Parte 9

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Siéntete libre de llamarme Jesús.

Draco hizo un gran esfuerzo por dejar de mirar boquiabierto a Harry. En serio ¿Cómo podía bromear en un momento como este?

—Por todos los dioses Harry —dijo Draco.

La sonrisa de Harry se hizo enorme. —Ese nombre funcionará también.

Después de varios segundos aturdido, Draco soltó una risa incrédula. Él estudió los juveniles ojos de Harry, y a pesar de todo se le escapó una sonrisa. Pero de pronto la idea de reír murió porque se dio cuenta que Harry había estado muerto.

Él había muerto.

La completa verdad, golpeó finalmente a Draco con la fuerza de diez rayos, veinte más bien, evitando cualquier posibilidad de una frecuencia cardíaca normal. Draco se giró para ver, muy por debajo de él, el centro de Inglaterra.

Tuvo que esforzarse en respirar para relajar sus músculos.

Tras todos estos años alejados, y a pesar de todo lo que había pasado, se dio cuenta que no podía imaginar un mundo en el que Harry no existiera. Toda esa energía vital extinguida para siempre.

Ver en una revista la foto de Harry con una esposa sonriente sin duda había sido doloroso. Pero Draco no había reconocido hasta ahora cuanto había confiado en el simple hecho de que Harry estaría ahí, en alguna parte. Vivo y feliz.

Y Dios, Draco no quería pensar en lo que eso significaba.

Desafortunadamente, antes de que pudiera alcanzar algo parecido a un estado frío y sereno, Harry apoyó los codos en la pequeña mesa, trayendo el olor cítrico y su rostro aún más cerca. Y también estuvieron más cerca, la sonrisa sexy como el infierno y los fascinantes ojos color esmeralda. La proximidad mató los intentos de Draco para recomponerse y tuvo que sentarse recto para evitar empezar a alterarse.

—¿Sabes que era lo primero que quise hacer cuando me reanimaron? — preguntó Harry.

Su voz sonó ruda y sus palabras picaron al salir. —¿Qué?

—Encontrarte y hacerte entender por qué me fui. Para pedirte que aceptaras mis disculpas —dijo—. Y este parece un buen momento ¿No crees? Porque —su sonrisa creció de par en par, cerrando sus ojos mientras usaba un tono despreocupado—, la próxima vez que muera, probablemente sea para siempre.

Draco abrió la boca intentando decir algo, cuando un maletín se desplomó sobre la mesa, tensando sus músculos.

—Harry James Potter —dijo Ginevra mientras se sentaba.

Mierda.

Draco apretó los párpados, intentando recobrar el control de los pensamientos caóticos de muerte, deserción, perdón y absolución. Cuando eso no funcionó, miró a Ginevra, la segura mujer con un vestido ajustado a su figura y ojos sombreados de color chocolate oscuro.

—La próxima vez que te lastimes —señaló con el dedo a Harry—. Yo misma te arrastraré hasta San Mungo.

Los ojos de Harry permanecieron fijos en Draco, durante tres latidos de corazón, esperando claramente una respuesta a su intento de disculpa a pesar de la presencia de Ginevra. Pero ¿Qué demonios se suponía que debería decir Draco después de la reciente interrupción?

¿Me rompiste el corazón, pero te perdono, ahora vamos a cenar con la mujer con la que te casaste?

—Estoy bien Ginny —dijo Harry con una sonrisa—. Es solo una conmoción cerebral.

¿Sólo?

—Lo que quiere decir que deberías tomarte un descanso los próximos días —dijo Draco.

CRÓNICA DE NOVIOS: el regreso de mi ex...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora