CAPÍTULO V

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Las gotas de lluvia se deslizaban lentamente por la ventana de la cocina, al mismo tiempo que pequeñas ráfagas de viento se colaban por ella. El ambiente en mi casa era sombrío y presentía que lo que venía a continuación también lo sería. Eran aproximadamente las cuatro de la madrugada y por primera vez desde que lo rapté, Mason pudo conocer una parte de mi casa distinta al granero.

Tenía que tomar mis precauciones, sobre todo después de que el idiota intentara asesinarme con el rin de mi propio auto. Até sus manos y piernas a una de las sillas del comedor para obligarlo a tener una plática conmigo, mientras frente a él, me tomaba un té caliente para aligerar la charla.

—Entonces, ¿hablarás ya? ¿En qué está metido Ignati y por qué carajo crees que tú eres el único que puede solucionarlo? ¿Qué demonios es dolka?

Mason sonrió.

—¿Estás seguro de querer saberlo? Puede llegar a ser muy perturbador para tu linda mente... — no le permití terminar de hablar. Me levanté de la mesa y le di un golpe justo en la boca del estómago que lo hizo callar instantáneamente. Su estúpida forma de evadir preguntas me tenía harto. Él se quejó, recuperó el aliento y continuó—. De acuerdo, es un maldito juego ruso en donde matan por dinero.

Junté mis cejas, insatisfecho con su respuesta, al no poder encontrar ninguna relación.

—¿Y qué tiene que ver Zoe en eso? —Inquirí.

El maldito loco se echó a reír.

Juraría que su risa malévola era igual a la de Chucky.

—¿Qué es lo que tiene esa chica? —su sonrisa se fue desvaneciendo poco a poco, mientras inclinaba su torso hacia mí de una forma perversa—. Que todos los que hemos probado sus labios, tarde o temprano nos volvemos adictos. En serio te gusta, ¿verdad? A mí también. Las locuras que yo hago por ella no son tan diferentes a las que tú haces. Solo míranos, Damien. Somos iguales.

Me crucé de brazos y lo miré fijamente. No había cambiado ni un poco desde que lo conocí hace tres años. Mason era lo suficientemente inteligente para encontrar tu punto débil en segundos y tratar de empatizar contigo para después convencerte de ser su títere.

Era increíble que estuviera haciéndolo conmigo incluso ahora.

No lo dudé; en un ágil movimiento tomé un cuchillo de la barra de la cocina y lo acerqué a su entrepierna sin compasión.

—Repetiré la pregunta y tú responderás si quieres mantener tus testículos en su lugar. ¿Cómo está involucrada Zoe en eso?

Con nerviosismo, él bajó la mirada hacia mi cuchillo. Al sentir el amenazador filo rozar contra la mezclilla de su pantalón, tragó saliva y cambió su actitud a una más sensata.

—Yo tampoco lo sé. Eso debes preguntárselo a Ignati, su familia es quien organiza los juegos de cada año.

—¿Te refieres a su padre? ¿Stanislav está detrás de todo esto? —inquirí.

No había lógica. Según sabía, el padre de Matthew estaba tan ocupado traficando cosas ilegales al país y escondiéndose de la policía, que apenas podía recordar que tenía una esposa e hijos.

—No, él no. Melanka —pausó—. Su madre.

Mi entrecejo se arrugó nuevamente y me detuve un momento a procesar la información que me estaba dando. Algo simplemente no estaba cuadrando.

—Creí que su madre estaba muerta.

—Oh, descuida él también lo cree. Ignati piensa que Dolka es solo una estúpida tradición que le heredó la familia de su madre; él jamás se ha interesado en ella. Lo único importante que debes entender por ahora es que, hace tres años Ignati me odiaba y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para joderme. Ese maldito sabía que todo mi interés estaba puesto en Zoe, así que utilizó su privilegio como miembro de la familia organizadora y la involucró en el juego sin decírselo a nadie.

IGNATI [#3] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora