5: Un Matrimonio

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El guardia y el hechicero rompieron con el abrazo al escuchar la voz de Betra intervenir, el guardia había venido en busca de Juan, al parecer tenía una visita. El hechicero se quedó sorprendido ante tal noticia, pues en todo el tiempo que llevaba encerrado en prisión, absolutamente nadie había venido a visitarle.

- Bueno pero vos ¿Qué está esperando? vení de una buena vez - habló el chico mandarina al ver que Juan seguía plantado

- Juan, ve con Betra - pronunció Auron al dar un empujoncito al hechicero, haciéndole entrar en razón

- Si... Iré

Juan salió de la biblioteca siendo custodiado por Auron y Betra, el hechicero se perdía entre sus pensamientos sobre el misterioso visitante.

«¿Quién querría visitar a alguien como yo»

«¿Quien se tomaría la molestia de venir hasta aquí y ver mi insignificante existencia?»

Auron iba a acompañarlos hasta el lugar de encuentro, si no fuese qué escuchó aquella firme voz pronunciar su nombre en alto, el pelinegro no tuvo más de otra que detener sus pasos y dejar marchar al hechicero y a Betra, el chico se giró y miró a aquel hombre de cabello castaño oscuro y de aura intimidante.

- Señor ¿Qué se le ofrece?

- ¿Se puede saber donde estabas?

- Fui a cumplir con unas encomiendas, tenía que entregar unos documentos al encargado de la biblioteca

- Ese no es tu trabajo ¿Lo sabes?

- Por supuesto que lo sé señor Reborn... Es sólo que el recadero no estaba disponible... Así que me enviaron a mi

- ¿Ah sí? - el hombre fue acercando sus pasos hasta plantarse a escasos centímetros del pequeño guardia - Pues la próxima vez que ocurra... Vas a abrir tu dulce boquita y los mandarás a tomar por culo - el hombre sujetó con firmeza el mentón del chico haciéndole mirar directamente

- Pero señor...

- Pero nada, tu trabajo es estar aquí cuidando de esos inútiles, no ser la recadera de otros tipos

- Entiendo... No se preocupe, no va a volver a suceder

- Eso espero, porque cuando yo te necesite quiero que estés siempre disponible para mi, recuerda que yo soy tu jefe y por lo tanto me obedeces solamente a mí, si alguien te quiere dar órdenes de cosas que no te corresponden, entonces vendrás a mi y me lo dirás, así me encargaré de dejárselos en claro

- Si señor

- Muy bien, ahora debes ir a la oficina del director, te está solicitando

- ¿Para qué me necesita?

- Yo que sé, pero date prisa que es un sujeto muy ocupado

- De acuerdo, hasta luego señor

- Si, si anda ve

El guardia se marchó de inmediato puesto que sabía que no debía hacer esperar al director, el hombre que tenía el mando de aquella prisión, Auron llegó a estar frente a la puerta de aquella oficina por lo que se miró rápidamente para comprobar qué estuviese luciendo bien, su cabello, su ropa, debía estar presentable para el director, era la única persona con la cual definitivamente no debía de quedar mal.

En otra parte de las instalaciones, el hechicero fue guiado hasta llegar a un cuarto de visitas, fue avanzando hasta sentarse en una silla frente a un panel de cristal, suspiró profundamente al tomar el teléfono con sus manos, en ese momento pudo ver como una persona tomaba asiento justo al otro lado del cristal, Juan se quedó en silencio al ver a aquel chico mitad oso, no esperaba verle de nuevo.

- Juan... - murmuró el chico al hablar por el teléfono

- ¿Qué haces aquí Rubius?

- ¿Eh? ¿Rubius? - el chico sonrió nerviosamente ante la frialdad de Juan - tu solías llamarme-

- Rubí es una mentira tuya, una de tantas... Tu eres Rubius sin más

- Juan vine a arreglar las cosas contigo

- No tenemos nada que hablar

- Estamos casados

- ¡Por favor Rubius! Eso no te importó cuando me dejaste solo, nuestro matrimonio solo fue una sucia trampa tuya para beneficiarte de lo que tenía... Me dejaste solo... Siendo que yo me arriesgue por ti... ¡Traicione a mi pueblo por ti maldita perra! - la voz de Juan se elevaba mientras qué sus ojos se humedecian, quería llorar de la rabia que contenía

- Lo sé amor... Por eso quiero pedirte perdón, quiero recuperar tu amor

- No vuelvas a hablarme de amor... Tu y yo no somos nada

- Juan - el chico oso enseñó su anillo de matrimonio - nosotros seguimos juntos

- No, tu y yo no somos nada desde lo que me hiciste, desde que me utilizaste como si fuese un sucio trapo... Y que bueno que apareciste... Porque quiero el divorcio

- No puedes estar hablando en serio, Juan piénsalo mejor

- ¿Por qué? ¡¿Acaso te refieres al hecho de que me quitarás el 50% como decía tu puto contrato?! ¡Pues que sepas que puedes quedártelo todo, me importa una mierda!

- No es eso Juan... Yo te quiero

- Tú... Tú no quieres a nadie, no eres más que una zorra, no sé por qué vienes aquí... Mejor te hubieras mantenido lejos

- Vine para recuperarte, ya te lo dije

- Pues yo no quiero estar contigo... Eres lo peor que me ha podido suceder

- No digas eso...

- Estoy enamorado de otra persona

- ¿Qué? Juan... - Rubius abrió los ojos con sorpresa ante tales palabras - ¿Qué estás diciendo?

- Hay alguien más importante en mi vida, me quiero divorciar de ti para casarme en un futuro con esa persona

- Juan por favor no me mientas... Es muy feo inventar algo así

- No me interesa si me crees, solo quiero que me des el divorcio y ya

- ¿Quién es esa persona? ¿Es un preso?

- No tienes por qué saberlo, solo te diré que es una persona maravillosa, es la persona más atractiva que he visto en toda mi puta vida y lo mejor... Él confía en mí y me da un lugar en su vida, cosa que tu jamás podrías hacer - dicho esto Juan se levantó de su asiento - La visita terminó Rubius

- Juan... ¡Juan! ¡Oye Juan no te vayas! - Rubius se levantó mirando al hechicero ir donde el guardia para pedirle que le sacara de ahí

Juan fue escoltado por Betra devuelta, estaba tan enojado por el descaro de su esposo por presentarse, lo odiaba mucho, lo odiaba más que el amor que le llegó a tener en algún momento de su vida, Rubius fue el causante de que él usara aquella magia prohibida, ese oso fue él que le jodió la vida por completo.

Un matrimonio por interés, Rubius quería lo que Juan poseía, además de pretender manipularle para romper con las reglas para su conveniencia, Rubius quería curarse de la maldición impuesta por los dioses pero a su manera y eso era hacer que Juan lo hiciera en lugar de los dioses, hacer algo así desde luego que no iba a pasar desapercibido.

El castigo fue impuesto hacia Juan, mientras que Rubius se lavó las manos y responsabilizó a su esposo de todo, le hizo creer a todo el mundo que Juan era un problema y que debía pagar las consecuencias.

«Es un descarado al venir aquí... Jamás le perdonaré»

«Auron no me habría hecho eso... Él es a quien debo amar... Estaré bien si le tengo a él»

Juan es muy ingenuo...

Continuará...

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