Parte 12

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Harry nunca antes había rehuido de un desafío, y no iba a empezar ahora.

Su truco favorito fue cuando voló en un dragón para salir de Gringotts hace mucho tiempo, aunque no fuera premeditado. La hazaña no había sido fácil. Si podía efectuar esa maniobra, seguramente un día recorriendo las calles de Londres mágico con Draco debería ser pan comido. ¿Cuán difícil podría ser?

Tenía el presentimiento de que estaba a punto de descubrirlo.

Draco lo había obligado a ponerse un glamour.

Harry miró el callejón oscuro, ignorando el olor preocupante y observando la puerta de la carnicería a través de la cual su ex había desaparecido hace diez minutos.

Draco había estado en lo cierto. Cuando Harry había preguntado si la prensa los seguiría hoy día, Draco había dicho que a nadie le importaba cuando hacía sus rondas por aquí.

Después de espiar a un charco sospechoso, Harry se cambió de pierna y entonces pisó algo suave. Levantó su pie, una desagradable plasta de una cosa pegajosa inidentificable se extendía entre sus zapatos deportivos y el pavimento.

Jesús, no se preguntaba por qué los reporteros no se molestaban en entrar aquí.

Draco lo llevó a un hospicio construido para las familias de los involucrados en la guerra, que habían estado del lado de Voldemort. Muchos de ellos habían tenido ni idea de lo que su padre, madre o hijos habían hecho, pero aun así fueron juzgados fuertemente por la sociedad.

Lo más jodido es que muchos de ellos incluso habían recibido cientos de torturas con hechizos de magia negra muy oscuros llevándolos a ser enfermos mentales o inválidos. A algunos de ellos les confiscaron sus varitas por tiempo indeterminado.

Jodido.

Draco salió de la tienda con su camisa estándar y la corbata en su lugar. —¿Puedes cargar esto por mí? —Con una pequeña mochila colgando de su hombro le extendió un saco de papel con una gran mancha de grasa en el fondo.

—¿Qué es esto? —dijo mientras tomaba la bolsa.

—Regularmente la carnicería se lo dona a Fritz y Opal.

Harry abrió el saco y un olor desagradable golpeó su nariz. Hizo una mueca y bajó la mirada a los dos huesos que todavía tenían pegados algunos pedazos de carne, su estómago se sacudió de forma poco placentera.

—Maldición. Eso es asqueroso. —Cerró la bolsa para ponerle fin al ataque en su nariz—. No pueden ser para tus pacientes.

—Lo son.

La mandíbula de Harry casi cayó. Y luego vislumbró el rápido destello de luz en los ojos grises de Draco y se dio cuenta de que el chico estaba jugando con él.

Interesante.

Desde que Harry había aparecido esta mañana, Draco casi parecía... alegre, como si hubiese establecido un plan y anhelara llevarlo a cabo. Más específicamente, un plan con Harry en mente. Lo cual debería preocuparlo, pero la mirada divertida de Draco era un poco deslumbrante.

—Harry tomó la decisión de seguirle el juego. —Bien —dijo—. Cargaré los huesos.

—Excelente —dijo Draco—. Sígueme. —Y luego se dio la vuelta y avanzó.

Harry lo siguió. Claramente, Draco sabía a donde iba, maniobrando por la parte trasera del callejón lleno de basura esparcida y un aparente sintecho, con una cómoda tranquilidad que sólo podría provenir de la familiaridad con la comunidad.

Alrededor de la siguiente hora, se detuvo para chequear a varias personas, los encuentros anduvieron tranquilos y sin problemas. Harry empezó a relajarse y a disfrutar de ver al Dr. Malfoy en el trabajo. Definitivamente tenía una buena forma de tratar a sus pacientes. Y justo cuando Harry había comenzado a sentirse culpable por pensar que había algún tipo de plan diabólico subyacente, Draco se dirigió a una anciana con un desgastado cabello gris. Metido en el hueco de sus brazos había una especie de mezcla de Chihuahua.

CRÓNICA DE NOVIOS: el regreso de mi ex...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora