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𝟎𝟏𝟐. desagradable ─────────────
Lia
—Tienes que tranquilizarte— le dije a Elena una vez que llegamos a la casa de Stefan y Damon. El primer mencionado estaba delante de nosotras.
—¿Pero por qué yo?— pregunto mi hermana nerviosa. —Y si está intentando matarme ¿por qué llamó primero?— cuestionó.
—Por qué somos depredadores Elena, nos gusta asustar, perseguir, luego cuando dejamos de divertirnos, matamos— respondió Stefan, bastante obvio.
—Alguien debe de querer a Elena muerta, si no, no haría esto— espeté, el vampiro me dio la razón.
—Necesito que tengáis esto— comentó Stefan, entregándole a Elena lo que era el antiguo reloj de papá.
—Jeremy lo tenía— dije, sorprendida al ver que había acabado en manos de Stefan.
—Se lo quité a Damon, que se lo quitó a Logan, que supongo que se lo quitó a Jeremy— habló el vampiro, logrando confundirme un poco. ¿Por que era tan famoso un reloj?
—Solo es un simple reloj— dijo Elena, restándole importancia. Cosa que yo había pensado.
—No es solo un simple reloj, es una brújula, si hay algún vampiro cerca, la brújula os avisará— comentó Stefan, volviendo a tener esa cara seria.
—Gracias Stefan— respondió mi hermana. Pero sus ojos se clavaron en los míos, aun sin saber por que, nos quedamos mirándonos unos simples segundos, pero estoy segura de que para él y para mí fueron una eternidad. Todo fue muy extraño.
—Quiero mantenerte a salvo, por favor, no lo tiréis— le dijo a mi hermana, cortando nuestro contacto visual, Elena asintió y segundos después le besó suavemente, delante mía.
No tardamos en llegar a casa después de la charla con Stefan. Mi hermana y yo habíamos subido cada una a su cuarto. Había decidido bajar a por algo de beber.
Estaba bajando las escaleras de casa en cuanto vi a Jenna en el salón, mirándose en uno de los espejos. Iba muy bonita, aunque ella ya lo era.
—¿Irás al baile?— le pregunté a Jenna ya que la vi un poco arreglada. Ella me miró, despegándose del espejo y asintió.
—Alaric me pidió que vaya, más bien que le ayude, pero lo considero como una cita— indicó, con una sonrisa.
—¿Por qué no me lo dijiste Jenna?— preguntó Elena mosqueada, entrando rápido en la sala. Sabía que no tenía nada que ver con el baile. ¿Qué me estaba perdiendo?
—Vuestra madre lo iba a hacer, no pensé que lo tendría que hacer yo— se defendió Jenna, teniendo muy en cuenta de lo que iba a la conversación.
