Parte 1

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Con el artículo de Corazón de Bruja, que podría cambiar su vida agarrado en la mano, Draco entró en el edificio que anunciaba los servicios de Rompedores de Maldiciones Profesionales que ocupaba la mitad del almacén en el centro del Valle de Godric. Las voces resonaban en el alto techo. El edificio, remodelado con buen gusto, contenía una docena de personas en espera de que atendieran sus solicitudes. Un grupo más grande de lo que le gustaría, para la tarea en cuestión.

En serio ¿Cuántas personas podrían ser tan idiotas para pedir ayuda a este tipo? No había hablado con Harry desde hacía diez años. Ver a su exnovio sería bastante incómodo. Pero ¿Confrontarlo con audiencia...?

—Perdone señor —una voz femenina interrumpió sus pensamientos—. Usted no debería estar aquí.

Santo Merlín. Quienquiera que ella sea, debe ser una bruja fantástica para la adivinación.

El absurdo pensamiento trajo un toque de humor a los labios de Draco, mientras se movía para enfrentarse a la pequeña y posiblemente clarividente morena, que se acercaba. Con rasgos delicados, ella parecía pesar como máximo unos cuarenta kilos, por lo que la expresión furiosa de su cara parecía cómica y fuera de lugar.

—Tendrá que marcharse —prosiguió ella.

—Estoy aquí para ver a Harry Potter.

Eran unas palabras que no había esperado pronunciar nunca, especialmente, después de cómo todo terminó entre ellos.

Su tono no sonaba acogedor. —¿Está esperándole?

—¿Después de este artículo? —Draco levantó la portada de la revista—. Supongo que sí.

Pasaron varios segundos antes de que la morena escudriñara los titulares. Su mirada se desplazó, probablemente para mirar la reciente foto de Draco. En el mejor de los casos, sus rasgos faciales estaban borrosos, el encuadre se centraba especialmente en su cuerpo mientras se movía, pero parpadeó en reconocimiento.

Su mirada se encontró con la suya. —¿Es usted el Medimago Malfoy?

—Desafortunadamente, sí —dijo secamente, porque la mayoría de los días le gustaba ser Draco Lucius Malfoy, cofundador de la Front Street Clinic.

Una mirada de simpatía apareció en su cara. —Le llevaré con el señor Potter.

Draco le dirigió una pequeña sonrisa. Aparentemente, con la humillación pública, se ganó la cooperación de completos extraños, extraños de cuarenta hostiles kilos para ser más exactos.

—Es por aquí. —La morena giró sobre sus talones cubiertos por botas y se dirigió hacia el centro de actividad más alejado del almacén.

Mantuvo el papel firmemente apretado y la siguió. Hacía un mes, el primer artículo había golpeado en las portadas, proclamando que Harry Potter, especialista en Maldiciones, adorado protector de los débiles y salvador del mundo mágico, no era completamente heterosexual. El público se esforzaba por digerir la noticia de que, una de sus celebridades favoritas había jugado una vez para ambos equipos. O todavía lo hacía, por lo que Draco sabía. Nada de eso le había afectado directamente hasta que en el artículo de ayer, incluyeron una foto de su exmujer y otra con su novio de la escuela: Draco Malfoy.

Draco había sido abiertamente gay durante años. Las miradas de los curiosos era algo con lo que podía tratar. Por desgracia hizo falta cada técnica de relajación de sus manuales, para mantener la calma durante algunos de los comentarios que había recibido cuando pasaba sus rondas en el trabajo.

¿Cómo se siente ser el hombre que dirigió a Harry Potter hacia la heterosexualidad?

Cariño, la próxima vez intenta ser más creativo en el dormitorio. Tengo ese manual de instrucciones que yo podría prestarte...

CRÓNICA DE NOVIOS: el regreso de mi ex...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora