Parte 4

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Hogwarts, diez años antes:

Harry se despertó con una erección lo suficientemente dura como para atravesar el acero.

Cruzando los ojos, a causa de la necesidad que aporreaba sus venas, parpadeó esforzándose por enfocarse en el poco iluminado dormitorio. Su cerebro, empañado por el sueño, se dio cuenta de que su mano descansaba sobre la cintura de alguien, cuya piel irradiaba calor como un horno. Pero.... pero la cadera no era curvilínea. Harry inhaló un soplo de aire, que estaba invadido por el olor de un jabón familiar.

Draco.

La ansiedad apuñaló el pecho de Harry y le congeló, los recuerdos le golpearon como cuando te despiertas con resaca, un lunes por la mañana y abres un ojo: El entrenamiento de quidditch, encontrar a Draco bajo las sábanas con lágrimas surcando su cara y la noticia de que la madre de Draco finalmente se había ido. Lo peor de todo era, que su compañero de cuarto había entrado en shock. Harry se había metido en su cama, en un intento de calentar al chico y para hacer que se sintiera menos solo. Por desgracia, la dura y egoísta erección que ahora tenía Harry también quería ser consolada.

Maldita sea, debió saber que todo se iría a la mierda antes del amanecer.

Notó un suave sniff procedente de Draco.

Harry se apoyó en un codo. —¿Estás despierto? —susurró.

Draco giró la cabeza, mirándole por encima del hombro. El sol del alba se filtró por una grieta que había en la cortina de la ventana, luz suficiente como para verlo todo. El pelo rubio de Draco estaba totalmente alborotado, pero al estilo de recién levantado; sus mejillas sonrosadas y sus ojos grises y somnolientos combinados para presentar una visión malditamente adorable.

Harry no pudo evitar sonreír. —Veo que te acabas de despertar.

Las mejillas de su compañero de cuarto se sonrojaron. —Me desperté cuando empezaste a frotarte contra mí en sueños.

Joder.

Después del momento de vergüenza, Harry ignoró los labios que tenía tan cerca de los suyos, y elevó una ceja, ocultando la humillación con la actitud altanera que enloquecía a Draco. —Ya sé que estoy caliente —dijo con una sonrisa burlona—. No hay necesidad de llorar de alegría por el contacto.

Draco puso los ojos en blancos y se frotó la cara con el dorso de la mano. Le envió a Harry una mirada de no me lo trago y puso su sonrisa de tonto, era la misma sonrisa que le mostraba a diario. El primer segundo se sintió cómodo. El segundo y el tercero ya no lo fueron. Al cuarto, la sonrisa se desvaneció de los labios de Draco y la tensión se instaló entre ellos, la tristeza, el dolor y el ¿Ahora qué hacemos? El problema actual asentándose, torpemente, entre ellos.

La situación era bastante excitante, ya que Harry todavía tenía pegada su polla a la espalda de Draco. Pero Harry se dio cuenta de que su pene se había encontrado con el suave trasero de su compañero.

Retrocede, retrocede, retrocede.

Harry sabía que debía hacerlo, pero no era capaz de romper el contacto.

Draco se aclaró la garganta. —Mira —dijo girando la cabeza hacia la pared otra vez—. Lo entiendo ¿De acuerdo? No es nada personal. —Él emitió un suave suspiro—. Es la habitual erección mañanera. No es gran cosa.

Harry observó las ondas del pelo rubio y mentalmente repasó sus opciones.

Él podría tomar la salida que Draco le ofrecía, fingiendo que era solo eso, la reacción normal en la mañana e ignorar el hecho de que su polla intentaba presionarse aún más contra él.

CRÓNICA DE NOVIOS: el regreso de mi ex...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora