Parte 2

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Hogwarts, hace diez años.

Con la camiseta empapada de sudor y pegada a la espalda, Harry se deleitaba con la sensación de sus pies golpeando el campo de quidditch. Los músculos, huesos y ligamentos trabajando juntos, mientras se esforzaba en ser el primero en completar la última vuelta, el temido simulacro diseñado para patear el culo de los jugadores. La adrenalina y las endorfinas entraron en acción proporcionándole un subidón natural. Se impulsó con más fuerza al acercarse a la línea blanca, estiró más las piernas y dejó al resto del equipo atrás.

Porque él era Harry-jodido-Potter: Había superado el Krebsanguis y continuaba en el equipo de quidditch en su último año escolar, a pesar de las predicciones de los medimagos. 

El ejercicio de hoy fue perfecto, excepto por una cosa.

¿Dónde demonios se ha metido Draco?

Una vez el ejercicio estuvo completo, Harry luchó por recuperar el aliento y escaneó el campo en busca de su compañero de cuarto. La pregunta de Draco permaneció en su mente mientras bromeaba con sus compañeros de equipo durante su tiempo de descanso, mientras el sol de la tarde iluminaba el campo. Todavía estaba reflexionando sobre el paradero de su -aun nadie lo creía- amigo, cuando se dirigió a su dormitorio.

—Oye, Draco —Harry cerró la puerta tras él y miró a la cama gemela colocada frente a la suya, dándole una sacudida al bulto colocado bajo la colcha ¿Por qué diablos estaba el tipo durmiendo la siesta? —. ¿Por qué no te reuniste conmigo después de la práctica como habíamos planeado?

Silencio.

—Me prometiste empezar a correr conmigo hoy, cosas de muggles, ya sabes. Sin embargo es casi la hora de cenar y no has hecho nada.

Harry se quitó la camiseta por encima de la cabeza y arrojó la pieza húmeda al cesto. —Ha llegado el momento de sacar el culo de la cama idiota.

Revolviéndose levemente bajo la manta, su compañero de cuarto se enterró bajo el edredón.

Sorprendido, Harry ladeó la cabeza y consideró la mejor forma de sacar al hombre una respuesta. Y luego sus ojos aterrizaron en la caja de chocolates vacía de la otra noche, el cartón estaba sobre el escritorio y él sonrió. El debate sobre la dieta funcionaría con seguridad.

—Draco, tienes que controlar esos hábitos alimenticios —dijo como si no se hubiera burlado antes de dichos hábitos—. La mierda con las ranas de chocolate y las plumas de azúcar te va a matar.

Todavía no había respuesta.

Humm.

Normalmente Draco habría contestado con alguna ocurrencia que dejaría a Harry riendo. Las bromas amistosas habían definido su relación desde hacía poco, y se había llevado bien con su compañero desde se les había asignado convivir juntos en su último año, cosa en la que Harry tuvo algo que ver con la elección.

¿A qué era el silencio debido de ahora?

Confundido por el comportamiento inusual, Harry recogió una muda y su champú. Se dirigió fuera de la habitación hacia las duchas, suspirando de alivio cuando las encontró vacías. Compartía el baño con veinte jugadores de quidditch. Y después de pasarse años compartiendo baño y desnudez, sin importarle una mierda, ahora de repente se sentía incomodo. Un mar de bolas y Harry era el único con un testículo falso.

Había intentado convencer al medimago para que le entregara en un frasco el testículo enfermo. Eso habría sido un maldito buen recordatorio de que, aun después de muerto, Voldemort había tenido una última oportunidad de joderlo. Pero también era una muestra de que Harry aún seguía con vida y el no, por lo tanto la forma de decir "jódete" para Harry, era seguir viviendo y dejar las frustraciones y malos sentimientos de lado. Lo bueno es que el testículo protésico colgaba naturalmente o habría recibido una cantidad interminable de pullas de sus compañeros.

CRÓNICA DE NOVIOS: el regreso de mi ex...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora