4. Los juegos

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Y sí, sus labios se encontraron. Y por un momento se olvidaron de quién era, de dónde estaban y sobre todo, de que se odiaban.

El beso subía de ritmo, tanto, que el silencio había dejado de existir y solo se escuchaba el sonido de sus labios. Yeimy abrió los ojos por un instante, despertando de aquel "sueño", y su primer impulso fue empujarlo.

—¡No! —gritó, para sí misma, sin saber que lo había dicho en voz alta.

Charly se paralizó, mirándola. Todavía la tenía sujeta, y no tenía intenciones de soltarla.

—No me vuelvas a tocar — le advirtió, quitándole la mano que tenía encima.

—¿Cómo? Fuiste vos la que me besó primero. Acéptalo, vos también sentís algo....

—Yo no siento nada por vos.

Se pasa el brazo que tiene libre por los labios, dándole a entender el desprecio de besarlo. Charly la suelta, de malas maneras y riéndose de la situación.

—¿Por qué no dejas ese odio atrás? Yeimy...

—No, ¿vos enserio me vas a decir eso? ¿Vos? — dice alterada, demasiado.

Charly se gira, dándole la espalda por completo. Respira profundo, intentado mantener las formas. Se queda mirando la botella que tiene enfrente, y se dirige a ella lo más rápido que puede.

—¿Querés uno? — le pregunta, girándose con la botella y con el tono más calmado que puede.

—¿Ahora me quieres emborrachar?

Charly suspira fuerte y acto seguido se mete la botella en la boca para beber lo más que pueda. Se queda mirando la ventana, dándose cuenta de que está lloviendo. Yeimy le sigue la mirada para saber en qué fija toda su atención.

—¿Querés comer algo? Parece que no va a parar y con el tiempo así no te voy a dejar ir — pregunta calmado, por segunda vez y rezando para que no le responda mal.

Yeimy lo ignora, quedándose maravillada con la pequeña bodega que tiene enfrente. Charly chasquea los dedos, intentado que le haga un poco de caso.

—No, ¿puedo? — dice, señalando la botella de vino.

—Claro, coge lo que querás.

Yeimy se aproxima a ella, y no tarda en echarse una copa. Charly ve la oportunidad de acercarse a ella, manteniendo las distancias.

—¿Desde cuando tomas?

Se sobresalte un poco al escuchar su voz, y se gira para quedar frente a frente.

—Pues desde que conocí a Zulma.

Yeimy coge la botella para llevársela con ella al sofá. Charly se queda mirándola, y decide ponerse a su lado, pegado y descaradamente. De repente, se le ocurre una de sus brillantes ideas para poder sacarle la información sobre si tiene pruebas de la declaración.

—Te propongo un juego — dice provocativo. Yeimy abre los ojos, tragando con dificultad.

—¿Cuál?

—¿Aceptas?

—Primero dime cuál — se cruza de brazos, con la copa en la mano. Charly ladea los ojos para un lado y sonríe.

—El juego de yo nunca , ¿sabes cuál es? — Yeimy pone una cara de no tener ni idea, y él empieza a reírse. — Vale. Los dos tenemos que decir algo que queramos saber del otro y si lo hemos echo tenemos que beber, ¿que decís?

—Dale. Empieza vos.

—Yo nunca me he enamorado — dice, empezado la línea de fuego.

Yeimy se queda mirándolo sin saber muy bien si le está tomando el pelo. Coge su copa y comienza a tomar. Charly se queda mirándola, y cuando acaba, lo hace él haciendo que Yeimy frunza el ceño confusa.

MI CONDENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora