Parte 15

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Con Draco tras él, Harry se dirigió hacia San Mungo, ignorando la voz en su cabeza que seguía diciéndole que diera la vuelta y regresara volando a su Jeep.

La vida parecía empeñada y determinada en arrastrar su culo de vuelta al centro médico.

Cuando la condición de Patrick le había impedido asistir al grupo de apoyo como lo habían planeado para hoy, los organizadores habían tomado la decisión de trasladar la reunión de Patrick. Lo cual, por supuesto, fue lo correcto.

Pero, Jesús...

Las puertas se abrieron frente a ellos con un whoosh y entraron en el fresco vestíbulo. Harry odió instantáneamente el olor a antiséptico y el rechinar de los zapatos en el linóleo pulido. Despreció la visión de los medimagos y enfermeras en coloridos uniformes y aburridas batas blancas. ¿Cómo se supone que dijera algo significativo, que compartiera algo digno de recordar, si estaba ocupado vomitando sus entrañas?

De todas formas, ¿qué brillante pedazo de sabiduría iba a compartir el día de hoy? Oh, sí. Eso era cierto. No tenía ni puta idea. Aun así, no se le ocurría nada.

Joder.

Draco, gracias a Dios, había mantenido su acuerdo de venir y hacerle compañía. Su presencia era la única cosa que seguía haciendo que continuara avanzando. Y si rompía su promesa al grupo de apoyo ahora, todos se preguntarían si Harry ya había perdido la cabeza.

En realidad, desearía poder hacerlo.

—Puede que no me dejen entrar —dijo Harry.

Draco lucía despreocupado. —Estoy seguro de que lo harán.

—A los guardias de seguridad no les gusta mucho que esté aquí —añadió.

—Las explosiones de pociones pestilentes tienen ese efecto en la gente.

Por un momento, la esperanza resurgió. Tal vez tendría suerte y lo echarían a patadas apenas lo vieran.

—Noah me contó que Ginevra le había dicho que los guardias te harán un cacheo y retendrán tu varita solo cuando estes adentro y luego te dejarían ir —explicó Draco—. Pero estoy bastante seguro de que estaba bromeando.

Harry le lanzó una mirada por la esquina de su ojo mientras el sonido de sus pisadas continuaba por varios segundos más.

—Esta es la parte en donde el viejo Harry diría algo sugerente —dijo Draco.

—¿Te refieres al que usaría su voz juguetona para decir el único que quiero que me cachee eres tú? —dijo.

Ambos dejaron de caminar, y Harry se volteó para mirarlo.

Draco lo estudió por un momento. —Sí —dijo—. Ese Harry. Probablemente me animaría a no dejar ningún potencial escondite sin tocar —dijo secamente.

A pesar de todo, una diminuta sonrisa trepó por el rostro de Harry. —Creo que admiro a ese chico. Suena como alguien que realmente cruzaría la línea.

La sonrisa de Draco lucía casi... afectuosa. Hoy parecía diferente. Pero por supuesto, Harry también.

Después de su último enfrentamiento con la prensa, decidió dejar de coquetear y presionar. Si Draco quería más de él, Harry quería que tomara esa decisión sin presión alguna.

También se negaba a admitir que la fatiga se había vuelto peor, que ya no andaba para persecuciones agresivas.

Con su voz seria, Harry continuó. —Sabes cómo me siento. Sabes lo que quiero. —A ti, en mi cama. Transcurrieron varios latidos, y luego sus labios se torcieron con ironía—. La pelota está en tu cancha, literal y figurativamente. —Se concentró en los gloriosos ojos grises y el cabello rubio, esperando absorber algo de esa actitud tranquila. Desesperado por retrasar la conversación frente a una audiencia, agregó: —Tal vez deberíamos abordar esta cuestión ahora.

CRÓNICA DE NOVIOS: el regreso de mi ex...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora