Poché se dirigió al este de Elche, disfrutando la vista que le proporcionaba la salida del sol coronando los altos robles desde el horizonte. No se molestó en dar una excusa del por qué se marchaba tan pronto. No había ninguna excusa. Simplemente quería volver a casa. El hecho de asociar Elche con su hogar, ya no le sorprendía. Pero era a Daniela a quién quería ver. Por alguna razón, esta última semana habida sido interminable, culminando con una fiesta en la que no quería estar.
Y después estaba Laura. Una preciosa mujer pelirroja, divertida, encantadora, inteligente y... ni siquiera era capaz de sentir un poquito de atracción por ella. ¿Había estado ahí alguna vez? Debió de estarlo. Muchas veces había terminado en su cama a lo largo de los años. Pero de eso iba su relación. Tal y como le había dicho a Daniela una vez, no podía llamarlo "novia". ¿Por eso cuando Laura la había acorralado en el baño durante la fiesta, sintió rechazo por su intento de seducción? No quería besarla. No quería que la tocara. Un golpe en la puerta del baño las hizo apartarse. Salió corriendo, tampoco se detuvo a despedirse de sus dos mejores amigas.
¿Desconsiderado?
Tal vez. Pero en aquel momento, parecía ser la mejor decisión. Ella, sin embargo, se detuvo de nuevo antes de llegar a Elche. Consiguió dormir un poco, despertando antes del amanecer. Después de una ducha y un café, se sintió de alguna manera renovada para empezar su viaje de cuatro horas.
Echó un vistazo a su teléfono, sabiendo que les debía una disculpa a Sabrina y a María... y a Laura. Solo que no creía que lo apreciaran a las seis de la mañana.
El tráfico era ligero y hacía buen tiempo. Llegó a Elche antes de la hora del almuerzo. Condujo directamente hacia la casa de su madre, feliz de estar de vuelta. La encontró en la mesa del desayuno, montando un rompecabezas.
- ¿Nuevo hobby? - preguntó después de inclinarse para darle un rápido abrazo.
- Me lo ha dejado Mario - dijo su madre - ¿Has tenido un buen viaje?
Poché sostuvo la puerta de la nevera abierta mirando hacia adentro.
- Sí. Una semana larga - dijo ella - ¿Has comido?
- He desayunado tarde, ¿quieres que prepare algo?
- No, está bien. Tengo algo por ahí - dijo su madre.
Tomó una botella de agua y desenroscó la tapa. Hizo una pausa cuando miró el pastel de cumpleaños sobre la encimera. Consciente de los ojos que la atravesaban desde el otro lado.
- ¿Llamaste de Dani ayer?
- Era su cumpleaños, claro.
- Bien. Me alegro que te acordaras - añadió.
- Aunque... siempre lo celebrábamos al día siguiente, ¿no? - levantó la tapa y deslizó un dedo por el glaseado - Mmm - dijo mientras se lamía el dedo.
- Estaba un poco decaída ayer - dijo su madre - Me preocupa.
- ¿Sí? Bueno, había pensado en ir a verla más tarde - dijo tan tranquilamente como pudo - ¿Ha comprado muebles?
- Algunos. Para su habitación y la de Mario. No hay mucho más, no lo creo - sacudió la cabeza y sonrió - Solo Dios sabe lo que hará con esa cocina. No tiene ni idea.
Poché se echó a reír.
- Sí, lo sé. Le echaré una mano con eso - dejo una magdalena sobre la mesa - ¿Ha llamado Santi? ¿Sabes a que hora vendrá mañana?
- Hable con él el jueves. Dijo que llegarían pronto por la tarde. Quería que fueras a su casa y te aseguraras de que había luz.
- Claro, me pasaré - dijo ella tomando de nuevo la magdalena, quitándole la envoltura -¿Estás contenta con su mudanza?
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Siempre fuiste tú. [Terminada]
FanfictionDaniela Calle, hija de unos padres adinerados demasiado obsesionados con el que dirán, conoce a los nueve años a María José Garzón, hija de la encargada del servicio doméstico. Pese a su gran y rápida amistad, ambas siempre han sabido cual era su pa...