Parte 8

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Draco se despertó en el futón de Noah, cansado después de dormir algunas horas escasas. Comprobar a Harry cada dos horas había sido duro.

Nadie debería verse obligado a evaluar a un hombre que no llevaba nada más que ropa interior ajustada y una sonrisa baja calzoncillos.

¿Y qué podría ser incluso peor? Pues sus inolvidables palabras.

¿Tú obsesión por tomar el control? Me gustaría comprobar eso.

El cerebro de Draco dibujó la visión de Harry inclinado delante de él, mirando sobre su hombro con ojos ardientes, una sonrisa altanera en su cara y un tono claramente provocativo diseñado para conseguir atraer a Draco.

El poderoso impulso de necesidad casi funde el cerebro de Draco.

No era más capaz de imaginarse a Harry y toda esa energía bajo su control, de lo que era capaz de imaginarse un dragón y el intentar dirigirlo solo con su propia voluntad. Follarse a su exnovio estaba fuera de cuestión. Y no se ceñía a sus nuevas reglas sobre citas. Draco no se podía permitir desearlo. No podía permitirse enamorarse de Harry otra vez y luego que el tipo se largara y se quedara esperando a que volviera...

A Draco se le revolvió el estómago.

No podía vivir así nunca más, esperando por algo que nunca pasaría.

Con los ojos cerrados, Draco, masajeó su cuero cabelludo y se centró en una imagen relajante, la cual no contenía a Harry. Se aclaró la mente, enfocándose en la calma, la claridad. Concentrándose en la respiración profunda, para que su ritmo cardíaco se recuperara y la tensión abandonara su cuerpo.

Quince minutos después, por fin se sintió con fuerzas para enfrentarse a Harry durante el desayuno y Draco rodó fuera del futón. Antes de ir a trabajar, se apegaría a su rutina y daría una larga carrera para mantenerse en forma.

Cuando entró en el salón, oyó voces procedentes del pasillo. Una era de Noah, pero la otra pertenecía a una mujer. Curioso, Draco ralentizó los pasos mientras pasaba por la puerta y se quedó mirando la cocina.

La madre que me parió.

Sentada en la isleta central estaba la exmujer de Harry, Ginevra Wesley. El intento de Draco por lograr un estado zen, retrocedió un paso.

Hace años, cuando descubrió que Harry se había comprometido, Draco se había permitido echar una mirada al anuncio y a la foto de la feliz pareja antes de tirar el periódico a la basura. La chica Wesley se había transformado desde su adolescencia en alguien completamente diferente. Pómulos altos, ojos marrones y una tez nívea que le daba una apariencia exótica.

Su cabello largo y rojizo estaba recogido en una cola de caballo. Sus pantalones y blusa eran formales, pero ligeramente casuales, lo cual era algo típico del estilo de Los Ángeles.

Noah empezaba a moler granos de café con el molinillo de espaldas a Draco, cuando ella lo vio por el rabillo del ojo.

—Hola, Malfoy — dijo ella con una sonrisa de bienvenida en su cara.

Bueno, ese no era el saludo que había estado esperando. No había pensado que ella fuera ser tan...amable con él.

La última vez que la vio en persona fue cuando se presentó como novio de Harry en casa de los Wesley y ella tuvo su mirada fija en ambos por lo menos la mitad de la noche. No hubo una expresión de enojo clara pero si de sorpresa e incredulidad.

Cristo ¿Por qué eso le hacía sentirse tan insignificante?

Envió a Ginevra una sonrisa educada mientras avanzaba y le daba el apretón de manos, notando lo suave que se sentía su piel. —Hola, me imagino que Noah ya se presentó contigo. Me estoy quedando en casa de mi amigo por el momento. —dijo sobre el ruido. El molinillo se detuvo de pronto, dejando olor de café recién molido en el aire.

CRÓNICA DE NOVIOS: el regreso de mi ex...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora