CAPITULO XVIII

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Auro enarcó una ceja.

—¿Quieres matarlo tú? ¿A Mason? —cuestionó, aún sin terminar de creer lo que había salido de mi boca.

Asentí con la cabeza.

—Cambié, Auro. Después de lo que pasó... —de un momento a otro, me quedé sin palabras—. Ya no permito que se metan conmigo. Mason Coleman tiene que pagar por todo el daño que me ha hecho a mí y a mis seres queridos en todos estos años. ¡Me persigue desde que tengo quince años! Alguien debe detenerlo, y aparentemente, la única que puede hacerlo soy yo.

Auro parecía sorprendido por mi forma de hablar. Tenía que ponerme en su lugar, la última vez que estuvimos juntos era una Zoe diferente, una que si bien, ya estaba harta de Mason, aún no era capaz de tomar acción en contra de él. Una Zoe que a pesar de todo, aún conservaba una pequeña muestra de bondad dentro de ella. Es una lástima que esa Zoe se haya esfumado.

El pelinegro pasó su mano por su cara, denotando un poco de frustración.

—Lo sé, yo también quiero acabar con él, pero ya lo ves, parece que tiene un pacto con el diablo para tener vidas infinitas. Lo hemos intentado por años y no sé cómo, pero siempre está un pie por delante de nosotros.  Ni siquiera el maldito ejército ruso fue suficiente para detenerlo.

—Sí, pero ahora tenemos a la única persona que puede importarle más que yo —suspiré—. Kristel.

El rostro de Auro se tornó confuso otra vez.

—Entonces, ¿sí está contigo? —preguntó acercándose a mí.

—Lleva cerca de un año viviendo en casa con mamá. William y mi madre se encargaban de cuidarla en el refugio que le construyó Dimitri, pero la policía rusa quería usarla para estudiar su mente; temían que fuera una psicópata en potencia o algo así. Creímos que era demasiado y le pedí a mamá que la llevara a casa para poder vivir una vida medianamente normal. Después de todo, Mason no había jodido en un buen tiempo.

La mirada de Auro se perdió por un momento en la nada, luego llevó una de sus manos a su barbilla. Supe, por lo que dijo después, que su memoria estaba volviendo al día en que detuvieron a Mason y Dimitri murió.

—Es una completa locura lo que hicieron. Lo de robarse a la niña y negociar con Mason por nosotros. No debió ser una tarea sencilla, y todo pasó tan rápido que ni siquiera tuve de decirlo —tomó mi mano y la acarició lentamente—, pero gracias. Nos salvaron.

Mis labios se curvaron al sentir su tacto.

—Todo fue cosa de Damien y Dimitri. Planearon todo en cuestión de segundos porque en verdad estaban preocupados por ustedes, sobre todo Damien.

Al escuchar el nombre de su hermano, Auro bajó la vista al suelo instantáneamente. Era como si evitara tocar el tema, o pasar por alto mi comentario. Parecía bastante obvio que hablar de Damien le causaba incomodidad, o al menos, hablar de él conmigo.

Preocupado, se acercó a mí.

—Tienes que contarme que fue exactamente lo que pasó, pececito. ¿Quienes eran?

Mi aturdida memoria intentó recordar lo que había ocurrido unas horas antes, el como había llegado hasta acá. Era difícil creer como después de tanto tiempo de supuesta paz, había tenido tantas emociones en un solo día.

—Estaba en la escuela con Mónica y Kian y unos tipos llegaron de la nada. Me cerraron el paso y mencionaron que Mason estaba esperándome, después intentaron llevarme con ellos. Me defendí como pude.

—¿Cómo pudo encontrarte tan rápido? —se cuestionó—. Apenas se escapó, ¿cómo puede volver a tener poder tan rápido sobre la gente?

Definitivamente, habían grandes espacios en blanco en nuestra crucigrama. Ni él ni yo teníamos la información completa de lo que estaba pasando y el tiempo que habíamos pasado lejos del otro solo complicaba todo. Iba a ser imposible ponernos al día con todo en solo una charla.

IGNATI [#3] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora