𝗗𝗼𝗰𝗲

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𝗦𝗔𝗞𝗨𝗠𝗢

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𝗦𝗔𝗞𝗨𝗠𝗢

Estaba sumamente nervioso, cuál mocoso en su primer día de escuela, esperaba ansioso a que la señorita Tamika saliera de la academia. Ya había pasado tres semanas desde que ella se había mudado, la idea de invitarla a salir rondaba mi cabeza desde ese entonces.

Hoy, salía más temprano, debido a que sus alumnos tomarían una clase especial con el tercer hokage, camino al lugar, había comprado un ramo de rosas rosadas, muy especiales, no traía mi ropa de ninja, tenía unos pantalones y camiseta, a mi parecer, bastante casual para esta ocasión.

Luego de 7 minutos -exactos- esperándola, salió con una sonrisa, traía un bonito vestido amarillo con motas negras, parecía una flor, trague saliva nervioso y me acerque a ella cuando llego a la puerta principal.

–Señorita Tamika – traté de llamar su atención

Ella volteó a verme, sonrió y luego un gran sonrojo apareció en su rostro al ver las flores.

–Sakumo-san, que sorpresa verlo

Su voz era hermosa, tan suave y calmada como el viento en primavera.
–Yo, bueno, que-quería verla –me sentí idiota al tartamudear, estaba tan nervioso– traje estas para usted

Le extendí el ramo de flores, ella las tomo y las miro con detenimiento para luego darme una sonrisa ladina.

–Sakumo-san, conozco el significado de estas hermosas flores

–Entonces, ¿usted acepta?

Asintió con una sonrisa, apego las flores a ella y pude notar el sonrojo en sus mejillas, varios mechones rojizos caían a los lados de sus mejillas.

–Acepto, Sakumo-san, tal vez sea difícil y peligroso

–Entonces lo preguntare de la forma correcta – di un paso al frente y sonreí– ¿Señorita Tamika, me permite enamorarme de usted?

– Yo, lo permito, aunque preferiría un café primero

–Perfecto, ¿aceptaría tomar uno conmigo, ahora?

Note que dudo, pero finalmente asintió, se paró junto a mí y extendí mi brazo a su lado izquierdo, ella lo tomo y con su otro brazo mantenía las flores junto a su cintura.

Conforme caminábamos por las calles de Konoha, las miradas y cuchicheos eran sumamente notorios, al llegar a una cafetería, entramos y ofrecí ayudarla con su silla.

-Siéntese, señorita – moví la silla para darle paso a la pelirroja

Una vez que ambos estuvimos sentados, pedimos un café y una rebanada de pastel cada uno, ella una de chocolate y yo un pastel de coco y crema.

||𝙁𝙖𝙢𝙞𝙡𝙞𝙖 || Sakumo HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora