𝖮𝟦: Vampiro insolente

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Sus orbes azules miraban fijamente el techo de la habitación, como si aquel color grisáceo fuera lo más interesante del mundo; mientras los dedos de su mano derecha golpeteaban su vientre una y otra vez, en un intento desesperado por calmar los ac...

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Sus orbes azules miraban fijamente el techo de la habitación, como si aquel color grisáceo fuera lo más interesante del mundo; mientras los dedos de su mano derecha golpeteaban su vientre una y otra vez, en un intento desesperado por calmar los acelerados latidos de su corazón. Apenas y pudo dormir la noche anterior... la sensación de que era observada no se esfumó en ningún momento, y a pesar de que constantemente se aseguró de que no hubiese nadie en su habitación, no logró conciliar el sueño.

No necesitaba mirarse en un espejo para saber que debajo de sus ojos unas prominentes ojeras adornaban su piel, resultado de la falta de sueño. Soltó un bostezo, posteriormente se sentó sobre el colchón y estiró su cuerpo, haciendo sus huesos crujir debido a la tensión de estos mismos. Talló sus ojos para tratar de despertar por completo, y después se levantó de la cama para dirigirse al baño, en donde tomaría una ducha de una vez por todas. Quería despejar su mente.

Esperó un poco a que el agua estuviera a temperatura ambiente, y una vez que estuvo justo como la quería, se adentró a la tina, no sin antes haberse despojado de sus prendas. Un suspiro de satisfacción salió de sus labios al sentir sus músculos relajarse, y decidió cerrar sus ojos para dejar que el agua se llevara su tensión y sus preocupaciones. Permaneció en esa posición por unos minutos, pero cuando sintió que comenzaba a quedarse dormida, decidió reincorporarse y finalizar con su baño.

Comenzaba a preocuparse por sus prendas. Tenía varios días usando la misma ropa, y eso ya no le parecía bien, puesto que no las había lavado en todo el tiempo que llevaba en el castillo. Se preguntó en su mente si habría alguna manera de lavar su ropa, o mejor aún, si hubiera más ropa para que ella pudiese usar; pero entonces recordó que la única mujer allí era ella, por lo que asumió que no habría nada más por vestir.

Resignada, vistió nuevamente las mismas ropas, y dejó su cabello suelto para permitir que se secara. Apenas salió del baño, cuando escuchó su estómago rugir, indicando que ya era hora de consumir alimentos; razón por la cual decidió salir de su habitación, topándose con el mismo balde y el mismo trapeador que usó el día anterior. Rodó sus ojos con fastidio, y pasó de largo aquellos objetos de limpieza. Su prioridad ahora era alimentarse, no hacer el aseo.

Mientras bajaba las escaleras, miraba su tobillo, recordando que la noche anterior Baji lo había curado con sus manos, dejando a la pelirroja intrigada ante aquel poder. Llegó a la cocina, pero se detuvo abruptamente al escuchar voces provenientes de allí.

—¿Entonces escapó por la ventana?— escuchó a Chifuyu preguntar.

—Sí— respondió de vuelta Baji.

—Pero es muy alto... ¿cómo lo hizo?

—Ató la cortina con la sábana de la cama.

—Qué astuta— musitó el rubio por lo bajo—. Aún así no era suficiente para...

—No, no lo era— lo interrumpió—. Por esa misma razón, se lastimó su tobillo— al ver la preocupación en el rostro de Chifuyu, continuó—: Ya la curé, así que quita esa expresión— Kanae frunció su ceño ante aquel tono tan despectivo con el que Baji se dirigió al rubio.

Escarlata『 Baji Keisuke 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora