon y Stefan, todo me estaba resultando muy extraño. Pero todo aquello se resumía a una palabra: Vampiros.
—Esto no puede estar pasando, ¿vampiros?— hablé sola. La verdad no sé porque me sorprende, encaja perfectamente.
Me marché del cuarto no sin antes agarrar todas mis pruebas, no iba a contárselo a nadie, está claro que no me creerían ni la mitad, simplemente quería hablar con una persona, una que me lleva debiendo una conversación bastante tiempo. Stefan.
Mientras estaba bajando las escaleras oí ruidos en la cocina, Jenna había salido, Jeremy estaba en su cuarto y Elena no había llegado a casa aún, así que fui a echar un vistazo.
Cuando entré a la cocina vi a Stefan haciendo la cena. Me asombré al ver que había entrado perfectamente en casa sin que yo me diera cuenta.
—No eres la persona que esperaba ver— comentó mientras no apartaba sus mano de la sartén. No iba a negar que tenía buen gusto en comida.
—Qué casualidad que yo si te estaba buscando— dije, llamando toda su atención, tanto que dejó de cocinar.
—¿Pasa algo?— preguntó, y la verdad es que cualquiera diría que lo acoso tras buscar información sobre él, pero yo creo que sabe sobre que va esto.
—Sé lo que eres Stefan, sé lo que sois tú y Damon— decreté, pareció que se tensó un poco pero lo tenía bastante controlado.
—No sé de que me hablas— hablo como si nada, aunque me miró expectante cuando cogí un cuchillo y me hice una pequeña raja en la palma de mi mano.
La sangre comenzó a salir y el rostro de Stefan cambió.
—¡Lo sabía! ¡Vampiros!— grité, entusiasmada. Pero tras ver como los colmillos iban apareciendo al igual que las venas en sus ojos, el miedo se generaba en mi interior.
