✧ Vampire! Baji Keisuke.
La leyenda de un malévolo vampiro que vivía entre las penumbras, había sido desvelada una vez que Kanae se adentró en sus ruinas y se enredó con aquel azabache de ojos color avellana.
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Las tazas de porcelana reposaban sobre un pequeño platillo circular hecho con el mismo material, mientras estas eran llenadas con el humeante té de canela, el cual desprendía un delicioso aroma que se esparció por toda la cocina. Kanae dejó la tetera sobre la mesa una vez que llenó las 3 tazas con el té, y después las colocó sobre una bandeja de plata. A su lado, Chifuyu cortaba con algo de dificultad las frutas que tenía en una canastilla frente a él, la cual estaba rebosante de deliciosas manzanas rojas, mangos y frutos rojos; todas aquellas frutas fueron recolectadas por el rubio, quien no solamente las cortó del huerto, sino también del manzano y del árbol de mangos que estaban fuera del castillo, cerca del huerto. El ojiverde maldijo por lo bajo una vez que destrozó el pequeño pedazo de mango que estaba cortando, y con molestia dejó el cuchillo a un lado del plato en el que estaba picando las frutas.
—No puedo más —Kanae, quien se encontraba endulzando un poco los tés, rió—. ¡Mira mis manos! Ahora están llenas de cortes y del jugo de las frutas —bufó.
—Te dije que lo hicieras con cuidado —dejó los cubiertos sobre la mesa—. Estuviste maldiciendo y soltando quejas todo el rato, que por eso no salió bien —negó con una sonrisa ladina.
—¡Es que las frutas no se dejaban cortar! —volvió a soltar una risilla—. A la próxima yo haré el té y tú te encargarás de la comida —Kanae asintió.
—No me negaré, puesto que la última vez colocaste azúcar en el arroz que estabas preparando —el rubio se avergonzó.
—En mi defensa, aquella noche estaba muy cansado, no tenía idea de lo que hacía —ambos rieron.
Se puso de pie y con un poco de agua limpió sus dedos y las palmas de sus manos, las cuales habían adquirido un ligero color amarillento debido al jugo del mango. Secó sus manos en su ropa y volvió a sentarse frente a Kanae, quien ahora colocaba la fruta picada en un tazón hondo, para después también colocarlo en la bandeja junto a las tazas de té. Chifuyu miró a la pelirroja, y entonces recordó algo que el azabache le había dicho unos días atrás.
—Baji-san me dijo que te llevó a ver a tu familia —rompió el silencio que reinaba en la cocina.
—Así es, fuimos hace unas noches —asintió—. No tenía idea de que él se había encargado de sepultarlos —se sentó en la silla.
—Fue cuando tú estabas inconsciente, una noche simplemente salió del castillo y cuando volvió me explicó lo que fue a hacer —ella continuó meneando la cucharilla en el té—. También me dijo que tocas el piano —Kanae lo miró nuevamente—. Eso es fascinante, me gustaría escucharte algún día —sonrió.
—Esa vez ya estabas dormido, pero me aseguraré de tocar la próxima vez que estés despierto —le sonrió de vuelta.
—Podrías intentar tocar en el cumpleaños de Baji-san —su comentario dejó estupefacta a la pelirroja.
