Parte 13

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Cuatro días después, Harry se paró en el decimoquinto piso de un edificio abandonado y bajó la mirada hacia la multitud reunida en la calle bloqueada de Charlotteville. 

Afortunadamente lograron juntar suficientes aurores para hacer el set invisible para los muggles, ya que había muchos de ellos muy cerca.

En unos cuantos minutos, Harry caería desde cuarenta y seis metros montando nada más y nada menos que un dragón Bola de Fuego Chino.

No se permitían las segundas oportunidades.

Se habían establecido dos cámaras para fotografiar al especialista.

Harry también sabía que Draco estaba por allí abajo, en algún lugar.

Su estómago se agitó de forma desagradable, pero no a causa de la altura.

Hace menos de una semana, los dos se lo habían pasado mejor que nunca. Draco lo había perdonado por irse de esa manera tan bastarda, disfrutaron un día juntos en las calles y habían realizado una escalada divertida. Lo mejor de todo, Draco había procedido a hacer estallar la mente de Harry por segunda vez.

Por un breve y brillante momento, las cosas casi se sintieron... bien. O, por lo menos, algo adyacente a bien. Independientemente de todo lo que había pasado, toda la tensión persistente sobre el pasado se había desvanecido, y Draco parecía relajado y accesible.

El tiempo juntos se había sentido tan bien. Pero esos dos malditos pasos hacia adelante habían sido seguidos por un gran y estúpido paso hacia atrás, porque Harry lo había arruinado todo.

Dios, era un tremendo idiota.

El estado de letárgico post-sexo había abierto su gran bocaza en una confusión que había hecho que su tenue paz se fuera al infierno. Desde que había llegado a Inglaterra, Harry había estado debatiendo consigo mismo en cuanto a escupir sus pensamientos por completo. Al final, había decidido no poner su -en el mejor de los casos- "titubeante" y reciente relación en riesgo al compartir esa horrible verdad. ¿Cuál había sido el punto?

¿Por qué querría volver a lastimar a Draco? ¿Harry no había hecho suficiente ya? Y, sí, sabía que las razones eran parcialmente egoístas.

Sólo quería volver a disfrutar de la compañía de Draco, el hombre al cual, alguna vez había amado más que nada, antes de que todo se fuera a la mierda por segunda vez.

La velocidad de su corazón se aceleró y dejó salir una larga y lenta exhalación, rodando sus hombros para aliviar la repentina tensión y se estiró para masajear los músculos adoloridos. Y entonces, en contra de las estrictas instrucciones de su cerebro, sus dedos aterrizaron en el pequeño bulto en su cuello.

Joder.

Su pulso estaba hasta las nubes aun cuando se cerraron sus párpados. ¿era su imaginación o el bulto se había vuelto más grande?

Definitivamente se había vuelto más grande.

La masa seguía siendo bastante pequeña, no obstante, y apenas parecía que valiese la pena preocuparse. Desafortunadamente, muy en lo profundo, sabía que, aplicándolo a esta situación en particular, el tamaño no importaba.

Es posible que las cosas grandes no significaran nada y las cosas pequeñas podían ser muy, muy importantes.

Se dijo a sí mismo que sólo estaba siendo paranoico. Jesús, ya lo habían enviado al campo de batalla dos veces para recorrer el Desierto del Cáncer. Seguramente el destino no lo odiaba lo suficiente como para enrolarlo en una tercera batalla. Así que se deslizó en un estado de aplazamiento, de retraso, de negación.

CRÓNICA DE NOVIOS: el regreso de mi ex...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora